JONATHAN GARCÍA-ALLEN | Psicología y Mente
Una fuente de ansiedad constante que, si no se trata, puede tomar el control de nuestras vidas.
El estrés es un fenómeno muy extendido en la actualidad. Las causas que propician la aparición de sus
síntomas son muchas, sin embargo, el estilo de vida y la cultura de las
sociedades occidentales contribuyen notablemente al surgimiento de esta
afectación.
Existen distintos tipos de estrés: estrés agudo,
estrés crónico, estrés post-traumático, etc. Si quieres saber más sobre las
distintas clases de estrés, puedes visitar nuestro artículo: “Tipos de estrés y sus desencadenantes”.
Estrés crónico y estrés agudo
Es importante diferenciar entre el estrés agudo y el
estrés crónico. El
estrés agudo se produce en momentos puntuales y de forma temporal, como
respuesta a la experimentación de uno o varios sucesos altamente estresantes, y
como resultado la persona padece un cuadro de ansiedad. Aunque el estrés puede
ser positivo en pequeñas dosis, en dosis elevadas puede afectar a nuestra salud
tanto mental como física: dolores musculares, dolores de cabeza, agotamiento,
problemas gástricos, taquicardia, etc.
El estrés, sin embargo, también puede ser crónico, que
es una forma más dañina de experimentar esta condición. Cuando el estrés se prolonga en el tiempo,
se produce un agotamiento físico, emocional o mental que tiene consecuencias en
la autoestima y la salud de la persona afectada, provocando incluso una severa
depresión. Ya sea porque la persona vive en un entorno hostil en tiempos de
guerra, es incapaz de pagar una deuda hipotecaria, sufre el síndrome del quemado
en el trabajo o no es capaz de afrontar el divorcio, el resultado es devastador
y tiene un fuerte impacto en su bienestar emocional y general.
Causas
El estrés crónico tiene una característica particular
que le diferencia de otros tipos de estrés. Y es que el evento o factor
estresante se manifiesta una y otra vez, es decir, que el estresor no es temporal y permanece
inmodificable a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, un estudiante universitario puede vivir
una situación estresante cuando se acercan los exámenes y se da cuenta de que
ha dejado pasar el tiempo este curso. Durante un mes intenta estudiar todo lo
que debería haber estudiado durante el año, pero no tiene suficiente tiempo ni
recursos para aprobar la asignatura. Una vez superada la época de exámenes, ese
evento estresante desaparecerá, y el estudiante podrá planificar y gestionar
mejor su tiempo para el curso siguiente. El alumno ha vivido una situación de
estrés agudo.
Un ejemplo de estrés crónico
No ocurre lo mismo en el estrés crónico, porque el
evento estresante se presenta una y otra vez, de forma repetida a lo largo del
tiempo. Puede ocurrir que se sienta quemado en el trabajo porque el estilo de liderazgo de su
superior le está provocando una situación angustiosa día sí día también,
pues su jefe no tiene en cuenta su potencial, le critica constantemente y, al
no darle órdenes claras y concretas, le está provocando ambigüedad y conflicto
de rol.
También puede ocurrir que un individuo se vea envuelto
en una deuda hipotecaria que le obliga a pagar una cantidad a la que no puede
hacer frente. Los meses pasan y cada vez está más endeudado, lo que le está
provocando ansiedad, desesperación, insomnio, una depresión severa y, además,
no le ve salida. Ambos casos son ejemplos de estrés crónico.
Como ves, las causas pueden ser variadas, no obstante,
la frecuencia de presentación del estresor es lo que provoca las consecuencias
dañinas para la salud mental. Ahora bien, hay que tener claro que, en
ocasiones, no es el
evento estresante en sí lo que provoca el estrés, sino cómo interpretamos este
evento y cómo lo afrontamos. Nuestras creencias y nuestros
recursos tienen gran importancia. Por eso, lo que para una persona puede ser
estresante, para otra no lo es.
Síntomas del estrés crónico
La persona con estrés crónico, a diferencia de la que
sufre estrés agudo, muchas veces no es consciente de lo que le está ocurriendo,
pues se ha acostumbrado a esta situación pese a no haberla superado. Esto puede
provocar un efecto muy perjudicial, lo que se conoce como indefensión aprendida
(pincha aquí para saber más). La
indefensión aprendida dificulta seriamente la búsqueda de ayuda y el
tratamiento.
Así que es importante prestar atención a sus síntomas tanto físicos como psicológicos para poder salir de esta situación. Generalmente, el estrés crónico se manifiesta de distintas maneras:
· Enfermedades del aparato digestivo, enfermedades cutáneas y problemas cardíacos.
·
Sentimientos
de inseguridad y el sentimiento de indefensión aprendida.
·
Insomnio
·
Ansiedad
·
Depresión
·
Fatiga
emocional
· Abuso de alcohol o sustancias
Estos síntomas y muchos otros no solo afectan a la persona, sino también
a su entorno más cercano, dificultando, en muchas ocasiones,
las relaciones interpersonales sanas con su familia o su pareja.
Burnout o estrés crónico en el trabajo
Uno de los tipos de estrés crónico más frecuentes es
el burnout o síndrome del quemado, que ocurre en el entorno laboral y que, en los
últimos años, se ha agravado en muchos sectores profesiones debido a la crisis
y los recortes de personal.
Las causas del burnout pueden ser diversas, y tienen su origen tanto en las expectativas
de los empleados o su capacidad de hacer frente al problema,
como en distintos factores que dependen pura y exclusivamente de las prácticas
de la empresa o la organización. Por ejemplo: los estilos de liderazgo, el
fracaso en los procesos de selección o la sobrecarga de rol.
Los estudios en esta línea de investigación señalan
que el burnout se manifiesta de la siguiente manera:
·
Desgaste
y agotamiento emocional:
fatiga y cansancio mental.
·
Despersonalización: actitudes negativas hacia la empresa y el trabajo,
por ejemplo, irritabilidad o pérdida de motivación.
·
Falta de realización personal y profesional: efecto negativo en la autoestima personal,
expectativas frustradas y manifestaciones de estrés a nivel fisiológico,
cognitivo y conductual.
Tratamiento del estrés crónico
Desde las primeras investigaciones sobre el estrés,
llevadas a cabo por Hans Selye, en la década de los 50, muchos expertos han ido
aportando más y más conocimiento sobre qué es, cómo funciona y cuál es la mejor
manera de tratar esta condición. Una
de las teorías que más se ha empleado es el Modelo demanda-control-apoyo social
de Karasek y Johnson (1986), que funciona especialmente
bien para en lo que respecta al estrés laboral.
Desde este modelo se entiende que la fuente de estrés se encuentra en el
desajuste entre las demandas existentes y el control que tiene la persona para
afrontar dichas demandas. En otras palabras, lo que determina la aparición del
estrés es la interacción entre la persona y la situación estresante. Por tanto,
el problema puede
atacarse de dos maneras: cambiando o evitando el evento
estresante o, por contra, cambiando la manera como la persona percibe y afronta
esta situación.
Acudir al psicólogo para superar el estrés
La mejor manera de superar el estrés crónico,
evidentemente, es erradicando el factor causante, aunque esto no siempre es
posible. Puede ser una alternativa dejar el trabajo o divorciarse cuando el
problema esta en nuestro empleo o la relación con nuestra pareja, pero, ¿qué
ocurre con un parado de larga duración o un miembro de una familia sin recursos
económicos que es incapaz de pagar su deuda?.
Estos casos requieren ayuda psicológica profesional,
porque esta situación puede suponer graves problemas en el futuro si no se
combate adecuadamente este fenómeno. Dicho de otro modo, es necesario buscar
tratamiento y aprender herramientas prácticas para afrontar esta situación
negativa. La necesidad de acudir a un psicólogo clínico puede ser clave para
aprender a gestionar las emociones y sensaciones negativas asociadas al estrés.
En el mejor de los casos, bastará con un cambio radical del estilo de vida, como cuidar la alimentación, practicar ejercicio físico de manera regular, dedicar tiempo al ocio y buscar momentos para la relajación.