Entrevistamos a los psicólogos María Ibáñez y Jesús
Jiménez, autores de ‘Ordena tu mente para ordenar tu vida’
En su libro, nos enseñan a pensar de manera
inteligente, dándonos cuenta de los errores que cometemos
Los autores explican por qué los errores del pensamiento son una fuente de sufrimiento para el ser humano
·
Los niños deberían aprender
desde muy pequeños en el colegio y en casa a pensar bien, a
comprender cómo funciona la mente; cómo los pensamientos, muchas veces,
nos llevan de acá para allá como si estuviéramos cabalgando un caballo
desbocado; a darse cuenta de que los humanos tendemos a
creernos casi todo lo que pensamos sin cuestionarnos nuestros propios
pensamientos y que, por ello, cometemos innumerables errores cognitivos que
afectan de manera directa a nuestro bienestar y a nuestra manera de vivir.
Estoy segura de que si me hubieran enseñado a pensar de manera inteligente en
el cole, mi vida hubiera sido muy diferente…pero ¿quién me lo iba a enseñar, si
hace 35 años se sabía muy poco de esto y lo que se sabía quedaba muy
restringido al ámbito de la psicología?
“Es que la gente enseña
lo que sabe, no puede enseñar lo que no sabe” explica la psicoterapeuta
María Ibáñez, coautora -junto al psicólogo Jesús Jiménez- del libro Ordena tu mente
para ordenar tu vida (La Esfera de los libros, 2021). “El ser humano está evolucionando,
¿quién te iba a enseñar todo eso si la gente no lo sabía?...si tus padres no lo
saben ¿quién te lo iba a enseñar si a ellos no se lo enseñaron?” puntualiza
Jesús Jiménez.
Tomo nota de este sesgo
de negatividad que tengo y, desde este momento, me comprometo a dejar de
lamentarme y de culpar al sistema educativo de haberme empujado a acumular contenidos
en mi memoria como si fuera un disco duro, en vez de enseñarme a pensar con
inteligencia. Si no lo hicieron, probablemente fue… ¡porque no sabían cómo!
La clave es que ahora sí
sabemos cómo hacerlo. De hecho, María Ibáñez y Jesús Jiménez dan buena cuenta
de ello en su último libro. Ahora sí ha llegado el momento; ahora sí estamos
preparados para aprender a pensar correctamente: porque hay personas que nos pueden
enseñar y porque hay personas con interés por aprender. La pandemia, por
ejemplo -explica Jesús Jiménez- ha despertado mucho interés por la
introspección, porque hay una necesidad muy grande de entenderse a uno mismo.
Esta tendencia “se va a acabar imponiendo, porque la gente lo necesita, la
gente necesita dejar de sufrir”, asegura.
Pregunta: Vuestro
libro, Ordena tu mente para ordenar tu vida
María Ibáñez: Fíjate que todo el
mundo piensa, pero muy poca gente sabe reflexionar, darse cuenta de los
errores del pensamiento…y sobre la inteligencia emocional pues decir que una
persona cuando es inteligente, es inteligente en todos los campos, no solo
emocionalmente.
Jesús Jiménez: En este libro lo
hablamos poco, pero en el anterior lo hablábamos más: que lo que llaman
inteligencia emocional, es muy racional. O sea, no se explica adecuadamente
cómo se afronta una emoción (…) las soluciones para las emociones suelen ser
racionales: Haz deporte, cuenta hasta diez, piensa en otra cosa…en realidad, la inteligencia
emocional y la racional van juntas, no hay dos…solo hay una y, para ser
realmente inteligente emocionalmente, hay que comprender la causa de la
emoción, no vale solo con gestionarla, que es lo que se está diciendo mucho
ahora.
P: En el libro habláis mucho de lo necesaria que es la introspección -parar y mirar para adentro- para uno poder darse cuenta de cómo piensa, de sus errores y, desde ese darse cuenta, poder cambiar la manera de pensar. ¿No os parece que la sociedad actual a lo que nos empuja es a hacer todo lo contrario? Me refiero a no dejar nunca de hacer cosas, a ser muy productivos…
María Ibáñez: Es verdad que el
sistema empuja a hacer; a hacer siempre hacia fuera, desde uno mismo hacia
fuera. Pero el sistema lo componemos cada ser humano, luego no podemos cambiar
el sistema si no cambiamos como seres humanos, si no entendemos la importancia
de investigarse a uno mismo, de pararse a observar lo que uno piensa, cómo
piensa, lo que siente, por qué…tiene que haber curiosidad, tiene que haber que
uno se dé cuenta de que la felicidad no viene de fuera (…) el ser humano tiene
que darse cuenta de que lo de fuera es muy importante, pero lo de dentro es
vital y, por lo tanto, tiene que parar a observarse, a observar qué tipo de
pensamientos tiene, cuáles son los correctos, los incorrectos, los que le
perjudican, los que no. Eso es muy importante (…) Hay que aprender a ser
investigador de uno mismo, tener curiosidad por conocerte, por
saber dónde sientes una emoción, de dónde nace un pensamiento, tener curiosidad
por indagar, por ahondar en el conocimiento de uno mismo.
Jesús Jiménez: En el libro,
aclaramos que uno no puede parar de vivir hasta estar bien y luego empezar
otra vez, sino que tienes que incorporarlo a tu vida diaria sin mucha exigencia, sin querer hacerlo todo
en un día, sino ir incorporando la atención al día a día, para ir dándote
cuenta de cosas…es como si tuvieras que hacer un puzle a la vez que
trabajas…pues de vez en cuando te acercas, pones una pieza, luego sigues…otro
rato te acercas y pones otra pieza (…) En el libro vamos dando pistas para ir
incorporando esto a la vida cotidiana, por ejemplo, hacemos mucho hincapié en
no caer en la exigencia, sino en ir apoyándote para ir aprendiendo, cada uno
desde donde está, a tratar de ir incorporando esto, pero sin exigirte, sino más
bien como si fuera un viaje o un paseo…
P: ¿Es necesaria
siempre la ayuda de un psicoterapeuta para hacer este trabajo de introspección?
Jesús Jiménez: Nosotros tratamos
de dar herramientas, porque no todo el mundo puede ir a terapia o no todo el
mundo tiene acceso, o no todo el mundo tiene un trastorno tan grave como para
sentirse en peligro e ir a terapia. Pero sí hay pautas
que le pueden ayudar a entender qué es lo que le pasa. Ese es nuestro objetivo
con este libro (…) hacemos el libro lo más accesible posible y ponemos casos de la
vida cotidiana, reales, pero a pesar de la dificultad, no nos resignamos a que
cada persona pueda intentarlo por su cuenta a pesar de que el camino es arduo,
es largo. Desde luego que alguien que te pueda ayudar, que entienda bien de
eso, pues desde luego que es una ayuda. Pero no queremos banalizarlo: decir que
se puede ser feliz en tres días y tampoco transmitir la idea de que es muy
difícil o es imposible o que sin ayuda no puedes conseguirlo.
María Ibáñez: De lo que se trata
es de cambiar la dirección. En la vida, el ser humano, tiene una dirección y es
la de conseguir, lograr, la autoexigencia, ser mejor que los demás, conseguir
lo que uno se propone, las metas…con los libros que escribimos, lo que
intentamos es que la gente cambie de dirección, porque ese rumbo que le ha dado
a su vida es una vida de sufrimiento, de competitividad, de lucha contra uno
mismo y contra los demás y nosotros proponemos dejar de luchar, empezar a vivir
aprendiendo, con afecto hacia uno mismo, sin exigencia. Y eso es como un cambio
de rumbo que no es muy difícil y que poco a poco la gente lo puede hacer…y
¿cómo lo puedes hacer?, dándote cuenta de los errores que cometes…
Jesús Jiménez: Pero fíjate es que
están tan extendidos [los errores] que mucha gente nos dices: ¡es que parece
que el libro está escrito para mí! Eso es porque se sienten identificados,
porque son errores comunes de la mayoría de la gente. Con más o menos
gravedad o intensidad, pero son errores muy comunes.
María Ibáñez: Por ejemplo, hay
mucha gente que tiene mucho miedo a no saber, gente que dice; “yo, en la
carrera, nunca hice una pregunta en público porque me daba terror hacer el
ridículo”. Son personas a las que les cuesta mucho mostrar que no saben
algo. Ese miedo a mostrar que no saben algo, les va a hacer exigirse,
disimular…y eso es sufrimiento. Eso no es un defecto, sino es un
problema en su propia mente que les lleva a sufrir. Por lo tanto, a esa persona
le interesa darse cuenta y decir ¿cómo resuelvo esto?, ¿cuál es la causa? y
esta causa ¿de dónde viene? Y por ahí, ir resolviéndolo.
P: Uno de los
problemas más extendidos es que nos identificamos con lo que pensamos, ¿creemos
que somos lo que pensamos?
María Ibáñez: Digamos que el
pensamiento es un instrumento: uno no es el pensamiento, pero ni siquiera la
gente es consciente de su propio pensamiento. Si tú revisas a lo largo de tu
día y dices: "¿qué he pensado de 11 a 12?" Igual ni te acuerdas, no
sabes, porque el pensamiento no es solo el pensamiento consciente, sino
que hay una gran parte del pensamiento que pasa de manera inconsciente y que
sigue afectándote, porque el pensamiento produce emociones y además el
pensamiento tiene su propia causa, luego está en un proceso de
retroalimentación positiva que a la gente le hace sufrir y que no consigue
parar ese tipo de pensamiento porque cuando intenta pararlo el pensamiento se
activa, no puede parar. Lo que hay que hacer es entender la causa, entonces sí,
el pensamiento se detiene. Pero el problema es que la gente no
es consciente de su propio pensamiento. Es como si fueran sentados encima de
un caballo salvaje, no saben dónde les lleva el pensamiento. A ratos cortos es
consciente de lo que piensa, pero hay mucha gente que dice: "me paso el
día pensando en qué voy a hacer mañana: esto y lo otro…pero ¡si ya me lo sé!
¿porque lo tengo que pensar?” Pues porque es una huida hacia delante,
porque el pensamiento está siendo utilizado para escapar de la parte interna, de las emociones y, lo
que hay que hacer, es ser consciente de esa causa. No reprimirla, sino
entenderla.
Jesús Jiménez: Una de las dificultades más grandes, es identificarse con el pensamiento y no ser consciente de él. Pero todos estos errores en realidad son aprendidos, son aprendidos porque son comunes y se transmiten incluso sin proponérselo. Por ejemplo, cuando eres pequeño y te dicen: “no te enfades”…pues el niño dice “¿y cómo hago?” Pues va aprendiendo y se pregunta “¿cómo hacen los demás? Pues mi padre, cuando se enfada, aprieta los dientes y piensa en otra cosa...pues yo voy a hacer lo mismo”. O sea, se va imitando sin ser conscientes y se van asumiendo los errores comunes y eso se retroalimenta. Pero si uno se va dando cuenta de esos errores, el simple hecho de darse cuenta, hace que pierdan fuerza. Y luego puede ir cambiando eso, porque uno no es eso, sino que uno ha aprendido a reaccionar así.
P: ¿Cuáles son los
errores más comunes que cometemos las personas?
Jesús Jiménez: La mayoría comete
errores de interpretación; los sesgos cognitivos son muy
conocidos, lo de criticarse, desear el mal al otro cuando te enfadas,
reaccionar con ira, querer resolver las cosas a la fuerza…todos esos son errores muy
comunes y que, además, hace unos años se han difundido hasta la saciedad :
“persigue tus sueños, lucha, no desfallezcas,” en vez de “entiende qué pasa,
mira a ver si eso te va bien o mal”…o sea, esta idea de la fuerza como
solución, se ha difundido mucho y la gente lo adopta. Son errores compartidos.
María Ibáñez: Es por ejemplo como
el metaverso que está ahora tan de moda, eso ya es el colmo de la fantasía:
vive mal, que luego ya te metes en tu casa, te pones a fantasear y ya lo
solucionas...¡eso es un desastre para la mente! porque la fantasía
es un gasto energético y es muy adictiva, es muy perjudicial, gastas la energía en
una cosa ficticia en vez de resolver tu vida y ponerla en orden.
P: ¿Creéis que
cualquier método de introspección es bueno?, ¿o necesitamos filtrar? Porque ahí
fuera, en el ‘mercado de felicidad’ vemos que hay ofertas de todo tipo y gente
que dice que a ellos les funcionan...
Jesús Jiménez: No, nosotros hemos
investigado de todo, además de estudiar una carrera, verás que esto no es así
(…) en realidad es como si fueran niveles de profundidad. No es que valga todo
para todo, es como si alguien dice: "es que a mí, cuando se me estropea el
coche le doy una patada y arranca otra vez". Bueno, pero claro eso no es
una solución, de momento sí funciona: debe haber una pieza suelta y cuando le
das una patada se coloca en su sitio, pero eso no puede ser la solución.
Entonces, las diferentes técnicas tocan hasta un punto determinadas cosas…unas
con más acierto, otras con menos y otras, en realidad, no sirven para nada.
Pero aunque suene un poco fuerte decirlo así, en realidad, solo hay una manera
de resolver los problemas, que es comprendiéndolos. Todo lo que te acerca a
comprender el problema racional y emocionalmente sí va a servir. Si lo entiendes
bien, no necesitas tantas técnicas y tantos abordajes. Es que comprender y
resolver van juntos. Cuanto más comprendes en profundidad, más resuelves,
porque es así…-llevamos 25 años haciendo terapia y vemos que es así: cuando la
gente comprende, cambia. Cuando la gente se convence de algo, no cambia.