Edith Sánchez | La Mente es Maravillosa | 30/10/2020
Este artículo ha sido verificado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González el 29/10/2020
Hoy por hoy, son muy pocos
los psiquiatras que acuden a la cura del sueño para abordar los trastornos
mentales. Aunque esta técnica ha mostrado cierta eficacia, también implica
riesgos que deben ser considerados.
La cura del sueño es en
realidad una intervención muy antigua, pero no se formalizó como tratamiento
hasta comienzos del siglo XX, principalmente, en Rusia. Este tipo de terapia
mostró resultados muy alentadores frente a la esquizofrenia, la depresión, la
ansiedad, las adicciones y otros trastornos.
Hoy en día la cura del sueño no forma parte de los
tratamientos convencionales, aunque tampoco ha desaparecido del todo. Algunos pacientes
siguen valiéndose de ella y algunos psiquiatras siguen empleándola, de forma
particular.
La cura del sueño puede
llegar a ser muy eficaz para el tratamiento de diversos trastornos mentales.
Sin embargo, el Hospital de Chelmsford (Australia) reportó la muerte de 25
pacientes entre 1963 y 1979 por el uso de esta terapia. Esto llevó a que se
descartara como opción en casi todo el mundo.
“Una buena carcajada y un largo sueño son las dos mejores curas para casi todo”. -Proverbio irlandés-
Una de las primeras manifestaciones de los trastornos
mentales es la dificultad para dormir. Así mismo, una de las maneras de recuperar en gran
medida la estabilidad mental es a través de un sueño profundo y reparador. Una
virtud del descanso que se detectó desde los orígenes de la psiquiatría y la
psicología y que motivó el desarrollo de la cura del sueño.
La cura del
sueño se puede definir como una terapia en la que se induce al sueño
profundo a una persona que tiene algún trastorno mental. Se dice que es una
“terapia intensiva” de la psiquiatría, porque la persona afectada debe dormir
entre 5 y 9 días de manera continua. Esto puede extenderse incluso hasta por
tres semanas.
Se logra que la persona
permanezca dormida a través de la administración de diferentes fármacos que
generan ese efecto. Quien se somete a este tipo de terapia solo se despierta
por breves lapsos para comer y llevar a cabo sus necesidades fisiológicas. Que
se sepa, el primero en emplear esta técnica fue MacLeod, en 1900.
Sin
embargo, fue Jakov Klasi quien la instituyó
como tratamiento en la Clínica Burghölzli de Suiza. Lo llamó “cura de sueño
prolongado” o “narcosis prolongada”, pero se popularizó con el nombre de cura
del sueño.
La cura del sueño comenzó a ganar prestigio y se empleó en casi todo el mundo. Mostró especial eficacia para estabilizar a las personas que pasaban por una etapa de gran agitación. Parecía claro que los medicamentos empleados para sedarlos y dormirlos durante un lapso considerable les devolvía la estabilidad al despertar.
Hay estados mentales que suponen una sobreactivación
de dopamina, adrenalina y noradrenalina. Así pues, tanto el estado
de sueño como tal, como la administración de fármacos de forma continua, logran
devolverle al cerebro las condiciones para que funcione de manera más estable.
Las personas en un estado de alta excitación nerviosa son muy vulnerables a cualquier estímulo del medio ambiente. Al estar dormidos, se suprimen esos factores externos que puedan causar perturbación; también se suprime la conciencia, de modo que la actividad disminuye y tiende a normalizarse.
Los efectos
secundarios y los riesgos
Desde el comienzo, los terapeutas reportaron una serie de efectos secundarios en este tratamiento. El propio Klasi reportó la muerte de 3 de los 26 pacientes a los que les aplicó este método. Así mismo, varios de sus sucesores hablaron de problemas como aumento de la temperatura corporal, retención urinaria, disfagia y trastornos de la marcha y del habla.
Varias veces
se cambiaron los medicamentos administrados y todo pareció funcionar mejor. Sin
embargo, este tratamiento también exige un cuidado de enfermería
continuo y un monitoreo médico constante, por lo cual era difícil su
aplicación. La vigilancia de los pacientes era muy demandante. Por eso, sobre
todo, la cura del sueño entró en desuso paulatino cuando nacieron los primeros
neurolépticos.
El golpe de gracia, sin
embargo, se dio luego de que se publicara un informe del Hospital Privado de
Chelmsford (Australia). El documento decía que la cura del sueño se había
aplicado en 1 115 pacientes, durante 15 años y que durante ese lapso 25 de
ellos habían muerto a consecuencia del mismo. Al año siguiente, se prohibió
esta terapia tanto en Australia como en Nueva Zelanda.
Pese a todo, en muchas partes del mundo se sigue
aplicando. Se ha
comprobado que muchas de las muertes se asocian a problemas médicos ajenos al
tratamiento en sí. De cualquier manera, si se acude a esta terapia, es
necesario que se aplique en un centro especializado y por profesionales idóneos.