jueves, 31 de julio de 2025

Día Mundial del TDAH: qué significa hoy vivir con un diagnóstico de déficit de atención

Dr. Enrique De Rosa Alabaster       |       infobae.com       |       13/07/2025


El crecimiento de este trastorno abre interrogantes sobre la delgada frontera entre una condición neurobiológica y las múltiples formas de estar en el mundo. Claves para una mirada más amplia


Cada 13 de julio, fecha en la que se celebra la jornada de concientización sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH-ADHD en inglés) el mundo vuelve a hablar de este espectro. Se multiplican campañas, testimonios, cifras, estadísticas y explicaciones del cuadro, que leen padres preocupados, docentes frustrados, o incluso adultos que finalmente “entienden” lo que les pasó toda la vida.


Y, sin duda, hay algo liberador en poder nombrar lo que dolía en la incertidumbre, vivida muchas veces en silencio. Pero también hay algo peligroso si ese nombre se transforma en un muro en vez de una puerta, en un espacio, una zona de confort que permanezca en un lugar con títulos y carteles, pero sin demasiadas soluciones.


En el Día Mundial del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad vale preguntarnos si entendemos lo que nombramos bajo ese nombre o si repetimos etiquetas que reemplazan al pensamiento crítico. ¿Qué pasa cuando un diagnóstico eclipsa a la persona, es decir cuando no entendemos que por detrás de una etiqueta hay alguien único?


Estas estadísticas generan preguntas inevitables: ¿es que estamos frente a una verdadera epidemia del trastorno neurológico? ¿O acaso lo que ha cambiado es el umbral de lo que consideramos aceptable en términos de conducta infantil?


Desde hace décadas, el diagnóstico de TDAH se ha expandido en forma tan veloz como ambigua, los límites por momentos están ligados a lo que el expositor indique.
Ciertamente, existen criterios internacionales como los del DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) y el ICD, (Clasificación Internacional de Enfermedades) pero en la práctica de todos los días, y aún más en lugares donde la asistencia no llega de manera adecuada, muchas cosas pueden ser ignoradas o quizás incluidas erróneamente en un paraguas sindrómico muy amplio y con límites imprecisos.


Acerca del diagnóstico


Una cultura del zapping mental

Los estudios epidemiológicos muestran cifras que oscilan entre el 5% y el 10% de niños diagnosticados con TDAH en diferentes países. En algunos entornos urbanos, esa cifra supera el 15%.

Niños inquietos, adolescentes desatentos, o desmotivados, desorientados, o adultos dispersos: todos pueden encuentra un lugar en esa sigla. Pero, ¿qué encierra realmente? ¿Es un trastorno neurológico? ¿Una construcción clínica útil? ¿O un mapa equivocado de territorios diversos que no terminamos de comprender?

¿Qué queremos hacer: diagnosticar, definir, o comprender, ayudar, acompañar? Un diagnóstico debería servir para abrir caminos: explicar, orientar, tratar. Pero cuando un punto de llegada se transforma en lugar de partida, corre el riesgo de convertirse en una definición totalizante.

La modalidad de pensamiento inductivo en algunos casos que ha establecido el criterio subjetivo, y luego buscará confirmarlo se aplica en todos los sentidos, sobre o sub-diagnosticando, pero ambos conceptos van unidos al error diagnóstico que, en definitiva, es no cumplir la función del que asiste a otro en su malestar.

Muchos niños reciben el rótulo de TDAH y desde ese momento dejan de ser “Pedro” o “Luz” para ser “hiperactivos”, “inmaduros”, “rebeldes” etc. Su singularidad se borra bajo una sigla que intenta explicar lo que muchas veces no se observa con profundidad.

Y esto no sucede solo en el ámbito escolar. Personas diagnosticadas en la adultez muchas veces experimentan una mezcla de alivio y encierro: “Ahora entiendo por qué soy así”, dicen.

Pero esa explicación puede volverse una jaula cuando cancela la posibilidad de una mejor vida. A la inversa, en el caso de los adultos, no reconocer que el TDAH también persiste en la adultez —en quienes fueron niños sin diagnóstico— impide acceder a un tratamiento adecuado, cuando en realidad un diagnóstico certero, junto con la medicación y el abordaje correcto, puede transformar sus vidas tras años de deambular con diagnósticos de depresión u otros trastornos.

Vivimos en una cultura que valora la velocidad, la productividad, la atención sostenida en múltiples frentes a la vez. Tiempos de sobreestimulación, de consumo fragmentado de información, de hiperconectividad e hiperproductividad. En ese contexto, no es sorprendente que la atención sostenida se haya convertido en una rareza.

Pero en lugar de preguntarnos si la sociedad en su conjunto está generando condiciones hostiles para el desarrollo atencional, tendemos más diagnosticar al individuo. No es casual que muchos adultos también se autoidentifiquen ahora como “neurodivergentes” o “incomprendidos”, buscando un nombre que dé sentido a su sufrimiento. Pero cuando el diagnóstico se transforma en identidad, ya no orienta: encierra.

La dispersión ya no parece una patología sino una condición de la existencia, las redes sociales, que nos informan sobre el “span” atencional de pocos segundos, el multitasking, han cambiado el panorama y obligan a una relectura de todos los comportamientos, entre ellos, los que tradicionalmente llamamos déficit de atención.

Notas en diversos medios, señalan el tiempo de lectura que habitualmente limitan a unos pocos minutos, y al mismo tiempo acompañan la versión en audio. Ya no se trata de sostener la lectura de "Ulises" de Joyce, y sus supuestas 267.000 palabras o entre 650 y 1000 páginas según la edición, sino llegar a esta altura de esta nota.

Tal vez el problema no esté solo en la biología del sujeto, sino en el entorno que patologiza ciertas formas de estar en el mundo y que, al mismo tiempo, lo evalúa sin tomar en cuenta el contexto que habita.

Tal vez, en lugar de preguntar qué le falta al niño que “no se queda quieto”, deberíamos preguntarnos qué necesita, qué expresa, qué lo interrumpe, que nos dice ese síntoma. Desde ya, quizás se deba repetir, no es que no existan los reales cuadros, sino repreguntarse respecto al mismo, avanzando más allá de un título y una medicación y ver un ser y sus circunstancias.

La frecuente cita de “El hombre y sus circunstancias” es una del filósofo español José Ortega y Gasset, que expresa la idea de que la identidad de una persona está intrínsecamente ligada a su entorno y a las condiciones de su vida. La cita está presente en sus meditaciones sobre una obra de naturaleza profundamente psicológica como es el Quijote y las expresa Ortega en sus “Meditaciones del Quijote” de 1914.

Recordar esa unión entre el ser y su medio, su entorno, es hoy el fundamento de temas tan amplios que van de la medicina antiaging, o infinidad de situaciones como el estrés, la desmotivación, la depresión, etc., todos temas endémicos en nuestra época.

El TDAH existe, no se trata de negarlo. Pero también existe el sobrediagnóstico o la medicalización precoz, la pereza clínica, el uso de etiquetas para simplificar lo complejo. Desde ya, hay millones de personas que se han beneficiado con un diagnóstico y una medicación adecuada, no se trata de dogmas en que se es partidario de una u otra posición, sino quizás pensar en la persona antes que en la clasificación.

Existe algo más profundo y, a veces, al no establecer un contacto empático directo caemos en el riesgo de que esas etiquetas se conviertan en identidades. En la práctica clínica vemos a veces adultos que mencionan como razón de los temas que los traen a la consulta, “es que soy TDAH” en base a un difuso diagnóstico realizado en su infancia. Ese diagnóstico condicionó su vida futura y al evaluar lo que llevó a él descubrimos temas traumáticos como los ligados a conflictos familiares que vivieron en su infancia. Nombrar no es lo mismo que comprender. Y comprender no siempre implica clasificar.

En muchos casos, lo que llamamos “déficit” es una forma distinta de percibir, de responder, de vincularse. Afortunadamente, estamos empezando a replantearnos lo mismo en otras condiciones, antes estigmatizadas. No todo lo diferente es disfuncional. Y no todo lo que desafía las normas escolares o sociales debe ser corregido químicamente, quizás encontrar a cuáles circunstancias esa persona, ese niño, no puede adaptarse de la manera convencional esperada. La supuesta discapacidad ya no es una concepto absoluto sino específico para cada área y tampoco eterno, sino a revisar periódicamente.

Este 13 de julio podría ser, también, un día para revisar algunos conceptos rígidos, un día para pensar distinto. Para escuchar más yencasillar menos. Para preguntarnos si estamos viendo a las personas o simplemente interpretando informes.

Y sobre todo, para recordar que ningún diagnóstico, por útil que sea, puede capturar la totalidad de un ser humano, de esas circunstancias. Porque el ser no está en lo que falta, sino en lo que busca.

Ortega proponía que el Quijote encarna el drama del individuo auténtico frente a una sociedad que ha naturalizado su extravío. Quizás muchos “inadaptados” no son patológicos, sino que están fuera de contexto, y advertía, que “muchos de los que parecen erráticos, no están perdidos, sino que caminan según otra brújula.”

No todo el que se sale del camino común está equivocado. A veces, el que parece “inadaptado” es quien más fiel se mantiene a sí mismo. Quizás muchos niños diagnosticados con TDAH no tengan un déficit, sino un exceso de sensibilidad frente a un mundo que los fuerza a ser otros. Y tal vez el mayor acto de salud no sea adaptarse, sino atreverse a vivir desde ese centro.

Muchos adultos están hoy tratando de entender por qué se sintieron toda la vida como “los diferentes”. Y muchos niños están siendo definidos por un diagnóstico antes de que puedan descubrir quiénes son. Quizás sea hora de acompañarlos no solo con tratamientos o intervenciones, sino con preguntas más profundas y miradas más amplias. Porque entender no es clasificar. Y ayudar no es nombrar: es ver, escuchar, y caminar al lado.

Una propuesta para una mirada más amplia implica:

  • Comprender al niño en su contexto.
  • Escuchar su historia antes de etiquetarla.
  • Diferenciar inquietud de patología, diferencia de trastorno.
  • Sumar voces clínicas, pedagógicas, familiares.
  • Incluir, no excluir.
  • Recomendaciones para padres y docentes:
  • No todo movimiento es hiperactividad.
  • No toda distracción es patología.
  • La atención se entrena, no se impone.
  • La escucha atenta vale más que el juicio rápido.

  • No medicalizar lo que no ha sido comprendido.


miércoles, 30 de julio de 2025

Marian Rojas, psiquiatra, sobre enfermar en verano: "Sucede porque vivimos en modo de alerta constante, y el cuerpo grita lo que las emociones no han sido capaces de expresar durante todo el año"

ANNA CALPE       |       lavanguardia.com       |       25/07/2025     

 

La reconocida doctora explica que no se trata solo de una cuestión física o viral, sino también emocional, y aunque parezca una casualidad, explica que hay una razón que conecta el cuerpo con la mente

 

Llega el verano, las vacaciones, y de repente aparece un resfriado, una gastroenteritis, dolores musculares o una sensación de tristeza que no esperábamos. “A todos nos ha sucedido, a mí por supuesto”, admite la psiquiatra Marian Rojas Estapé. La reconocida doctora explica que no se trata solo de una cuestión física o viral, sino también emocional, y aunque parezca una casualidad, explica que hay una razón que conecta el cuerpo con la mente.

 Según Rojas, pasamos buena parte del año funcionando en modo “supervivencia”, dominados por el sistema nervioso simpático, con altos niveles de cortisol. Este sistema forma parte del sistema se encarga de regular funciones involuntarias del cuerpo, como la frecuencia cardíaca, la respiración, la digestión y la sudoración. Además es el responsable de activar la respuesta de “lucha o huida” ante situaciones de estrés, peligro o esfuerzo.

“Vivimos siempre en alerta, gestionando problemas, corriendo detrás de tareas, intentando cumplir con todo, con ese famoso cortisol haciendo de las suyas, porque siempre estamos luchando contra algo, sea real o imaginario”, explica la psiquiatra.

En ese estado de estrés crónico, el cuerpo actúa como una barrera protectora. “Es como si tu organismo hubiera estado aguantando para que no te enfermes durante el año”, dice Rojas. Pero cuando por fin paramos, el sistema inmune “baja la guardia” y el cuerpo se permite sentir lo que había estado silenciando. Entonces surgen los síntomas: enfermedades, tensión acumulada, fatiga o una vulnerabilidad emocional profunda. Esto también explica por qué algunas personas se sienten tristes al inicio de las vacaciones sin ninguna razón aparente. 

Rojas lo define como una “tristeza pegajosa” que aparece cuando el cuerpo ya no está en modo alerta y la mente comienza a procesar lo no dicho. “Muchas tristezas provienen de estados de alerta mantenidos”, advierte, y recuerda que el descanso no solo permite al cuerpo recuperarse, sino que también da espacio a las emociones que hemos evitado durante meses.

Por ello, Rojas insiste en la importancia de aprender a escuchar nuestro cuerpo antes de que sea demasiado tarde y nos enfrentemos a consecuencias mayores. “Me gustaría que tengas clara una idea: reconocer nuestros límites antes de que el cuerpo los grite en forma de síntomas o la mente en forma de tristeza, angustia o insomnio.”

Y lo más importante, remarca: “El descanso no es un premio, sino una necesidad básica para poder vivir bien y prevenir tanto enfermedades físicas como mentales.” La visión de la psiquiatra nos invita a repensar no solo cómo descansamos en vacaciones, sino también cómo vivimos el resto del año. Introducir pausas en nuestro día a día, respetar los ritmos del cuerpo, expresar las emociones y evitar el piloto automático pueden ser claves para no colapsar cuando llegue el momento de parar.

martes, 29 de julio de 2025

José Carbonell, psiquiatra: "Si no esperas nada de nadie, cuando desaparezcan no te dolerá y sabrás que has hecho una buena acción"

 CHRISTIAN JIMÉNEZ       |       lavanguardia.com       |       27/07/2025

 

El experto ha explicado por qué es mejor no esperar nada de las personas que te rodean

 

Aprender a no esperar nada de los demás se presenta como una lección crucial para la salud emocional y el bienestar interior. Este principio, lejos de promover el aislamiento o la indiferencia, invita a cultivar una independencia afectiva que libera de decepciones y ansiedades innecesarias.

El Dr. José Carbonell Casasús es un destacado psiquiatra español. En uno de sus vídeos más recientes ha hablado de la importancia de no esperar nada de los demás. El doctor ha explicado que uno de los temas más tratados en su consulta es la decepción generada por las expectativas no cumplidas en las relaciones interpersonales.

Decepción. El doctor explica que suele ver a gente decepcionada que tiene un buen corazón y que quieren intentar ayudar o aportar, encontrándose con un muro de ingratitud. Estas personas esperan una reciprocidad en sus acciones que nunca llega y que produce un profundo malestar. 

La clave para evitarlo. El experto recomienda transformar nuestra actitud y no esperar nada de los demás para tener una mayor paz mental: “Si no esperas nada de nadie, cuando esas personas desaparecen de tu vida no te duele”, asegura. 

La recompensa está en la satisfacción internaCuando actuamos desde la bondad y sin esperar nada a cambio, nos encontraremos mejor: “Tú sabes que has hecho una buena acción, tú sabes que estás bien contigo mismo por el hecho de haberte portado bien con esas personas”, comenta.

No escuches cantos de sirena. Carbonell recuerda que dejarse llevar por promesas vacías puede llevar a una gran insatisfacción: “Si vas con esas expectativas, luego no se cumplirán y tú te sentirás mal”, afirma.

 No necesites nada de nadie. La verdadera independencia emocional se construye sobre la base de no depender de nadie: “Si no esperas nada de nadie, no debes nada a nadie, no necesitas nada de nadie. Tú eres independiente y autónomo en tu felicidad, en tu autoestima y eso es lo más importante”, termina diciendo. 

domingo, 27 de julio de 2025

El antidepresivo natural que tienes en tu cocina (y que la psiquiatría respalda)

L. G      |      diariovasco.com        |           04/07/2025

«En depresiones leves o moderadas, el azafrán ha demostrado tener una eficacia similar a la fluoxetina», afirma el doctor Alejandro Martínez Rico


«¿Y si te dijera que en tu despensa tienes un potentísimo antidepresivo y nunca nadie te lo ha contado?», lanza el psiquiatra Alejandro Martínez Rico en uno de sus últimos vídeos en redes sociales. No habla de un nuevo medicamento ni de un suplemento milagroso, sino de algo tan cotidiano como inesperado: el azafrán, esa especia de color rojo intenso que suele dar sabor y color al arroz.

Lo que durante siglos ha sido considerado un tesoro culinario, hoy comienza a ganar protagonismo en el campo de la salud mental. El azafrán, también conocido como oro rojo, se extrae de los estigmas de la flor Crocus sativus, y según el doctor Martínez Rico, posee propiedades con un potencial terapéutico comparable al de los antidepresivos convencionales.

 

«En depresiones leves o moderadas, el azafrán ha demostrado tener una eficacia similar a la fluoxetina, pero siendo un producto completamente natural y, en muchos casos, mejor tolerado», explica el especialista.

El azafrán es una planta utilizada desde hace siglos por sus propiedades medicinales. Sus «hilitos rojos», conocidos como estigmas, se recolectan a mano y se secan cuidadosamente, lo que contribuye a su elevado valor en el mercado.

Lo que muchos desconocen es que más allá de su uso en la cocina, estos estigmas contienen principios activos con una capacidad sorprendente para influir en el estado de ánimo.

Numerosos estudios clínicos respaldan sus efectos beneficiosos sobre la salud mental. Según Martínez Rico, su uso puede marcar una diferencia real en personas que sufren trastornos emocionales leves:

¿Para qué sirve el azafrán?

·        Mejora el estado de ánimo en personas con depresión leve o moderada.

·        Reduce la ansiedad y el nerviosismo.

·        Regula la serotonina, conocida como la «hormona de la felicidad».

·        Tiene una eficacia comparable a ciertos antidepresivos, como la fluoxetina (según diversos estudios publicados en revistas científicas)

 

«Es una herramienta muy valiosa cuando buscamos enfoques más integrales o naturales para ayudar a pacientes que están atravesando momentos emocionalmente difíciles», afirma el psiquiatra.

Los efectos terapéuticos del azafrán se deben a compuestos como la crocina y el safranal, que actúan directamente sobre varios sistemas implicados en el equilibrio emocional:

¿Cómo actúa el azafrán en el cerebro?

·        Aumenta la producción de serotonina, mejorando el estado de ánimo.

·        Reduce el estrés oxidativo y la inflamación, dos factores clave relacionados con la depresión.

·        Modula la respuesta al estrés, regulando los niveles de cortisol (la «hormona del estrés»).

·        Estimula la neuroprotección, favoreciendo la regeneración y protección de las células cerebrales.

 

Aunque es posible consumir azafrán en la cocina, la cantidad necesaria para obtener efectos terapéuticos es mucho mayor que la que usamos habitualmente en los platos. Por eso, se recomienda el consumo en cápsulas.

¿Cómo se toma y en qué dosis?

·        Dosis recomendada: 30 mg diarios (generalmente divididos en dos tomas de 15 mg).

·        Forma ideal: cápsulas estandarizadas de extracto de azafrán, disponibles en farmacias y tiendas especializadas.

 

«Una pizca en la paella es deliciosa, pero no alcanza la dosis terapéutica. Para efectos clínicos reales, hay que recurrir al extracto concentrado en cápsulas», puntualiza Martínez Rico.

En general, el azafrán es muy bien tolerado y seguro para la mayoría de personas. Sin embargo, como cualquier sustancia con efecto fisiológico, no está exento de posibles efectos secundarios:

¿Es seguro?

·        Leves: náuseas, somnolencia o dolor de cabeza en algunos casos.

·        Contraindicado durante el embarazo o la lactancia.

·        Si tomas medicación, especialmente antidepresivos o ansiolíticos, es fundamental consultar antes con un médico o psiquiatra.

 

¿Puede sustituir a un antidepresivo?

«El azafrán no debe sustituir un antidepresivo sin supervisión médica. Puede ser una alternativa en casos leves o un complemento, pero jamás se deben tomar decisiones de este tipo sin orientación profesional», advierte el doctor.

viernes, 25 de julio de 2025

Rafael Santandreu, psicólogo: "La mejor etapa en la vida de una persona es cuando empieza a pensar bien"

CHRISTIAN JIMÉNEZ     |         lavanguardia.com        |        11/07/2025

 

Muchos creen que la infancia o la juventud son las etapas más felices de la vida pero el experto sostiene que no es así

 

Al preguntarle a alguien por el momento más feliz de su vida, las respuestas rara vez apuntan al presente. Suelen mirar al pasado, como si la plenitud solo pudiera existir en el territorio seguro de los recuerdos. La niñez se idealiza por su inocencia, la juventud por la fuerza de sus emociones, y la madurez por la perspectiva y la serenidad que el tiempo otorga.

El psicólogo Rafael Santandreu, en una de sus últimas publicaciones, ha compartido una interesante reflexión sobre cuál es la mejor etapa en la vida de una persona: “Creo que muchos nos dirán la niñez o la primera juventud, pero esa no es la respuesta correcta o la que más me gusta a mi”, empieza diciendo. 

“Lo mejor es que no depende de la edad”      -      “¡Puede empezar hoy mismo!”

El secreto no está en la edad, sino en un cambio de mentalidad. Santandreu defiende que la verdadera felicidad llega cuando se produce una transformación interna: “La que yo creo es que la mejor etapa de la vida de una persona es cuando empieza a pensar correctamente, a dejar de quejarse y apreciar las cosas increíbles, mágicas, incluso espirituales, que hay a tu alrededor en cada momento”, afirma.

La clave está en una decisión consciente. El experto sostiene que la mejor etapa no se mide en años, sino en actitud: “Cuando decides hacer esto, te pones a hacerlo con toda intensidad y toda profundidad empieza a hacer efecto en tu mente. Esa empieza a ser la mejor etapa de tu vida, mucho mejor y más feliz e intensa de cuando eras niño, eras adolescente o cuando sea. Cuando empiezas a pensar correctamente”, termina diciendo. 

Reflexión. No se trata tanto de la edad que marca el calendario, sino del despertar interior que nos permite valorar lo esencial. Porque, al final, la felicidad no siempre depende de lo que tenemos o de lo que perdimos, sino de cómo elegimos mirar.

miércoles, 23 de julio de 2025

Puntuaciones genéticas y salud mental: ¿cúan cerca estamos de una psiquiatría de precisión?

JAVIER GRANDA REVILLA      |     elconfidencial.com      |      19/07/2025


Un nuevo estudio recalca que el riesgo genético para los trastornos del estado de ánimo interactúa con factores ambientales

 

Una revisión integral de decenas de estudios ya publicados ha servido para aclarar el papel de los marcadores genéticos en los trastornos del estado de ánimo y cómo influyen en los resultados del tratamiento y las características clínicas en las principales enfermedades psiquiátricas.

El análisis, publicado en la revista científica Genetic Psychiatry, revela que, aunque las puntuaciones poligénicas actualmente muestran un poder predictivo modesto, demuestran patrones consistentes que eventualmente podrían contribuir a una atención psiquiátrica más personalizada. Estas puntuaciones son estimaciones de riesgo de desarrollar una enfermedad específica, basadas en la información genética de cada paciente.

La investigación ha sido realizada por el profesor Alessandro Serretti de la Universidad Kore de Enna en Sicilia, Italia: analizó estudios que abarcan desde 2013 hasta 2025, examinando cómo las puntuaciones poligénicas para el trastorno depresivo mayor y el trastorno bipolar se relacionan con los resultados del tratamiento.

La revisión encontró que las puntuaciones poligénicas más altas para la depresión se correlacionan consistentemente con peores resultados de tratamiento en múltiples trastornos. Así, los pacientes con riesgo genético elevado para la depresión mostraron mayor probabilidad de no tener respuesta a medicamentos como antidepresivos, estabilizadores del estado de ánimo, antipsicóticos. Además, tenían menores tasas de remisión y mayor resistencia al tratamiento en depresión mayor, trastorno bipolar y esquizofrenia. Este patrón se mantuvo en poblaciones diversas y enfoques de tratamiento, sugiriendo una relación biológica genuina más que un artefacto estadístico.

 

"La mayoría de los estudios apuntan a una relación modesta pero consistente entre las puntuaciones poligénicas de trastorno depresivo mayor y los resultados del tratamiento antidepresivo", señaló el Profesor Serretti. "Una mayor carga poligénica para la depresión se correlaciona con una mayor probabilidad de no respuesta, no remisión o resistencia a las terapias antidepresivas convencionales".

Además, el efecto perjudicial se observó, aunque con evidencia menos sólida, también para los resultados del tratamiento del trastorno bipolar y la esquizofrenia.

Las puntuaciones poligénicas para el trastorno bipolar mostraron efectos más matizados: mientras que estos marcadores demostraron valor predictivo limitado para la respuesta a antidepresivos en la depresión unipolar, revelaron patrones intrigantes en el tratamiento del trastorno bipolar. Por un lado, puede asociarse con mejores resultados educativos o mayor funcionamiento cognitivo; por otro, puede predisponer a dimensiones psicóticas en contextos específicos.

Esta evidencia destaca cómo la susceptibilidad genética al trastorno bipolar no confiere resultados negativos de manera uniforme y puede, en algunos contextos, ser ventajosa.

Influencia de los factores ambientales

El análisis descubrió evidencia convincente de que el riesgo genético para los trastornos del estado de ánimo interactúa con factores ambientales. Los estudios mostraron consistentemente que individuos con mayor riesgo genético para la depresión reportaron mayor exposición a eventos vitales estresantes y demostraron mayor vulnerabilidad a condiciones ambientales adversas.

Por el contrario, el riesgo genético para el trastorno bipolar a veces se asoció con resultados positivos, incluyendo mejores resultados educativos y mejor rendimiento cognitivo en ciertas poblaciones. Esta dualidad refleja la complejidad de la genética psiquiátrica, en la que las mismas variantes genéticas pueden conferir tanto riesgos como ventajas, dependiendo del contexto.

¿Podrían estas interacciones gen-ambiente explicar por qué algunos pacientes con perfiles genéticos similares experimentan trayectorias clínicas tan diferentes? La investigación sugiere que la susceptibilidad genética puede influir no solo en el riesgo directo de enfermedad sino también en la probabilidad de encontrar estresores ambientales que modifiquen aún más los resultados.

A pesar de los hallazgos consistentes, la utilidad clínica de las puntuaciones poligénicas actuales sigue siendo limitada. Incluso cuando son estadísticamente significativos, estos marcadores genéticos típicamente explican menos del 1% de la varianza en los resultados del tratamiento.

El Profesor Serretti ha recalcado que las puntuaciones poligénicas deberían considerarse actualmente como marcadores predictivos incrementales más que como herramientas de decisión clínica. "Aunque estas puntuaciones son prometedoras, su poder explicativo adicional más allá de los predictores clínicos convencionales a menudo permanece marginal", ha indicado.

Investigación basada en datos de Europa

La revisión destacó una limitación crítica en la investigación actual: la mayoría de los estudios de asociación del genoma completo que subyacen a estas puntuaciones poligénicas se han realizado en poblaciones de ascendencia europea. Esto crea desafíos significativos para implementar la predicción genética en poblaciones del resto del mundo,

Estudios recientes en poblaciones asiáticas, particularmente muestras Han chinas, han mostrado direcciones de efecto ampliamente consistentes para las puntuaciones poligénicas de depresión. Sin embargo, las diferencias entre poblaciones pueden alterar sustancialmente la precisión predictiva cuando se aplican puntuaciones derivadas de muestras europeas en otros lugares. Por este motivo, el trabajo recalca la necesidad de realizar estudios grandes y étnicamente heterogéneos.

Utilidad de la Inteligencia Artificial

La inteligencia artificial se está convirtiendo en una gran aliada en este tipo de estudios, que combinan puntuaciones poligénicas con datos clínicos, usando técnicas de aprendizaje automático. Así, se ha logrado mejoras sustanciales en la predicción de resultados: algunos estudios lograron explicaciones de varianza del 4-5% al integrar información genética y clínica, comparado con 1-2% para marcadores genéticos solos.

El estudio, en su síntesis, muestra varias direcciones de investigación prometedoras. La más destacada es que los estudios de asociación del genoma completo en curso con tamaños de muestra más grandes y métodos estadísticos mejorados están mejorando la precisión de las puntuaciones poligénicas. Además, los investigadores están desarrollando enfoques más sofisticados que consideran la heterogeneidad dentro de los diagnósticos psiquiátricos. La integración con medidas neurofisiológicas, como biomarcadores de electroencefalograma, y la investigación de interacciones gen-por-ambiente ofrecen vías adicionales para mejorar la predicción. Algunos estudios han comenzado a explorar también cómo el riesgo genético modula el impacto del trauma infantil, exposición al estrés y otros factores ambientales en los resultados psiquiátricos.

Bases futuras

Aunque la implementación clínica inmediata de estos hallazgos es prematura, esta investigación establece bases importantes para enfoques futuros de psiquiatría de precisión. Los patrones consistentes observados en los estudios sugieren que los factores genéticos influyen de manera genuina en la respuesta al tratamiento, incluso si las mediciones actuales capturan solo una fracción de esta influencia.

Los hallazgos también destacan la importancia de considerar factores ambientales junto con el riesgo genético: los pacientes con alta susceptibilidad genética para la depresión pueden beneficiarse de intervenciones ambientales más intensivas o monitorización mejorada para la exacerbación de síntomas relacionados con el estrés.

A medida que mejore la predicción poligénica, estas herramientas podrían, en un futuro, apoyar la toma de decisiones clínicas a través de la estratificación del riesgo o la selección del tratamiento. Sin embargo, tales aplicaciones requerirán investigación adicional sustancial, incluyendo ensayos controlados aleatorios que demuestren tanto utilidad clínica como coste-efectividad.

La revisión subraya tanto la promesa como las limitaciones actuales de los enfoques genéticos para la predicción del tratamiento psiquiátrico. Aunque las puntuaciones poligénicas para los trastornos del estado de ánimo muestran asociaciones consistentes con los resultados clínicos, traducir estos hallazgos a la práctica clínica rutinaria requiere avances metodológicos continuos, expansión de la diversidad ancestral e integración con evaluación clínica integral.

lunes, 21 de julio de 2025

Enrique Rojas, psiquiatra español, propone 3 estrategias para calmar la mente y reducir la ansiedad

Francisco González Tomadin        |      infobae.com      |     27/06/2025

En una reciente publicación en redes sociales, el referente de la salud mental compartió recomendaciones prácticas para abordar situaciones emocionales difíciles

El psiquiatra Enrique Rojas ha consolidado su nombre como uno de los referentes españoles en el campo de la salud mental. Reconocido por su extensa labor académica y divulgativa sobre la mente humana y los estados emocionales, recurre frecuentemente a sus redes sociales para acercar herramientas y consejos a un público amplio.

En una reciente publicación en Instagram, el experto compartió una serie de recomendaciones concretas para aprender a valorar lo que nos ocurre y, desde esa perspectiva, aliviar la ansiedad.

Rojas parte de una premisa sencilla, pero poderosa: muchas veces, la ansiedad surge porque las personas no logran otorgar a los acontecimientos el valor real que tienen, convirtiendo pequeñas adversidades en asuntos de mayor magnitud de la justificada.

Por este motivo, propone tres premisas básicas que, aplicadas en lo cotidiano, pueden ayudar a calmar la mente y combatir el estado de alerta permanente.

Saber valorar los sucesos con una visión larga

Como primera premisa, el psiquiatra subraya la importancia de mirar los acontecimientos con una “visión larga”. Esto implica evitar reducir nuestra percepción únicamente a la experiencia o emoción inmediata.

Según Rojas, quedarse solo con el aspecto negativo de un momento o circunstancia contribuye al desarrollo de la ansiedad, puesto que permite que ese hecho ocupe espacio mental de forma desproporcionada.

El especialista explica que, al distanciarse del presente adverso y situar cada evento en una perspectiva más amplia, muchas situaciones pierden su poder desestabilizador.

Adoptar este enfoque ayuda a entender que lo que hoy parece inquietante, en algunos días o semanas probablemente será solo un recuerdo. Rojas destaca que el ejercicio consiste en contextualizar los hechos, sin dejar que el malestar momentáneo opaque el resto de la vida. Así, la mente aprende a mitigar su reacción y a recuperar el equilibrio emocional.

Desdramatizar

La segunda estrategia propuesta por Enrique Rojas consiste en aprender a desdramatizar los acontecimientos. En su análisis, alerta sobre la tendencia social actual a exagerar los problemas y convertir casi cualquier dificultad en una tragedia personal. Según el psiquiatra, esta actitud genera una mentalidad que transforma las dificultades cotidianas en amenazas desproporcionadas.

Desdramatizar no significa ignorar los problemas ni fingir que todo está bien, sino, por el contrario, ubicarlos en su justa dimensión. Rojas subraya la relevancia de analizar los conflictos con realismo y sin caer en adornos trágicos o pensamientos catastrofistas.

Hablar de los problemas de forma más racional también modifica la experiencia emocional asociada: al cambiar el lenguaje con el cual se describen las dificultades, cambia la manera en que la mente los procesa y, por ende, la intensidad emocional disminuye. El psiquiatra insiste en que una mente capaz de desdramatizar contará siempre con mejores recursos para mantener la calma.

El uso consciente de las redes sociales

Enrique Rojas ha señalado que las redes sociales, bien gestionadas, pueden convertirse en una herramienta sumamente positiva.

Según su perspectiva, estas plataformas posibilitan múltiples beneficios, como mantener la comunicación, acceder a servicios diversos y estar informados sobre los últimos acontecimientos.

Sin embargo, Rojas advierte sobre los efectos adversos que puede acarrear el uso inadecuado de estos medios.

El psiquiatra identifica un riesgo claro en la forma en que la exposición constante e indiscriminada puede provocar estados de ansiedad que, en ocasiones, derivan en cuadros depresivos.

Al respecto, destaca el caso particular de los jóvenes, quienes, al permanecer atrapados entre plataformas como TikTok y un consumo ininterrumpido del móvil, pueden ver afectado su bienestar psíquico y emocional.

En su análisis, el experto también reconoce los aportes positivos derivados de un manejo equilibrado y atento de la tecnología digital. Insiste en que el uso adecuado de las redes sociales fomenta la creatividad y contribuye al crecimiento personal.

Dentro de estas dinámicas, incluso la inteligencia artificial es valorada como una “parte de la mecánica informativa que producirá unos avances extraordinarios”, abriendo ventanas a nuevas formas de conocimiento y desarrollo individual.