viernes, 25 de julio de 2025

Rafael Santandreu, psicólogo: "La mejor etapa en la vida de una persona es cuando empieza a pensar bien"

CHRISTIAN JIMÉNEZ     |         lavanguardia.com        |        11/07/2025

 

Muchos creen que la infancia o la juventud son las etapas más felices de la vida pero el experto sostiene que no es así

 

Al preguntarle a alguien por el momento más feliz de su vida, las respuestas rara vez apuntan al presente. Suelen mirar al pasado, como si la plenitud solo pudiera existir en el territorio seguro de los recuerdos. La niñez se idealiza por su inocencia, la juventud por la fuerza de sus emociones, y la madurez por la perspectiva y la serenidad que el tiempo otorga.

El psicólogo Rafael Santandreu, en una de sus últimas publicaciones, ha compartido una interesante reflexión sobre cuál es la mejor etapa en la vida de una persona: “Creo que muchos nos dirán la niñez o la primera juventud, pero esa no es la respuesta correcta o la que más me gusta a mi”, empieza diciendo. 

“Lo mejor es que no depende de la edad”      -      “¡Puede empezar hoy mismo!”

El secreto no está en la edad, sino en un cambio de mentalidad. Santandreu defiende que la verdadera felicidad llega cuando se produce una transformación interna: “La que yo creo es que la mejor etapa de la vida de una persona es cuando empieza a pensar correctamente, a dejar de quejarse y apreciar las cosas increíbles, mágicas, incluso espirituales, que hay a tu alrededor en cada momento”, afirma.

La clave está en una decisión consciente. El experto sostiene que la mejor etapa no se mide en años, sino en actitud: “Cuando decides hacer esto, te pones a hacerlo con toda intensidad y toda profundidad empieza a hacer efecto en tu mente. Esa empieza a ser la mejor etapa de tu vida, mucho mejor y más feliz e intensa de cuando eras niño, eras adolescente o cuando sea. Cuando empiezas a pensar correctamente”, termina diciendo. 

Reflexión. No se trata tanto de la edad que marca el calendario, sino del despertar interior que nos permite valorar lo esencial. Porque, al final, la felicidad no siempre depende de lo que tenemos o de lo que perdimos, sino de cómo elegimos mirar.