L. G. | diariovasco.com | 10/07/2025
Sostiene que el hábito de quejarnos constantemente nos convierte en personas más neuróticas, más ansiosas y más deprimidas
«Dejar de quejarse, que ya está bien», afirma con firmeza el psicólogo y divulgador Rafael Santandreu, quien ha vuelto a sacudir las redes con un mensaje claro y provocador: la queja no solo no sirve, sino que nos está enfermando. El autor de 'El arte de no amargarse la vida' sostiene que el hábito de quejarnos constantemente nos convierte en personas más neuróticas, más ansiosas y más deprimidas. Según el especialista, «nos invade el hábito malicioso de quejarnos… y ya se lía».
Rafael Santandreu propone
un cambio radical en nuestra forma de afrontar la vida cotidiana: desactivar la
queja como si fuera una alarma inútil. «Tendremos más de 20.000 adversidades a
lo largo de nuestra vida, desde pisar una caca de perro hasta que te encuentren
una enfermedad seria. Todas las tendremos. Y hay gente que es feliz y hay gente
que no. ¿De qué depende? De su diálogo interno. De que se quejen… o se nieguen
a hacerlo. Yo prefiero estar en el grupo de los que no».
El psicólogo recuerda el
ejemplo del físico Stephen Hawking como un modelo de resiliencia sin queja.
«Durante la mayor parte de su vida tuvo ELA, no podía moverse en absoluto, y
aun así fue una persona muy feliz. Tenía un lema: 'Quejarse es inútil y una
pérdida de tiempo. No lo pienso hacer'.».
«Las emociones más suaves posibles»
Para Santandreu, la clave
está en entrenar el diálogo interno como quien va al gimnasio. «Si alguien te
dice algo desagradable en el trabajo y tú te pones furibundo, estás
amplificando el malestar. No lo hagas. Minimiza la queja en cuanto puedas.
Puedes decirte: 'vale, esto no me ha gustado, pero no es el fin del mundo ni
una guerra nuclear'».
El psicólogo y divulgador lanza una advertencia: quejarse no solo intensifica nuestras emociones negativas, sino que también complica las relaciones personales. «Cuando te quejas, las otras personas sobre reaccionan también. No nos dan lo que queremos y se arma un pollo. Es mucho mejor aprender a tener siempre las emociones más suaves posibles. Luego, las cosas se arreglan mucho mejor».