miércoles, 2 de agosto de 2023

Estoy practicando el minimalismo material y esto es lo que ha pasado


ANA MORALES      |      vogue.es     |     04/10/2022

El menos es más en materia de pertenencias en casa y en el trabajo reporta unos cuantos beneficios a nivel emocional. He aquí una historia real (y la explicación de una psicóloga)

Después de dos mudanzas en menos de seis meses con tres hijas –es importante este último dato porque la cantidad de objetos se multiplica de forma desproporcionada cuando se tienen niños pequeños–, he decidido practicar el minimalismo material. Hace tiempo que intento instaurar en mi día a día la versión psicológica del ‘menos es más', reduciendo también el número de pensamientos que restan energía y felicidad en busca de un proceso de higienización mental que me haga la vida más fácil. Pero me he dado cuenta de que acompañarlo de un minimalismo material también ayuda (y mucho). Y más en la era de la necesaria sostenibilidad en la que comprar de forma consciente y responsable sin atesorar cantidades ingentes de objetos que también ponen en riesgo la salud del planeta es justa y necesaria. Pero más allá de todo esto, reconozco que tras deshacer cajas y cajas de pertenencias y tener que poner en práctica de forma acelerada la regla de oro de Marie Kondo –deshacerse de todo aquello que no te haga feliz o de lo que lleves más de un año sin usar– he comprobado que tener a mi alrededor menos cosas, me da tanta paz mental como una clase de yoga (o, a veces, incluso más). Al final, el clásico ‘cuanto más tienes, más quieres’, tiene algo (bastante) de cierto y atesorar cosas también produce un estrés bastante innecesario.

No obstante, y por no quedarme solo en el entusiasmo de la experiencia personal y la felicidad que me dio desprenderme de muchas cosas que no usaba, he hablado con la psicóloga Pilar Guerra Escudero para profundizar en las bondades comprobadas que tiene reducir el número de bienes que poseemos. Al fin y al cabo, pasada la euforia del principio, conocer las ventajas de esta corriente también me ayuda mucho a mantener el objetivo en el tiempo.

 

Qué es el minimalismo material

 

El tener un número de cosas razonable (y no el exceso que en ocasiones caracteriza nuestros armarios, baños e, incluso, mesas de trabajo) es un concepto que, tal y como apunta Guerra, entronca con el concepto de “saber elegir el poseer las cosas que son estrictamente necesarias para poder vivir en la vida. Se trata de un nuevo paradigma social donde el valor que damos a los objetos es lo que va a permitir diferenciar entre lo necesario y lo que no lo es”.

 

Los beneficios del minimalismo material

  1. Poseer menos reduce el estrés y la ansiedad. Y la explicación es lógica y clara. “El estrés es una respuesta que da el ser humano ante la aparición de uno o varios estímulos. Ante un mayor número de estímulos hay más posibilidades de tener sensación de angustia o ansiedad puesto que se requiere mayor esfuerzo para poder gestionar las emociones. El estar rodeado de pocas cosas y elegir tan solo aquellos objetos que nos son necesarios, reduce la hipervigilancia de estar de manera continuada en contacto con ellos, de la observación de su funcionalidad o no, de su utilidad o inutilidad y, por lo tanto, nos permite encontrarnos ante un ambiente libre de contrariedades y problemas”, apunta Guerra.
  2. Facilita la concentración. Y no nos referimos solo a que el orden en la mesa de trabajo, sino al hecho en general de poseer menos cosas y reducir las exigencias que también implican esas pertenencias. “La atención que se derrocha en el cuidado y mantenimiento de múltiples objetos, actividades o compromisos, requiere la puesta a punto de múltiples funciones ejecutivas como son atención, concentración, memoria, capacidad de elección y habilidad para la solución de problemas”, apunta la psicóloga. Digamos que el cuidado de las cosas que poseemos nos hace, tal y como apunta la experta, estar con la función multifunción activada todo el tiempo. Y eso, claramente, resta bienestar emocional.
  3. Ayuda a ser (un poco) más felicesLa felicidad es algo más que reducir el número de cosas que poseemos, pero en cierta medida, trabajar el minimalismo también ayuda a estar cerca de ella. “Nos hace estar más serenos al sentirnos más libres y con menos peso”, explica Guerra. De hecho, si el deseo de posesión va más allá y se materializa en compras compulsivas, generamos un problema. “Cientos de estudios psicológicos demuestran que las compras impulsivas se convierten en compulsivas, ya que la base de esa conducta está relacionada con las creencias limitantes de que poseer más es tener más estatus social; de que tener más nos provee de mayor seguridad y autoestima; de que comprar mucho nos hace sentirnos más completos”. Por tanto, parar estos pensamientos es justo y necesario.

Cómo empezar a practicarlo

No hace falta enfrentarse a una mudanza para iniciarse en el minimalismo material. Aunque las mudanzas de las que hablaba al principio me permitieron de alguna manera ‘empezar de cero’ a la hora de poner orden y deshacerme de todo aquello que no usaba y que, en cierta medida, me restaba paz mental, la realidad es que era una idea que me rondaba en la cabeza hace tiempo. Ya había empezado a hacer compras mucho más meditadas y también un ejercicio de análisis previo antes de llevarme al baño de mi casa cualquier producto de belleza que caía en mis manos por mi profesión y por mi devoción –soy editora de belleza y beauty junkie a la vez–, haciendo el propósito de apurar al máximo los que ya estaba usando. No obstante, Guerra Escudero comparte otras recomendaciones:

  1. Diferenciar entre necesidades y deseos. Para la psicóloga es una regla básica. “El ser humano nace con necesidades básicas que son objetivas y universales, como la alimentación o el sueño y todo aquello que contribuye a mantener un estado de salud para sobrevivir. Todo lo que esté fuera de estas necesidades básicas se consideran deseos de mejora, pero no son necesarios. Por ejemplo, necesitamos agua para vivir, pero no necesitamos un tipo determinado de envase de cristal, ni por supuesto armarios repletos de accesorios con los que poder llenar de agua”, explica.
  2. Pensar, inventar y reciclar. Antes de una compra es importante analizarla y darnos otras opciones que no pasen por comprar.
  3. Lo que se compra hay que cuidarlo. Y precisamente eso implica unas tareas de vigilancia de las que hablábamos antes que pueden también afectar a nuestros niveles de estrés.