VALERIA SABATER |
La Mente es Maravillosa | 06/04/2022
La mirada es capaz de transmitir mensajes que van mucho más allá de las palabras. Acá te enseñamos cómo interpretar el lenguaje de los ojos.
Pensemos en algo durante un momento. Si hay algo a lo que dedicamos una buena parte de nuestro tiempo es a comunicarnos con otras personas. Lo hacemos (casi) siempre cara a cara, buscando el contacto visual del otro, sin embargo, le prestamos una mayor atención al mensaje oral, a la palabra, a la calidad del diálogo.
Cuando hablamos del lenguaje de los ojos no nos referimos solo al globo ocular y la pupila. El gran poder expresivo de nuestra mirada se orquesta sobre todo por un complejísimo entramado de nervios y músculos que intervienen en el movimiento de las cejas, los párpados, las sienes, etc.
El
lenguaje de las pupilas
Nuestras pupilas se dilatan cuando vemos algo estimulante o tenemos poca luz. Si algo o alguien nos atrae, es común que la pupila se inunde como una luna llena, inmensa e iluminada por esa emoción, por ese poder de atracción. Sin embargo, cuando nos sentimos ofendidos o vemos algo que nos indigna o nos contraria la pupila se contrae.
Sincronía
visual
Leer las emociones de las personas que nos gustan es algo que a todos nos gustaría poder dominar. Sin embargo, a veces no hace falta ser un experto en lenguaje no verbal para percibir la sintonía que en un momento dado, podemos establecer con un amigo, la persona que nos atrae o incluso con un familiar.
Un
dato curioso que nos explican los expertos sobre este tema es que cuando dos
personas “conectan” se establece también una sincronía visual, es decir, los
gestos visuales se mimetizan y se ponen en marcha unas mismas microexpresiones…
Miradas
a los laterales: tímidos y mentirosos
Todos lo hemos experimentado alguna vez, bien cuando hablamos con algún niño o con una persona muy insegura. En lugar de mantener un contacto visual directo, se escapan por los laterales, en esos rincones donde no encontrarse con nuestro rostro, en esos espacios donde atendernos solo de soslayo, donde refugiar su extrema timidez…
Ahora
bien, es destacable señalar que la personalidad mentirosa también tiene unos
ojos esquivos. No es algo tan evidente como cuando estamos con un perfil tímido
o con ansiedad social, y por ello, debemos poner la máxima atención a la hora
de leer sus emociones e intenciones.
Quien hace uso del engaño no suele mantenernos durante
mucho tiempo la mirada, tarde o temprano la llevará a un lateral, a la derecha
si debe recordar algo y a la izquierda si debe hacer uso de la inventiva.
Para
concluir, tal y como hemos podido deducir, los ojos, las miradas, transmiten
una notable y amplísima variedad de información social y emocional que a veces se nos escapa y
que no siempre es fácil interpretar. A nuestro alcance tenemos, por
ejemplo interesantes estudios y trabajos como “Efectos de
la mirada sobre la percepción de la emoción” del psicólogo Reginald B.
Adams o “Morfología y psicología del ojo humano” de Hisashi Kobayashi, que
nos permitirá profundizar mucho más sobre el tema.
Vale la pena hacerlo.
Nuestras pupilas se dilatan cuando vemos algo estimulante o tenemos poca luz. Si algo o alguien nos atrae, es común que la pupila se inunde como una luna llena, inmensa e iluminada por esa emoción, por ese poder de atracción. Sin embargo, cuando nos sentimos ofendidos o vemos algo que nos indigna o nos contraria la pupila se contrae.
Leer las emociones de las personas que nos gustan es algo que a todos nos gustaría poder dominar. Sin embargo, a veces no hace falta ser un experto en lenguaje no verbal para percibir la sintonía que en un momento dado, podemos establecer con un amigo, la persona que nos atrae o incluso con un familiar.
Todos lo hemos experimentado alguna vez, bien cuando hablamos con algún niño o con una persona muy insegura. En lugar de mantener un contacto visual directo, se escapan por los laterales, en esos rincones donde no encontrarse con nuestro rostro, en esos espacios donde atendernos solo de soslayo, donde refugiar su extrema timidez…
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