Este autor volcó su experiencia y una amplia investigación en el libro 'El demonio de la depresión', a la vez íntimo y científico. La soledad y la intolerancia al dolor disparan la enfermedad
Este es un libro para sentirse
orgulloso de una depresión. Y esto no es una ocurrencia, una provocación o un
error.
Es un libro para entender, para
saber, para reconfortarse en la búsqueda de la salida de una enfermedad que, a
diferencia de un cáncer o una neumonía, se agrava con el estigma social
asociado a una parte capital de su esencia: el tabú. Para crecer.
Partiendo del hecho de que depresión
es el infierno, la fragilidad, la grieta que se abre en el casco de la
autoestima y por la que empiezan a escaparse las certezas mientras acecha el
naufragio; y partiendo de su propia experiencia, Andrew Solomon ha escrito el
libro que él necesitó cuando padeció la suya: íntimo y científico a la vez.
Premio National Book Award en
EE UU, El demonio de la depresión llega a España de manos de
este escritor nacido en Manhattan en 1963, con estudios en Arte y Psicología y
convertido en una de las estrellas del Hay Festival de Cartagena de Indias,
donde recibió aBabelia y donde sus libros se celebraron como
aportaciones mayores a la literatura de las ideas.
En ese universo, los libros no arrancan
en un pueblo de cuyo nombre... ni llamadme Ismael, pero el comienzo de este
bien podría entrar en las listas de inicios para recordar. Ocho palabras
sencillas, una declaración: “La depresión es una grieta en el amor”.
PREGUNTA: ¿Tan
fácil o tan complicado?
RESPUESTA. Es la primera frase de un
libro muy largo, claro que es mucho más complicado. Siempre se ha creído que
esta enfermedad no tiene nada que merezca la pena y el libro intenta demostrar
que hay un gran significado en esas situaciones de extrema dificultad. El
potencial de la tristeza es necesario para desarrollar sentimientos positivos.
Con esa frase inicial quería decir que si te enamoras de alguien, una de las
partes importantes del amor es que la anticipación de la pérdida y del dolor es
lo que convierte el momento presente en algo tan dulce, se trata de comprender
la oscuridad que puede haber al otro lado, sin él.
P.- Cuando
habla de amor usted se refiere a una pareja, pero también a nosotros mismos, a
Dios, a un trabajo, a la belleza. ¿A quién amamos más? ¿Qué tipo de amor cree
que hoy es importante y primordial?--/--R.- Amamos muchas cosas, pero en general el amor empieza
en una familia. Hay un primer amor dependiente, el que un niño siente hacia sus
padres, luego evoluciona hacia un afecto más igual y más tarde se desborda en
forma de pasión física y la de ser padre. Son ciclos en los que distintas
formas de amor van conformando las otras.
P.-¿Cómo es
posible la depresión cuando amamos y somos amados?--/--R.- Muchos me preguntan qué hacer por
sus familiares que en plena depresión aseguran que solo quieren estar solos. Lo
primero es que no les puedes dejar solos. La depresión es una enfermedad de
soledad que convierte la interacción humana en una actividad muy estresante.
Pero hay que estar ahí. Tal vez no puedes lograr una conversación con esa
persona, pero te puedes sentar silenciosamente al lado de su cama, o en otra
habitación si eso le resulta abrumador, pero no te vayas más lejos, porque la depresión
no se cura con amor, pero sentirse querido te da la motivación para salir de
ella. La tristeza está, es un sentimiento imperante, pero no es lo primordial
en una depresión, es la laxitud, el estado de no ser capaz de levantarse y
hacer algo. Ser querido no te devuelve esa energía pero ayuda.
Él mismo es un superviviente.
Desesperanzado, angustiado tras varias recaídas a pesar de la entrega de su
padre, las terapias y la medicación, Solomon llegó a la conclusión de que la
única solución era quitarse de en medio: “No quería morir, pero tampoco
albergaba el menor deseo de vivir”. Y lo afrontó con disimulo, con un suicidio
indirecto. No quería el trauma para su familia y optó por una cruzada frenética
en parques oscuros por contraer el sida mientras apagaba el contacto con sus
seres queridos. Tras fracasar en sus 15 intentonas, darse cuenta de que podía
matar además de morir y comprender mejor su voluntad, paró. Y lo contó.
P.- ¿Qué le
impulsó a contárnoslo?--/--R.- Fue
una decisión difícil. Me permitió tomar una parte de mi vida que parecía inútil
y hacer algo valioso de ella. La depresión es una enfermedad de soledad y si
hablar de mi depresión y lograr que la gente que entrevisto hable de su
depresión puede lograr que la gente afectada se sienta menos sola, eso me hace
feliz.
P.- ¿Siguió
algún modelo para este libro? Investigación, ensayo, memorias, ciencia. ¿Cuál
era su modelo para esta literatura?--/--R.- Necesitaba un contexto para inscribir mi propia
experiencia. Y cuanto más investigaba más me interesaba comprobar por qué
algunos de mis entrevistados tenían una depresión menor que les inutilizaba y
otros una depresión muy significativa que sin embargo no les impedía llevar una
vida normal.
P.- Hemos
hablado de amor, de lo íntimo, pero usted aborda también lo social y asegura
que vivimos en el caos tecnológico. ¿Cuál es el impacto de ese caos en las
personas?--/--R.- Ahora
hay más depresiones que antes. La cuestión es por qué y creo que puede haber
10.000 razones, desde factores de alimentación, a los núcleos hiperpoblados en
que vivimos o el tiempo decreciente que dedicamos al sueño, pero las razones
primarias creo que están conectadas sobre todo con la tecnología. Pasamos mucho
tiempo interactuando con máquinas en lugar de con personas. La interacción
humana es recíproca. Si yo digo algo tú me dices algo, nos miramos, hay una
dinámica que no está en una máquina ni en una persona que esté al otro lado de
la máquina. Otra cosa que he descubierto investigando es la soledad de la
gente. Hay gente tan sola que no interactúa con nadie. Hoy hay un mal terrible
el aislamiento.
P- ¿Entonces
estamos más conectados por la tecnología, pero más solos?--/-- R.- Sí. Una familia que conozco que
perdió a su hijo por suicidio trabaja ahora en un proyecto en campus
universitarios cuyo lema es: “35.000 amigos en Facebook y nadie con quien
hablar”.
P.- Usted
afirma que las viejas estructuras sociales y familiares se han roto. ¿Tan
tajante?--/-- R.- Nada
de esto es universal. Hay gente que vive mejor en este mundo que en cualquier
otro del pasado y yo soy uno de ellos. No vivimos en el peor momento de la
historia, en absoluto, pero creo que en nuestro mundo occidental la alienación
es un problema. Y la alienación es muy disruptiva.
P.-
¿Es aún un tabú la depresión? ¿Es más fácil abordar un cáncer que una
depresión?--/--R.- En
cierta medida sí. La gente está aprendiendo a hablar sobre ello, más que antes.
Pero arrastramos la tradición medieval según la cual había enfermedades del
alma y enfermedades del cuerpo y hasta que eso no se despeje del todo la
depresión seguirá siendo como una mala suerte que te ha tocado.
P.- ¿Realmente
estamos más deprimidos o la tolerancia al dolor ha disminuido?--/--R.-Nuestra capacidad para tratar este
tipo de dolor es mayor. Y en la medida en que puedes tratar algo es absurdo no
hacerlo. Hay medicación, hay terapias, tratamientos alternativos… Así que es
absurdo no reconocerlo. Pero eso ha hecho que haya gente con la idea equivocada
de que podemos vivir una vida sin dolor y que en cuanto sufre una tristeza por
alguna razón cree que es una depresión que debe evitar.
P.- Usted
defiende la psicología conductista.--/--R.- Sí. Ha habido un debate sobre si la depresión es
biológica o psicodinámica y situarnos en que debe ser una cosa o la otra es
erróneo. Contiene elementos de ambas.
P.- Usted
defiende también el potencial de la fe ante la depresión. ¿Necesitamos un Dios
o simplemente necesitamos una fe?--/--R.- Necesitamos tener fe en algo aunque no puedo definir
estrechamente lo que debe ser esa fe. He visto gente para la que la religión ha
sido el gran confort que les ha sacado de una depresión y he visto gente que
cree que Dios les ha abandonado y para los que la religión se convierte en una
obligación que les hace sentirse peor de lo que estaban. Los principios morales
vinculados a la religión como el bien y el mal y la voluntad de estar en el
lado del bien son importantes para salir de la depresión.
P.- ¿Usted cree
en Dios?--/--R.- Sí.
No creo en religiones organizadas pero sí en Dios.
P.- Y eso le
ayudó.--/--R.- Sí.
P.- ¿Hay una
forma de afrontar mejor los suicidios, ese gran tabú?--/--R.- Estamos tan asustados por el
suicidio que no hablamos de ello y si hablamos demasiado parece que plantamos
la idea en la cabeza de la gente. Así que no se trata de estar hablando de
ello, pero sí reconocer que es la tercera causa de muerte entre adolescentes y
jóvenes en todo el mundo, es una causa significativa de muerte entre más
mayores y hay que abordarlo, identificar a la gente antes de que sea demasiado
tarde.
Se agota el tiempo y el hambre de
respuestas no se ha saciado. Pero nos queda el libro.
Andrew Solomon es autor de El demonio
de la depresión y Lejos del árbol (Debate).
Nota.- He acortado respuestas porqué el artículo era muy largo. Como siempre paa los interesados pueden consultar el periódico que nombro en el encabezado del artículo.