lunes, 23 de noviembre de 2020

5 Tipos de memoria humana: ¿Qué clases existen?


MAIRENA VÁZQUEZ RODRIGUEZ    |    Grulla Psicología y Nutrición   |   13/04/2020

Las obligaciones que tienes pendientes, lo que comiste ayer, qué hiciste un día como hoy hace justo un año o el recuerdo de ese momento que marcó un antes y un después en tu vida. Toda esa información - y muchísima más - se encuentra almacenada en nuestra memoria.

Sí, “almacenada” literalmente. Nuestro cerebro está compuesto por una especie de “cajitas” en las que se distribuyen los diferentes tipos de memoria humana. Digamos que la memoria es el almacén en el que se guardan nuestras experiencias y nuestros recuerdos.

Prácticamente todas las personas tenemos unas nociones básicas sobre qué es la memoria. Si nos pusiésemos a realizar encuestas en la calle a la gente que pasa podríamos encontrarnos respuestas como: “es lo que nos hace saber dónde vivimos y cómo nos llamamos”, “los recuerdos del pasado”, “lo que nos permite estudiar”…

Efectivamente, todo eso son funciones de la memoria. Según Óscar Wilde (conocido escritor irlandés), “la memoria es el diario que todos llevamos con nosotros”.

Es por ello que cualquier fallo en esta función fruto por ejemplo de un daño cerebral adquirido, de una enfermedad neurodegenerativa o de trastornos psicológicos podría afectar de manera funcional a quien lo sufre.

Según el Diccionario de la Lengua de la RAE la memoria es la “facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado”.

Se trata de una función cognitiva realmente compleja que nos ayuda en prácticamente todas las situaciones diarias. Es la capacidad que tenemos para retener, almacenar y recuperar cualquier tipo de información de manera efectiva. Al ser algo tan complejo encontramos un gran número de áreas o estructurales cerebrales implicadas, entre ellas el hipocampo, el sistema límbico y la corteza cerebral.

Pero… ¿cómo introducimos la información en la memoria? A través de 3 fases: codificación, almacenamiento y recuperación.

Tipos de memoria humana 

¿Te imaginas un armario lleno de ropa sin ordenar donde junto a un pantalón te encuentras una camiseta, unos calcetines o incluso un sombrero? Así, sin orden ni concierto, ¡todo revuelto! Esto es algo impensable para la memoria, esa especie de ordenador que tenemos en nuestra cabeza.

Existen diferentes tipos de memoria ordenados según criterios de clasificación:

1.   Dependiendo del tipo de información que se almacene podemos hablar de memoria verbal (recordar la lectura de nuestro libro favorito) o memoria no verbal (retener la imagen de aquel cuadro que tanto nos gusta).

2.   Dependiendo del órgano sensorial estimulado podemos hablar de la memoria auditiva (la canción que nos alegra cada día al resonar en nuestra mente), memoria olfativa (el olor a césped que nos transporta al verano), memoria gustativa (el sabor del postre que trae recuerdos familiares) y memoria háptica (el tacto que eriza la piel al abrazar a un ser querido). Otro tipo importante es la memoria visual (recordamos la sonrisa de nuestro mejor amigo aunque llevemos tiempo sin verle) que además comprende la memoria fotográfica al ser capaces de recordar con todo lujo de detalles las características de una escena.

3.   Y por supuesto dependiendo del tiempo en el que la información permanece en el sistema existen dos clases de memoria: memoria a corto plazo y memoria a largo plazo.

MEMORIA SENSORIAL

Continuamente estamos recibiendo información que nos llega a través de los sentidos. Deja de leer y observa a tu alrededor: el sol que se cuela por tu ventana, el olor del café, el ruido de las noticias de fondo.

Se trata de información breve que solo dura entre 200 y 300 milisegundos. A pesar de que resulta útil en el aquí y en el ahora tiene dos caminos: o desaparece en el caso de que no sea relevante o se transmite a la memoria a corto plazo. Es un almacén temporal.

MEMORIA A CORTO PLAZO

De la información que recibimos a nivel sensorial, la que resulta más relevante pasa al almacén de la memoria a corto plazo. Este almacén tiene una capacidad limitada de entre 5 y 9 elementos y se encarga de mantener información en nuestra mente durante un breve espacio de tiempo (30-45 segundos). Además realiza funciones de control y se encarga de las operaciones ejecutivas. Está formada por 4 sistemas que retienen los datos: sistema operativo, bucle fonológico, agenda visoespacial y almacén episódico.

MEMORIA A LARGO PLAZO

Es el almacén que permite procesar la información y guardarla de manera prolongada en el tiempo ya sea por minutos, años o décadas. En esta “especie de disco duro” guardamos toda la información que pueda resultar útil en un futuro.

Dependiendo del contenido o utilización de la información, encontramos dos clases de memoria: la memoria declarativa o explícita y la memoria procedimental o implícita.

La memoria declarativa o explícita permite recordar hechos, acontecimientos, episodios o datos como puede ser la celebración de nuestro último cumpleaños o qué cenamos anoche. Esta memoria retrospectiva se divide en dos tipos:

·     Memoria episódica o autobiográfica: Según Tulving (1972) es “el conocimiento consciente de acontecimientos o episodios datados temporalmente, localizados espacialmente y experimentados personalmente”. Información de experiencias personales pasadas como pueden ser los recuerdos de los veranos en la playa.

·     Memoria semántica: nuestra enciclopedia personal, nuestro almacén de conceptos e información. Muy necesaria para el lenguaje. Aquella información sobre el mundo que aprendemos y que permanece invariable como puede ser la información sobre las capitales de Europa o los conocimientos sobre matemáticas.

Por su parte la memoria procedimental o implícita abarca aquellos procedimientos que realizamos de manera automática; información relacionada con el “saber hacer”. Comprende las destrezas motoras y los condicionamientos. Algunos ejemplos de memorias procedimentales son montar en bici, conducir o sumar y resta. 

En definitiva y a pesar de que los diferentes tipos de memoria funcionan de manera particular, todas influyen en el proceso de recordar. Gracias a ello los seres humanos podemos hacer una de las cosas más importantes como personas: definir nuestra propia identidad y ser capaces de darle un sentido tanto a nosotros mismos como a nuestro entorno.

J.L. Borges (escritor argentino) lo ejemplificaba diciendo que “somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”.

De nuestra memoria dependerán nuestras experiencias, nuestros recuerdos, nuestras emociones. Por eso es vital cuidarla y reforzarla a lo largo de la vida. Pero de eso… de eso hablaremos otro día.