lunes, 3 de abril de 2023

La alexitimia y su trascendencia clínica y social


FRANCISCO ALONSO-FERNÁNDEZ    |      Scielo.org.mx

La alexitimia (AL) se define como un déficit comunicativo emocional, asociado con el pensamiento operacional, alta impulsividad y copiosas sensaciones corporales. AL es un frecuente perfil masculino (prevalencia del 10%). En su etiología participan factores cerebroorgánicos, psíquicos o sociales.

I. ANTECEDENTES PSICOSOMÁTICOS DE LA ALEXITIMIA

Casi desde el principio se observó que la presencia de la Alexitimia (AL) en los enfermos psicosomáticos no era constante y que tampoco era un dato específico, puesto que además de alcanzar en la población general una tasa de cierto relieve, su prevalencia era aún más alta en diversos tipos de enfermos físicos o psiquiátricos no encuadrados en la esfera de los enfermos psicosomáticos clásicos.

El fracaso de la psicoterapia verbal en los enfermos psicosomáticos fue atribuido por Rüsch, en un trabajo publicado en 1948 en la revista americana de medicina psicosomática, a que estos enfermos tenían una especial falta de habilidad para descargar sus tensiones emocionales por medio de la palabra, el símbolo o el gesto, porque eran especialmente propensos a utilizar los canales somáticos como única vía disponible para la descarga de sus emociones. Atribuyó esta falta de habilidad a una inmadurez emocional enmarcada en una personalidad infantil.  

II. EL PERFIL DE LA PERSONALIDAD ALEXITÍMICA

El concepto AL fue tomando gradualmente, a partir del radical etimológico señalado, un sentido más global, en forma de un perfil de personalidad, que abarca datos afectivos, cognitivos, psicomotores y somáticos. He aquí la enumeración de los rasgos personales más importantes:

• Incapacidad de identificar, reconocer, nombrar o describir las emociones o los sentimientos propios, con especial dificultad para hallar palabras para describirlos.

• Pobreza en la expresión verbal, mímica o gestual de las emociones o los sentimientos.

• Falta de captación de las emociones o los sentimientos ajenos (trastorno de la empatia).

• Pensamiento muy concreto y pragmático, con dificultades para el pensamiento abstracto.

• Reducción o anulación de la fantasía, los sueños o ensueños y la vida imaginativa.

• Falta de capacidad para la introspección y la creatividad.

• Inclinación al aislamiento, sin tener sensación de soledad.

El núcleo semiológico del perfil de la personalidad alexitímica reside en la afectividad, en forma de una incapacidad para identificar, reconocer, describir o nombrar los sentimientos o las emociones propias y de una dificultad para captar los estados emocionales ajenos, o sea, en conjunto una conciencia emocional precaria. 

Hoy, el concepto global de AL posee una especial trascendencia social y clínica. 

III. LA TRASCENDENCIA SOCIAL DE LA ALEXITIMIA

La AL opera como una variable perturbadora de la interacción social. La trascendencia social de la AL consiste en actuar como fuente de problemas en las relaciones interpersonales por razón del trastorno comunicacional y la penuria emocional o la falta de empatía, a lo que se agrega con frecuencia la descarga de emociones negativas o una acción impulsiva. Todo lo cual denuncia al sujeto alexitímico como responsable del sufrimiento de los demás y poco dotado para el éxito en la vida social.

En la relación de pareja el hombre alexitímico, con un comportamiento habitual serio, reservado e independiente, se convierte en un agente frustrante para su compañera.

El trabajador alexitímico inspira recelo a sus compañeros como el más antipático y distante del grupo y el más amenazado por razones obvias por la pérdida del empleo.

El jefe alexitímico es una figura laboral poco estimada por lo general por sus subordinados, al ejercer su función con despotismo y desafecto y al tiempo mostrarse poco competente al ser incapaz de asumir y desarrollar proyectos de largo alcance.

La AL es asimismo un serio riesgo para el mismo médico por dos serias razones. En primer lugar, porque la AL y el narcisismo –con algunos rasgos comunes entre ambos–son los dos perfiles personales más incompatibles para el ejercicio de la medicina, puesto que ambos hacen imposible la actitud altruista, que, como yo mismo he puesto de relieve en el libro ¿Por qué trabajamos?,7 es la esencia del espíritu médico.

¿Y qué decir de la presencia de la AL en los enfermos? 

IV. EL ENFERMO ALEXITÍMICO

La AL interviene como una variable de riesgo, predisponente, determinante o precipitante, para el enfermar psíquico o físico, utilizando una de estas cuatro vías: la somatización o expresión de las emociones o los sentimientos en forma de signos somáticos; el predominio de la experiencia emocional elemental negativa, tipo hostilidad; la mala calidad de vida, y la degradación de las experiencias interaccionadas con los otros.

El alexitímico es el sujeto somatizador por excelencia. No sólo vierte con preferencia o de modo exclusivo sus emociones y sentimientos por un canal somático, sin ser capaz de diferenciar la emoción en sí de sus signos somatizados, ni de discriminar el sufrimiento emocional del dolor físico, dado que por su condición hiperestésica, experimenta todos los fenómenos corporales de un modo especialmente mortificante.

Por su parte, el enfermo depresivo muestra una profunda afinidad sintomatológica con la AL, tanta que muchas veces podría considerársele como el alexitímico espurio arquetípico. La abundancia de síntomas somáticos primarios –que no son somatizaciones pero pueden confundirse con ellas–, el predominio de las emociones negativas y la pérdida de la sintonización con los demás o con el espacio exterior son un trío sintomatológico que convierte a muchos enfermos depresivos en supuestos alexitímicos transitorios.

El alto porcentaje de AL en la población femenina registrado en algunos estudios epidemiológicos pudiera deberse a haber descuidado establecer las diferencias entre la mujer alexitímica y la mujer depresiva.

La acumulación de AL entre los enfermos adictivos pudiera atribuirse, según estos autores, a que <<la dependencia por un objeto humano se sustituye por la dependencia por un objeto exterior, gracias a la disponibilidad inmediata de este objeto como fuente de placer autárquico>>. También podría especularse con la idea de que el sujeto alexitímico recurre al objeto adictivo, lanzado por la búsqueda de sensaciones para compensar su falta de capacidad para experimentar emociones.

En cuanto a la posible intervención de la AL como un factor adictógeno en las adicciones psicosociales patológicas, se concentra, según los conocimientos actuales, en los tipos adictivos siguientes: el obeso asociado con hiperfagia adictiva, el subtipo de adicto al sexo promiscuo o anónimo, el adicto al cibersexo, el ludópata adictivo y el adicto al trabajo.

Aunque la AL no se acompaña siempre de somatizaciones, hay un amplio sector de alexitímicos somatizadores o polarizados en una actitud hipocondriaca. Por tanto, hay que contar con una nutrida presencia de la AL entre los hipocondriacos genuinos.

V. LA ETIOLOGÍA DE LA ALEXITIMIA

Sobre la base de que hay sujetos con AL ya en el curso del desarrollo infantojuvenil y otros que adquieren la AL en la edad adulta o involutiva, Freyberger (1977) distinguió dos modalidades esenciales de AL: la AL primaria y la AL secundaria. 

La clave neurobiológica de la AL reside en una conexión funcional insuficiente entre ambos hemisferios cerebrales.

Las causas infantojuveniles de la alteración funcional u orgánica del cuerpo calloso se distribuyen entre la herencia, el proceso cerebral orgánico y la carencia afectiva.

La lesión cerebral determinante de AL primaria puede acontecer durante el desarrollo intrauterino en la figura de una displasia cerebral genética o adquirida, o en la primera edad infantil, en forma de un traumatismo craneoencefálico, una encefalitis, un tumor cerebral o un proceso neurodegenerativo.

La carencia afectiva o la falta de cuidado maternal durante los dos o tres primeros años de vida es un factor que puede inhibir o perturbar el desarrollo cerebral perpetuando la escisión parcial o total entre ambos hemisferios.

La hipótesis de la lateralización cerebral en forma de un predominio del hemisferio derecho o del izquierdo, ha suscitado una polémica notable sobre las diferencias funcionales entre ambos hemisferios. A este respecto, resulta apasionante indagar cómo se establece en el alexitímico la relación entre ambos hemisferios cerebrales.

El examen de la repartición de funciones entre ambos hemisferios, a la luz de las últimas observaciones clínicas y morfológicas, permite mantener que el hemisferio izquierdo está más especializado en los sentimientos positivos y el derecho más implicado en los sentimientos negativos. Algo así, como si el hemisferio izquierdo fuera el órgano de la euforia y el placer, y el hemisferio derecho la sede de la tristeza y el displacer.

Para apoyar esta nueva idea sobre la repartición de funciones entre ambos hemisferios, se agolpan los datos clínicos y morfológicos que denotan en los alexitímicos y en los depresivos la presencia de un hemisferio izquierdo hipoactivo o hipoexcitable asociado con un hemisferio derecho sobreactivo o dominante.

Por tanto, puede hoy admitirse que una vez interrumpida la conexión interhemisférica se invierte el grado de actividad proporcional entre los hemisferios convirtiéndose en dominante el hemisferio derecho.

El concepto de la AL secundaria, aquella de aparición tardía, se ha manejado en ocasiones con escaso rigor, sin tener en cuenta que la AL no tiene una naturaleza estructural reactiva o neurótica.

Un grupo familiar muy cohesionado o coherente puede adquirir características alexitímicas cuando afronta circunstancias materiales extremadamente difíciles, llevado por el común esfuerzo de ajustarse a la situación. El embargo de una comunidad familiar por elementos alexitímicos se debe casi siempre a la hiperadaptación a un ambiente sumamente desfavorable o al sometimiento al mismo, y no a un factor hereditario como pudiera presuponerse.

Entre la AL genuina y la AL espuria se interpone la AL situativa, producto de una situación distresante, como puede ser el caso del médico sometido a emergencias negativas reiteradas. 

VI. DETECCIÓN Y ORIENTACIÓN TERAPEÚTICA DE LA ALEXITIMIA

Contando con que el médico examinador no sea alexitímico, y como hemos visto no suele serlo porque si tal aconteciera todos los enfermos le parecerían secos y aburridos, la impresión de encontrarse ante un paciente que habla lentamente, con una tremenda monotonía y se pierde en detalles transmitiendo pesadez, es un dato muy válido para sospechar en principio que nos encontramos ante un paciente alexitímico.

En todo enfermo sospechoso de AL, el médico dispone para verificar su sospecha de la captación de cuatro constructos objetivables, que son como los pilares clínicos de la AL: la falta de verbalización de las emociones; la incapacidad para ofrecer reacciones emocionales, salvo la hostilidad o el enfado; el tipo de pensamiento lento, exterior y prolijo, y la ausencia de imaginación asociada con la escasez de ensoñaciones diurnas o de sueños nocturnos. La precariedad de la conciencia emocional puede alcanzar en el alexitímico distintos niveles, para cuya determinación el índice más fiable se encuentra en la dificultad para encontrar las palabras adecuadas al tratar de describir o enumerar el sentimiento o la emoción experimentada por él o por otra persona. Se dispone hoy de una serie de escalas o cuestionarios para la evaluación psicométrica de la AL.

Es este un momento muy oportuno para insistir por mi parte en el rechazo del manejo autoadministrado o autoevaluado de cualquier test. Toda prueba psicométrica de AL manejada o evaluada sin la presencia o el control directo de un experto ofrece unos resultados carentes de fiabilidad. Incluso, el manejo de estas pruebas en la investigación epidemiológica exige la intervención directa del experto durante su realización y al final en la evaluación de los resultados.

El inicio del tratamiento del alexitímico requiere la existencia de una motivación o una solicitud. La demanda de tratamiento puede partir del médico, de algún familiar muy machacado por el alexitímico o de él mismo para poner remedio a sus somatizaciones o a la patología asociada de tipo físico o mental. Pero si no existe la petición propia o ajena referida, la terapia del alexitímico no podrá concretarse en nada, ante un sujeto que no se queja ni reclama nada.

La psicoterapia selectiva para el alexitímico queda limitada a estas dos modalidades de psicoterapia breve: la psicoterapia interpersonal o al análisis introspectivo.

Con la psicoterapia interpersonal se persigue la reducción de los conflictos personales presentes en una proporción abrumadora en la vida del alexitímico y con el análisis introspectivo se pretende mejorar la restricción de la conciencia emocional (nombrar y expresar las emociones) y enriquecer el pensamiento y la vida imaginaria con la aportación de reflexiones.

En el plano de la socioterapia, el alexitímico puede beneficiarse con el concurso de los contactos personales y la asistencia asidua a un club recreativo para participar en sus actividades. La sujeción a un plan de vida regular, distribuido de forma equilibrada, entre el sueño, el trabajo, la relación con los familiares o los amigos y el ejercicio físico, puede reportarle grandes beneficios, sobre todo si este plan de vida lo comparte con su pareja. No debe olvidarse que la alta susceptibilidad del alexitímico para la patología física proviene en una amplia medida de llevar una vida de mala calidad.

La indicación de psicofármacos en los alexitímicos se ajusta al logro de estos cuatro objetivos: primero, activar los sentimientos positivos; segundo, reducir la hostilidad y los sentimientos negativos; tercer objetivo, inhibir la impulsividad o facilitar el autocontrol, y el cuarto, amortiguar las somatizaciones, dos metas accesibles al empleo de ciertas moléculas psicorreguladoras

La mejoría del alexitímico es accesible, pero exige un gran empeño terapéutico desplegado en los tres frentes comentados: la aplicación de los medicamentos adecuados, la entrega a la modalidad de psicoterapia breve efectiva señalada y una estrategia de vida debidamente planificada.

Tres apretadas conclusiones:

• 1a. La recomendación de retener en la memoria las pistas que hemos dado para reconocer al alexitímico a través del trato familiar, social o laboral, o la entrevista clínica.

• 2a. El giro copernicano registrado en la repartición de funciones entre el cerebro derecho y el izquierdo.

• 3a. La exigencia de efectuar un examen psiquiátrico en la mayor parte de los enfermos somáticos cronificados. En más del 60% de los enfermos somáticos crónicos existe una sobrecarga psicopatológica.

En atención a esta elevada tasa de comorbilidad entre la patología mental y la patología orgánica crónica, se establece el alto interés actual de realizar una revisión psiquiátrica sistemática en todo enfermo somático cronificado.