Doctor Ramón Roselló | cuerpomente | 12/05/2024
Aprender a no necesitar estímulos
continuamente permite llevar una vida más sostenible y más alineada con lo que
verdaderamente es esencial. Empieza por aquí.
A veces uno tiene la sensación de que no acaba de entender este mundo. Ignoramos
muchas cuestiones de nuestra vida, y sin embargo no paramos de hacer cosas. En
estas circunstancias el ser humano es como un aprendiz que se pone a tocar
cables de alto voltaje que pueden matarle si desconoce las leyes que conducen
la electricidad.
A medida que nuestra sensibilidad crece
nos planteamos vivir de una manera más acorde con los ritmos de la
naturaleza, de la que al fin y al cabo formamos parte, por sentido común,
por biología y por aliento cósmico.
Quizás en algunos casos la situación exige
un cambio radical de vida, pero muchas veces las cosas no se aclaran
apresurándolas. Para resolver los asuntos verdaderamente importantes
conviene reducir la marcha.
QUÉ NOS HACE SENTIR
BIEN
Durante su infancia y juventud cualquier escolar
occidental recibe un bombardeo de información que le va a ayudar muy poco a
afrontar los problemas de la vida que
le espera, la cual presenta una complejidad
como nunca antes se había visto en la historia humana.
Residir en una gran ciudad permite estar en
vanguardia, conocer las nuevas ideas, las nuevas modas y vivir la cultura y los
cambios políticos. Pero a cambio se paga el precio del ruido, la
contaminación y la esclavitud de horarios, mientras la persona
se ve implicada en la maquinaria que sostiene todo eso.
Participar en la vida laboral activa implica sentirse
pillado en el tiempo, la contaminación y las hipotecas. El ser
humano ya no es dueño de su tiempo, no puede dar comienzo a una
conversación “fuera de programa”, ni cambiar el orden de las tareas que va a
realizar en un día.
Tampoco puede renunciar a contaminar, pues el uso de los objetos más
elementales (pañales, cualquier envoltorio de un producto
del super, el transporte, los muebles...) y de la energía que pone en
movimiento a la gran ciudad, suele implicar un proceso contaminante.
Asimismo, la mayoría de personas deben afrontar una hipoteca que exigirá
una parte importante de su sueldo durante años. Las personas
conscientes de ese enredo pero sujetas a él suelen precisar de alguna conducta
o producto anestesiante (tabaco, café, alcohol, fármacos
ansiolíticos...) que les ayude a ir tirando en un mundo que no es producto suyo
ni está construido a escala humana.
NECESIDADES CREADAS
Hoy tenemos a nuestro alcance muchas maravillas pero también se han
multiplicado las necesidades. Ha aumentado la complejidad de la vida, la
lucha por la existencia y la inquietud de la mente, lo cual no contribuye a la
paz del hombre.
Aviones teledirigidos, teléfonos de todo tipo, cámaras en plumas
estilográficas, palacios subterráneos, efectos especiales en películas de
acción, submarinos atómicos, naves interplanetarias... Todas esas cosas son prodigios
asombrosos, y a su vez incapaces de aumentar un ápice la
felicidad de las personas.
¿Qué nos hace realmente sentir bien? Probablemente conversar
de verdad, regar el jardín al atardecer, pasear en
bici por caminos tranquilos, preparar una
sencilla merienda para conversar con los amigos, pisar la
tierra, saborear una puesta de sol, estar a gusto dentro de la propia
piel, sentir que estamos viviendo nuestra vida...
¿QUÉ ES LA CIVILIZACIÓN?
Suami Sivananda, médico y uno de los mayores maestros
de yoga de este siglo, escribió estas palabras en 1959:
Desplazarse en un Roll Royce no es civilización. Vivir en rascacielos no
es civilización. Disponer de abundante riqueza no es
civilización. Tener títulos y honores no es civilización,
ser honesto, humilde y piadoso es civilización. Tener compasión es
civilización. Tener espíritu de servicio y sacrificio
es civilización.
Hay que volver a la naturaleza y a la vida natural. Tenemos que recuperar la
vida simple y el alto pensar de nuestros antepasados. Lleva ropa sencilla.
Camina cada día. Come alimentos sencillos. Reduce tus necesidades. Sé honesto
en las cuestiones económicas. Desarrolla cualidades nobles. Habla la verdad.
Aprende a tener una vida divina mientras permanezcas en la tierra. De ese modo los mayores
problemas estarían solucionados. Habrás recuperado el
paraíso perdido. Las miserias se acabaran. Tendrás éxito en cuanto emprendas.
LA ATRACCIÓN POR LO SENCILLO
“Dios puede cansarse de grandes reinos, pero nunca de las pequeñas
flores”, dice un antiguo proverbio indio. ¿Cómo se puede salir del
vertiginoso círculo vicioso que es la vida moderna?
La
respuesta es sencilla: simplificando la vida.
En primer lugar por subsistencia, pues los recursos naturales no
dan para abastecer a la concentración humana de las
grandes ciudades, en las que es difícil evitar el derroche de medios. Pero,
sobre todo, por felicidad, pues el ser humano, si pretende hacer
habitable este mundo, si desea volver a la tierra a la que pertenece y tocarla
con sus propios pies y si pretende que su actividad sea sostenible a largo plazo,
debe disminuir esta locura.
Cuántas parejas con niños pequeños están atrapadas en largas jornadas
laborales y finalmente se ven envueltas en eso que siempre detestaron, es
decir, la compensación de la falta de dedicación a sus hijos con regalos,
especialmente juguetes y golosinas. Es muy significativo que el amor se
intente expresar hoy de esa manera, con objetos.
Simplificar la vida es un acto revolucionario. Tal vez se trate de la
última revolución pendiente después del fracaso de las demás, pero se trata
de una revolución silenciosa, en la que no se trata de
gritar, ni añadirse a un movimiento de masas, sino de prescindir de los mil
objetos y de la continua necesidad de estímulos para satisfacer los sentidos,
prescindir del consumo desorbitado y, sobre todo, prescindir del miedo. Veamos
a continuación algunos ejemplos para simplificar la vida.
7 ACTITUDES VITALES
Estas actitudes vitales allanan el camino hacia la simplicidad:
1.
Serénate. Permanece tranquilo. Deja que la paz interna irradie a través de un
semblante sereno. Ten calma, soporta los contratiempos con una actitud
equilibrada.
2.
Escucha. Tenemos dos ojos y dos orejas, pero sólo una lengua, probablemente para
que miremos y escuchemos más que hablemos.
3.
Sonríe. Se requiere
el trabajo de 40 músculos para componer una cara enfadada, y sólo 15 para
sonreír. ¿Por qué pues tanto esfuerzo?
4.
Abre la mente. Considera las cosas con una mente abierta. No te cierres en los defectos
propios o ajenos. Sé noble y abierto en cuanto hagas. Evita las charlas
inútiles. No dejes que tu mente permanezca en cosas pequeñas.
5.
Sé natural. Habla con naturalidad. Evita la diplomacia, el disimulo y la sinuosidad.
Viste con sencillez. Come con sencillez. Hazte como un niño.
6.
Sé veraz. Cumple tus promesas. No exageres. Piensa dos veces antes de hablar.
Habla dulcemente. Sé preciso en lo que dices.
7.
Cultiva la atención. La vida y la naturaleza ofrecen magníficas oportunidades para
cultivar la atención a partir de cosas simples. Esfuérzate por poner atención
en el máximo de actividades. Por ejemplo, a la hora de comer delicadas
verduras, cultivar la amistad, amar a los que te rodean, acariciar a los
animales, hablar a las plantas, sentarte a la puesta de sol. Un tomate maduro
puede deparar tanto placer como una sinfonía musical. Cuando estés en paz y tu
perro te mire moviendo el rabo, percibirás la bondad en el corazón de la gente
en vez de sus defectos.
SIMPLIFICA TU VIDA EXTERIOR
Simplificar la vida significa mucho más que una simple renuncia a una
serie de objetos, supone un compromiso con un estilo de vida más auténtico
aunque ello requiera renunciar a determinadas comodidades.
LEVÁNTATE PRONTO
La sensación de que el día cunde muy poco es cada vez mayor. Levantarse
temprano permite iniciar la jornada con más claridad. Puedes dar un corto paseo
a pie o meditar un poco. No tendrás que apresurarte para
tomar el autobús o el tren. Eso permite entregarse al trabajo con mayor profundidad
pues se empieza el día con más lucidez.
CADA JORNADA TE OFRECE UNA RÁFAGA DE INMORTALIDAD
Puede hacerse evidente en la mirada de un gato, en el perfume de un jazmín
o en el sabor de una ensalada bien aliñada. Conecta con
la experiencia de ese momento. No cabe duda: nosotros
pasaremos, pero el olor del tomillo seguirá siendo eterno. Caerán reinos,
surgirán nuevas teorías sobre la felicidad, se transformarán la filosofía y la
teología, pero el olor de las rosas seguirá siendo igual de delicado.
CONECTA CON EL AGUA
Sumerge los pies en un arroyo, apaga el móvil, y deja que tus
pensamientos fluyan con el agua. Preocupaciones,
disquisiciones filosóficas, la agenda, el estado de salud... todo
discurrirá como el agua acariciándote los talones.
PRUEBA LOS REMEDIOS NATURALES
Aprende algunos remedios naturales. El vinagre de manzana, el
aceite del árbol del té y el de lavanda, el zumo de limón, la arcilla y el agua
pura permiten resolver más del 80% de las dolencias cotidianas. Aprende a
manejarlos: ahorrarás tiempo y dinero y ganarás salud.
DESHAZTE DE LO INNECESARIO
Muchas personas pasan hoy los fines de semana en las grandes superficies,
buscando estímulos y comprando cosas que en realidad no necesitan. A veces
querríamos cambiar nuestra vida, pero como eso es difícil terminamos cambiando
la mampara de la ducha o el modelo de tostadora. La alegría
verdadera aparece cuando la mente se apacigua y no cuando se excita.
ENTRÉGATE A LA NATURALEZA
Dialoga con los animales. Los tienes al corriente de tus problemas y no
obstante te admiran. Busca la bondad de la creación allá donde te
encuentres. Muy pronto las hojas moradas de los ciruelos
se unirán a la tierra y los membrillos maduros se encenderán como bombillas en
el aire.
REALIZA UN TRABAJO DESINTERESADO
Despréndete de pasatiempos inútiles y dedica una parte de tu tiempo
semanal, por pequeña que sea, a los demás.
Eso estira las arrugas de la cara y abre el corazón bastante más que si te
limitas a pagar una cuota mensual a una ONG.
APRENDE DE LOS NIÑOS
Quién mejor para explicar cómo vivir de manera sencilla que un niño
pequeño. Un bebé es la simplicidad máxima... rodeado de complejidad. En
ellos proyectamos nuestro amor y nuestros anhelos, y con qué resultados: desde
que nacen viven rodeados de objetos y ropas que no usarán... protegidos por
ingeniosos aparatos que velan por su seguridad. Si pudieran escoger, seguro que
ellos prescindirían de muchas de esas cosas.
COME MENOS Y SABOREA MÁS
Mastica el alimento por completo. No lo engullas. De vez en cuando, si te
apetece, ayuna un día a la semana. El ayuno desintoxica el organismo, favorece
el mecanismo interno y descansa los órganos. No
sobrecargues el estómago: come con moderación y sólo cuando tengas
hambre. Evita el exceso de combinaciones de alimentos. No
comas cuando estés irritado; descansa hasta que estés tranquilo y come luego.
No comas muy tarde en la noche.
SIMPLIFICA TU VIDA INTERIOR
ENLENTECE EL RITMO
Incluso en el silencio descubrimos que nuestra mente
sigue trabajando sin cesar: pensando, cavilando, repitiendo
internamente una pieza musical... de esta manera malgastamos un caudal
importante de energía. Meditar permite moderar la velocidad de la mente.
ENFÁDATE CORRECTAMENTE
Cualquiera es capaz de enfadarse. Pero hacerlo con la
persona adecuada, en el grado adecuado, en el momento adecuado, con el
propósito adecuado y de la forma adecuada no es fácil. La
ira se expande como el fuego. Debemos aprender a controlarla, negándonos a
dañar a quien sea, no importa lo que pueda haber hecho. Esa comprensión permite
compenetrarse con el corazón de la vida.
Hay algo irracional cuando señalamos a una persona determinada como objeto
de nuestra ira. Si una persona nos agrede verbalmente deberíamos dirigir el
enojo contra las palabras, que son las que nos han
molestado; o bien contra el desequilibrio, tanto del
interlocutor (sosegado no habría actuado así), como propio (nos alteramos más
de lo preciso). Pero optamos por dirigir nuestra ira contra la persona.
CULTIVA LA PACIENCIA
La felicidad se caracteriza por la paz interior, de manera que para
ser felices necesitamos dominar las respuestas ante los pensamientos y
emociones negativas. El primer paso consiste en modular la
respuesta ante ellos a medida que surgen. El siguiente es contrarrestar esa
provocación mediante la paciencia. Si resulta imposible impedir que la ira
aflore debemos tener alguna técnica personal para no
reaccionar con violencia ni con agresividad.
SÉ HUMILDE
Es importante distinguir entre la humildad genuina y la falta de confianza. En
modo alguno son la misma cosa. Tampoco es humildad esa sensación de falta de
valía que a veces alguien se atribuye a sí mismo, llegando a considerarse casi
un ser despreciable. Hoy en día la humildad está considerada como una debilidad
y no como un signo de fuerza interior, sobre todo en el contexto laboral. El
exceso de ambición conduce con facilidad a un pensamiento demasiado centrado en
el propio yo.
LA RIQUEZA ES INTERIOR
Suami Sivananda solla recordar que “El dinero puede darte medicinas, pero no
salud. El dinero puede darte camas cómodas, pero no descanso. El dinero
puede darte comodidades pero no dicha eterna. El
dinero puede darte adornos pero no belleza. Alcanza la riqueza suprema de la
sabiduría y lo tendrás todo”. Simplificar la vida requiere tener
presentes estas ideas.