VALERIA
SABATER | La Mente es Maravillosa |
01/02/2022
Hay personas que agotan, que engullen tu tiempo, la paciencia y tu
energía.
Son presencias sibilinas doctoradas en promesas incumplidas que nunca están en
paz y siembran guerras con el mundo entero. Por eso, hemos de ser selectos y
sabios en nuestras relaciones y rodearnos solo de ellas: de las personas que
inspiran.
En
un interesante estudio sobre interacción social
llevado a cabo en la Universidad de Rochester (Nueva York) se concluyó con un
dato curioso: 1 de cada 10 personas
presentaría un estilo de personalidad que los expertos definieron como “saboteadores de la felicidad”. Las personas que agotan
son quizá las más comunes, porque despliegan, a veces sin saberlo, conductas
estresantes que condicionan de forma directa aquellos entornos donde se mueven.
No dejo atrás a nadie, pero
algunas personas me van perdiendo cada día un poco más sin apenas darse cuenta.
Me desprendo de ellas porque me agotan, porque me quitan las energías y porque
no permito que nadie sabotee mi felicidad. Prefiero rodearme de gente que me
inspira.
Algo
que muchos de nosotros podemos pensar al definir a este tipo de perfiles, es
que estamos hablando una vez más, de personas
tóxicas. No es lo adecuado. No debemos caer tan rápidamente en el uso de
estas etiquetas que poco tienen de científico y sí mucho de popular,
porque generalmente, pasamos por alto conductas y actitudes particulares de una
persona o de un estilo de personalidad en concreto.
Si una persona nos agota es porque nosotros somos permeables. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Personas que
agotan: mecanismos psicológicos
Hay personas que agotan en nuestra familia, en nuestros trabajos, entre
las amistades e incluso por qué no, en nuestras relaciones afectivas. Nos agotan cuando somos
prisioneros de los afectos y el ser amado se convierte en un comerciante que
apunta nuestras faltas y luego se las cobra. Nos cansan los discursos
egoístas, los prejuicios y los campos minados por el victimismo y el chantaje.
En
el completo e interesante libro titulado “Inteligencia Emocional 2.0” de Jean Greaves se
nos explica que las personas no solemos ser plenamente
conscientes del impacto de este tipo de vínculos en nuestro equilibrio
emocional y en nuestra salud. Te proponemos descubrir alguno de
estos efectos.
El impacto
emocional de las personas que sabotean nuestra calma
Podríamos decir que el término
“quemar” adquiere aquí una connotación casi real. Las personas que agotan nos
usan a menudo como “contenedores emocionales” donde volcar sus pensamientos,
miedos y oscuridades, hasta el punto de desgastar lentamente esa arquitectura
tan íntima y poderosa que forma nuestro cerebro.
·
Las
personas que agotan nos ocasionan un alto nivel de estrés. Cuando esta emoción negativa se
vuelve crónica, las dendritas neuronales (los “bracitos” con los que se unen nuestras células nerviosas)
se rompen a causa de esta sobreexcitación tan dañina y estresante. El área
donde más se sucede esta alteración es en nuestro hipocampo, ahí donde se
localiza la memoria y las emociones.
·
El
sentirnos agotados, el ser “permeables” a este tipo de conductas, lejos de
apagarnos o de conferirnos cierto cansancio, nos mantiene siempre en alerta. Es la clara e instintiva sensación de
querer defendernos de “algo” o “alguien”, de vivir siempre a la defensiva pero
al mismo tiempo sintiéndonos cautivos.
Estamos seguros que ante estas
mismas situaciones muchos te habrán dicho aquello de “pues aprende a poner
límites de una vez”. Ahora bien, en realidad, se trataría de algo mucho
más sencillo que todo esto.
Basta
con tomar plena conciencia de algo esencial: nadie tiene derecho a quemar todas
tus naves de la felicidad, nadie debe traerte tormentas
cuando tú habitas en un océano en calma. Nadie debe llevarte a esa deriva donde
se esconden tus demonios internos. Busca
gente que te inspire, no que prenda la chispa de tus incendios internos hasta
el punto de “quemarte”.
Me gustan las
personas que me inspiran
A
menudo, suele decirse que cuando uno es muy-muy joven
no elige a sus amistades o a sus primeros amores, acogemos lo que nos viene
con pasión y sin filtro alguno,
llevándonos por una ceguera momentánea que se curará, seguramente, con los
años. Ahora bien, con
el tiempo nos volvemos mucho más selectos, más hábiles y menos permeables a lo
que no sirve, a lo que agota, a lo que desea robarnos lo que
nos es legítimo: la felicidad.
Buscar
o mejor dicho, permitirnos encontrar personas que nos inspiran es una necesidad
vital en la que deberíamos invertir cada día. Porque quien inspira abre las ventanas del
alma y enciende además el faro de nuestra mente para permitirnos emerger de
nuestras noches de apatía, de miedos y soledades.
Tener
madres, padres o hermanos que nos inspiren, por ejemplo, es algo que nos
confiere también fortalezas excepcionales para crecer en madurez y
libertad. Disponer de amigos que no agotan, sino que
se alzan como figuras en las que inspirarnos para ser mejores personas, es sin duda un privilegio
al que nunca deberíamos renunciar.
Por
su parte, ningún amor puede ser tan pleno y auténtico como el que se construye
con las raíces del respeto y con las hojas relucientes de la admiración y la
inspiración mutua. Porque para inspirar a alguien no es necesario ser perfecto,
en realidad, basta con que los demás
vean cómo superas tus propias imperfecciones para dar siempre lo mejor de ti en
cada momento.
Vale la pena tenerlo en cuenta.