ANNA CALPE | lavanguardia.com | 25/07/2025
La reconocida doctora explica que no se trata solo de una cuestión física o viral, sino también emocional, y aunque parezca una casualidad, explica que hay una razón que conecta el cuerpo con la mente
Llega el verano, las
vacaciones, y de repente aparece un resfriado, una gastroenteritis, dolores
musculares o una sensación de tristeza que no esperábamos. “A todos nos ha
sucedido, a mí por supuesto”, admite la psiquiatra Marian Rojas Estapé. La
reconocida doctora explica que no se trata solo de una cuestión física o viral,
sino también emocional, y aunque parezca una casualidad, explica que hay una
razón que conecta el cuerpo con la mente.
Según Rojas, pasamos buena parte del año funcionando en
modo “supervivencia”, dominados por el sistema nervioso simpático, con altos
niveles de cortisol. Este sistema forma parte del sistema se encarga de
regular funciones involuntarias del cuerpo, como la frecuencia cardíaca, la
respiración, la digestión y la sudoración. Además es el responsable de activar
la respuesta de “lucha o huida” ante situaciones de estrés, peligro o esfuerzo.
“Vivimos siempre en alerta,
gestionando problemas, corriendo detrás de tareas, intentando cumplir con todo,
con ese famoso cortisol haciendo de las suyas, porque siempre estamos luchando
contra algo, sea real o imaginario”, explica la psiquiatra.
En ese estado de estrés crónico, el cuerpo actúa como una barrera protectora. “Es como si tu organismo hubiera estado aguantando para que no te enfermes durante el año”, dice Rojas. Pero cuando por fin paramos, el sistema inmune “baja la guardia” y el cuerpo se permite sentir lo que había estado silenciando. Entonces surgen los síntomas: enfermedades, tensión acumulada, fatiga o una vulnerabilidad emocional profunda. Esto también explica por qué algunas personas se sienten tristes al inicio de las vacaciones sin ninguna razón aparente.
Rojas lo define como una “tristeza pegajosa” que
aparece cuando el cuerpo ya no está en modo alerta y la mente comienza a
procesar lo no dicho. “Muchas tristezas provienen de estados de alerta
mantenidos”, advierte, y recuerda que el descanso no solo permite al cuerpo
recuperarse, sino que también da espacio a las emociones que hemos evitado
durante meses.
Por ello, Rojas
insiste en la importancia de aprender a escuchar nuestro cuerpo antes de que
sea demasiado tarde y nos enfrentemos a consecuencias mayores. “Me gustaría que
tengas clara una idea: reconocer nuestros límites antes de que el cuerpo los
grite en forma de síntomas o la mente en forma de tristeza, angustia o
insomnio.”
Y lo más importante,
remarca: “El descanso no es un premio, sino una necesidad básica para poder
vivir bien y prevenir tanto enfermedades físicas como mentales.” La visión de
la psiquiatra nos invita a repensar no solo cómo descansamos en vacaciones,
sino también cómo vivimos el resto del año. Introducir pausas en nuestro día a
día, respetar los ritmos del cuerpo, expresar las emociones y evitar el piloto
automático pueden ser claves para no colapsar cuando llegue el momento de
parar.