Aldara Martitegui | Nius Diario |
26/02/2023
No siempre es
posible pirárselas lejos cuando uno ha caído bajo el influjo de una persona
tóxica, explica el psicólogo Tomás Navarro. Sin embargo, la dificultad o la
imposibilidad de huir de una persona que nos hace daño no es el primer ni el
único impedimento para marcar nuestras líneas rojas con una persona tóxica. El
primer obstáculo es siempre reconocer que nos han engañado. Cuesta admitirlo –a
veces incluso varios meses de terapia- porque nos sentimos avergonzados,
explica el psicólogo. “Pero es que no eres tonto por eso, es simplemente que
una persona que juega en otra liga diferente, que es la liga de la manipulación
y la destrucción, te ha engañado”.
De todo ello
habla Tomás Navarro en Tus líneas rojas (Zenith, 2023) un libro en el que nos
da todo tipo de claves para marcar con firmeza y asertividad nuestros límites a
las personas tóxicas de nuestro entorno…porque, aunque no las veamos, aunque
nos cueste admitirlo, ‘haberlas haylas’. Según Navarro estamos rodeados de
toxicidad muchas veces sin saberlo porque esto es lo que tienen las personas
tóxicas: que son tóxicas, no imbéciles. No quieren que sea evidente, no quieren
que todo el mudo les señale con el dedo. Por eso se las ingenian para pasar
desapercibidas.
Además de ser
un verdadero manual de autodefensa emocional frente a perfiles tóxicos, Tus
líneas rojas tiene una interesante peculiaridad que hace a este libro único. A
través de la historia de Carla, una joven 'intoxicada' sutilmente por sus
progenitores durante años, Navarro entra de lleno en un asunto tan necesario
como delicado: el de las familias tóxicas. “Sé que he abierto el melón de las
familias. Era como un tema tabú que nadie quería tocar ni abrir”, asegura.
Ahora hay mucha
más gente frustrada, agobiada, resentida; gente que no puede tener lo que
quiere y que se comporta de una manera más tóxica (Tomás Navarro, psicólogo)
Pregunta: Este
tema de la dificultad de poner límites a personas tóxicas es muy recurrente en
tu consulta y me imagino que en las de muchos otros psicólogos. Esto es
inquietante porque significa que hay muchas personas tóxicas por ahí sueltas.
¿Es como una epidemia?
Respuesta: Hay
muchas, sí. De hecho, en el libro hay un epígrafe que dice algo así: es
psicópata, no tonto. Esto significa que las personas tóxicas pasan
desapercibidas. Clásicamente se ha estimado son un 10% de la población, pero
creo que hay que actualizar esos datos y creo que estaremos en un 20% por
ciento ahora mismo.
P: ¿Por qué
crees que ha aumentado tanto el número de personas tóxicas?
R: Porque
tenemos unas circunstancias ambientales que han provocado un nivel de estrés,
de frustración y de ansiedad más elevados y la gente, cuando está estresada, no
suele sacar su mejor parte sino todo lo contrario. Yo distingo entre rasgo y
estado. Hay gente que es tóxica desde que se levanta hasta que se va a dormir y
fastidia a quien tenga al lado a diestro y siniestro o abusa de quien sea. Pero
luego hay gente que, por cómo le ha ido la vida: se ha quedado sin trabajo, le
han diagnosticado una enfermedad, no puede cambiarse de coche cada año, es como
que se ha amargado, se frustra y resulta tóxica. A lo mejor no es un rasgo de
personalidad tóxico, pero lo que está haciendo ahora mismo sí es tóxico. Como
tenemos un contexto muy duro a nivel económico, guerras, inflación, etc., ahora
hay mucha más gente frustrada, agobiada, resentida; gente que no puede tener lo
que quiere y que se comporta de una manera más tóxica. Entonces, no sé si es el
20, el 25 o el 30%... pero hay que revisar esos datos porque hay muchos.
P: ¿Internet y
las redes sociales también contribuyen a que haya más toxicidad?
R: La gente se
frustra más por ejemplo porque "yo no tengo este cuerpo, no gano tantos
millones como este, no me invitan a Mónaco a no sé qué, mi vida es un
desastre". Ahí tendríamos que ver cómo es de cierto todo eso porque te
estás comparando con elementos que tal vez no sean tan reales. Eso por un lado
y, por otro lado, sin ir más lejos, con la música tenemos canciones de moda que
lanzan unos mensajes como que si puedes estar con cinco tías en una noche mejor
que con una, si puedes manipular a tu pareja, dejarla y hacerle ghosting
mejor…pues claro, esos mensajes están normalizando algo que es muy tóxico. Es
un mensaje que es muy habitual en reguetón y este tipo de música, en
literatura, en series… ¿cuántas series tenemos que son violentas y agresivas y
donde hay malos malísimos y villanos terribles? Se normalizan cosas que no son
normales.
P: En tu libro
dices que el primer obstáculo que las personas encuentran para escapar de una
persona tóxica es que les cuesta reconocer que están bajo el influjo de una
persona tóxica. ¿Por qué ocurre esto?
R: Hay
diferentes motivos, pero hay uno que es el más paradójico, que es el síndrome
de Estocolmo: o me alío con mi maltratador, o voy a pillar mucho más. Es que al
final tengo que convivir cada día con él o con ella, con mi madre, mi padre, mi
pareja, mi jefe. Entonces, o cambio la realidad o cambio mi percepción de la
realidad. Se genera un proceso de disonancia cognitiva por el que dices:
“bueeeeeno, pues no es tan malo, me lo merezco, me podría haber pegado más…”.
En definitiva, es ese “sí, me machaca mucho pero no me tengo que preocupar por
la comida porque me la trae cada día a casa”. He visto muchas parejas de estas
en las que se dicen cosas como “como soy yo quien traigo la comida, como soy yo
el que trabaja, me lo debes todo”.
P: En tu libro
explicas que las personas tóxicas tienen estrategias para que no seas tan
consciente del abuso que están cometiendo…
R: Una persona
tóxica te aísla de tu entorno para que no tengas referentes porque si no, tu
amiga, tu pareja, tu madre, te diría: “pero Tomás, ¿tú no ves lo que están
haciendo contigo?”. Como no tienes ese referente -porque lo primero que hace
esa persona tóxica es aislarte para que no puedas comparar- lo vas dando por
normal. De hecho, hay parejas que dan por normal andar todo el santo día
agobiados por “a ver si se le levanta la ceja, ¿se habrá enfadado?, ¿le habrá
molestado?, no le he llamado…llámale porque si no tendré bronca, no le digas
nada porque se va a enfadar etc…” Estas personas, cuando salen de un entorno
tóxico, abusivo, manipulador, etc. tienen una paz que alucinan. Es como que
están raros y dicen: “¿pero esto es normal?” Sí, la vida tiene que ser
tranquila. Cuando tengas un problema ya lo tendrás, pero la vida tiene que ser
tranquila, tiene que ser bonita, fluida. Y claro, entre que estás aislado y
tienes el síndrome de Estocolmo, cuesta mucho salir.
P: ¿Crees que
otra de nuestras resistencias a aceptar que alguien está abusando de nosotros
es que nos sentimos tontos porque nos hemos dejado engañar por alguien?
R: Pero no es
que seas tonto, es que hay unas competencias que tú no tienes y la otra persona
sí que tiene. Tú puedes ser muy bueno a nivel profesional, pero a nivel de
relaciones sociales, pues no eres tan bueno. Y alguien simplemente es más listo
que tú o simplemente juega en otra liga diferente que es la de la manipulación
y la destrucción. No eres tonto, es que te han engañado, pero no porque no lo
supieras ver sino porque te han puesto una fachada.
Si no tienes
unas prioridades, pues no podrás tomar decisiones y vivirás con las prioridades
de otros (Tomás Navarro, psicólogo)
P: Una vez que
pasamos esa primera barrera y reconocemos que estamos bajo el influjo de una
persona tóxica, ¿qué es lo que tú propones?
R: Siempre
recomiendo lo mismo: si puedes, te vas. Te las piras lejos. Porque la víbora te
va a morder en un momento u otro y, cuanto más lejos estés, mejor. Si no puedes
irte, no pasa nada…si realmente no puedes irte, pues es importante tener
algunos recursos porque algunas veces tenemos que convivir con perfiles
complicados. Es importante saber que el perfil tóxico -ya sea en tu trabajo o
en tu casa- se comporta así porque sabe que puede hacerlo, porque se le tolera,
porque no pasa nada, porque el jefe mira hacia otro lado. Por lo tanto, el
potencial de cambio es limitado.
P: Para esas
situaciones en las que no podemos huir, tú propones el método PAL. ¿En qué
consiste exactamente?
R: Primero la
‘P’ de priorizarse. Si no tienes unas prioridades, pues no podrás tomar
decisiones y vivirás con las prioridades de otros. A ti te irá muy bien que te
deje mil euros hoy, pero ¿mi prioridad es dejarte mil euros o tenerlos para
poder irme de vacaciones? Entonces, si mi prioridad es irme de vacaciones con
esos mil euros, pues te digo que lo siento, que no te los puedo dejar. Eso es
priorizarse. La ‘A’ de avisar: a veces -en muy pocos casos- hay gente que no es
consciente de que es tóxica y suelen decir eso de “¡ay, es que no me he dado
cuenta!” Pues bueno, en cualquier caso, tú avisas: “oye mamá que yo eso de
venir cada fin de semana a comer a casa lo encuentro excesivo y prefiero venir
cada 15 días o una vez al mes”. Ese aviso a veces surge efecto y te contesta:
“ay pues hija sí, lo siento, es verdad, pues mira, sí vive tu vida…con que
vengas una vez cada 15 días estoy contenta”. Pero puede no surgir efecto.
P: Si el aviso
no surge efecto… ¿qué hacemos?
R: Limitamos.
¿Cómo limitamos? De manera contundente, proporcional e informando. Cuando
tienes que limitar es porque ya has llegado tarde, es porque la otra persona ya
ha abusado. Si cada día te doy un regalo y ahora te lo quito, la otra persona
se va a quejar porque hasta ahora esa persona tenía por ejemplo esclava sexual,
cocinera, asistente personal...¡todo! Cuando limitas, debe ser siempre muy
claro, muy contundente y muy informativo. A menudo tienes que ir aplicando
dosis de recuerdo porque si aflojas, el perfil tóxico vuelve a hacerlo otra
vez, vuelve a otra escalada muy sutil hasta que llega otra vez al límite. Y ahí
tú, otra vez tienes que volver a poner el límite.
P: ¿Y si a
pesar de todo no funciona?