ABC (Familia sana) | 03/06/2021
Se
prevé que en los próximos 2-3 años surja un aumento brusco de todo tipo de
consumos de tóxicos en jóvenes, en lo que se denomina «los nuevos locos años
20»
La enfermedad
física por COVID-19 se ha dejado sentir en menor medida en la población
infantil y juvenil pero los pediatras han lanzando la voz de alarma ante el
impacto psicosocial de la pandemia que está empezando a saturar las consultas y
las urgencias hospitalarias. Se duplican los casos de urgencias psiquiátricas
infantiles, los trastornos de conducta alimentaria, que son cada vez más
graves, los casos de ansiedad, trastornos obsesivo-compulsivos, depresión y las
autolesiones e intentos de suicido en adolescentes. También se ha incrementado
la violencia sobre los menores, el maltrato y los abusos y se ha disparado el
consumo de pantallas en niños y jóvenes. «Debemos recordar que los niños y adolescentes de hoy son los
adultos españoles de las próximas décadas». Es la advertencia
que han lanzado hoy, en la rueda de prensa del II Congreso Digital de la
Asociación Española de Pediatría, su presidenta, la doctora María José Mellado,
y la presidenta de la Sociedad
de Psiquiatría Infantil (SPI), la doctora Azucena Díez.
La infancia, y de
forma especial la adolescencia, son etapas especialmente vulnerables debido a
los múltiples cambios que tienen lugar en cortos periodos de tiempo. Las
repercusiones de la pandemia en la salud mental de niños y adolescentes será
uno de los temas que se abordarán durante el II Congreso Digital de la AEP que
reunirá a cerca de 3.500 pediatras entre los próximos días 3 y 5 de junio. La presidente de la AEP ha hecho un
llamamiento de responsabilidad a las instituciones sanitarias para «activar un plan de prevención y respuesta»
para preservar la salud de los niños y adolescentes.
Los principales
factores de riesgo relacionados con esas consecuencias psicológicas han sido,
inicialmente, la incertidumbre, el exceso de noticias, el distanciamiento
social y familiar, la ausencia de rutinas, el abuso de pantallas, los ritmos
irregulares de sueño y un patrón de alimentación menos saludable y, en muchos
menores, la escolarización semipresencial. En algunos casos, se han añadido las
dificultades económicas y de conciliación de trabajo con el cuidado familiar, y
las posibles situaciones de enfermedad propia, de familiares cercanos o incluso
el duelo por fallecimiento de seres queridos.
«El estrés agudo o
crónico está descrito como un desencadenante de problemas de salud mental en
los niños y adolescentes. Este es un momento clave para realizar todos los
esfuerzos posibles con el fin de reducir este estrés y evitar que las dificultades
psicológicas se cronifiquen en el tiempo dando lugar a psicopatologías más
graves. Debemos recordar que los niños de hoy serán los adultos de mañana», ha
advertido la doctora Díez.
En un principio el
confinamiento pudo llegar a ser vivido como una aventura, en la que los niños
agradecían no ir al colegio o pasar más tiempo con sus padres, y los
adolescentes se sentían más libres de poder consumir más horas en Internet. Sin
embrago, «pronto comenzaron a aparecer problemas como apatía, inquietud,
aburrimiento, dificultades de concentración, insomnio o miedos excesivos»,
relata la especialista.
Los principales
datos publicados hasta el momento, tanto en España como en otros países,
muestran un aumento de los síntomas relacionados con diversos trastornos
psiquiátricos, principalmente depresivos, de ansiedad, conductas autolesivas y
de la conducta alimentaria. «Estos resultados son muy preliminares, y se espera
que al retomar hábitos saludables y contando con apoyos necesarios, la mayoría
de los niños recuperen su funcionamiento normal», aclara la presidenta de la
SPI-AEP.
Adicciones a
sustancias y pantallas
En los últimos
años, se ha producido un crecimiento exponencial en el consumo de redes
sociales y videojuegos y, como apuntan los expertos, “todas estas tecnologías
tienen un componente adictivo”. Los adolescentes son un grupo muy susceptible a
desarrollar problemas relacionados con la dependencia a dispositivos de acceso
a internet, que se ha relacionado con diversos problemas psiquiátricos como
ansiedad social, depresión y problemas de atención, así como una dieta menos
saludable y un mayor nivel de sedentarismo, sobrepeso y obesidad.
Tanto en el
confinamiento como en la llamada “nueva normalidad” el tiempo dedicado a
pantallas ha aumentado de una manera muy llamativa por el aislamiento y la
falta de estímulos. “Una de las medidas más efectivas para evitar conductas
adictivas consiste en garantizar el acceso a actividades alternativas
saludables. Cuando los niños y adolescentes tienen oportunidad de pasar tiempo
al aire libre con sus iguales y realizar actividades deportivas y de ocio, el
tiempo dedicado a pantallas se reduce de forma notable”, apunta la doctora
Díez.
El consumo de
tóxicos, como el alcohol o el cannabis, ha sido más difícil, aunque no
imposible, durante el confinamiento, asegura la experta. Sin embargo, a pesar
de que las consultas por motivos relacionados con los consumos en menores se
habían reducido notablemente, ya se están igualando a las del periodo prepandémico.
«Algunos expertos predicen, basándose en fenómenos históricos, que es probable
que en los próximos 2-3 años surja un aumento brusco de todo tipo de consumos
en jóvenes, lo que se está denominando `Los nuevos locos años 20´», alerta la
presidenta de la SPI.
Recomendaciones
para reducir el impacto psicológico de la pandemia en niños y adolescentes
Con el fin de
minimizar las consecuencias psicológicas de la pandemia, durante el Congreso se
dará a conocer el documento de posicionamiento de la SPI-AEP que recoge una
serie de medidas pensadas para favorecer un estilo de vida saludable y, en
consecuencia, la reducción del impacto psicológico de la pandemia por COVID-19
en niños y adolescentes:
Mejorar
los sistemas de coordinación entre los equipos de atención primaria (pediatras y médicos de
atención primaria que tratan adolescentes) y los servicios de salud mental, así
como la accesibilidad a estos últimos. El uso de interconsultas virtuales
podría agilizar esta coordinación. La incorporación de psicólogos a los
dispositivos de atención primaria es determinante en esta labor de prevención y
detección temprana.
Garantizar
la incorporación completa al colegio para todas las edades, en cada una de las
comunidades autónomas. La jornada completa, evitando en la medida de lo posible
la escolarización semipresencial o intermitente, es una necesidad para los
niños desde el punto de vista educativo y social.
Fomentar
las actividades de ocio y muy especialmente las deportivas, con la apertura permanente de
parques infantiles, centros deportivos y otras actividades organizadas para
niños y adolescentes.
Agilizar
la vacunación en los adolescentes y en los niños permitiría reducir los
contagios en esta edad, facilitando el contacto social, evitando cuarentenas.
En definitiva, incrementaría las probabilidades de conseguir un estilo de vida
normalizado y reducir así las consecuencias psicológicas de la COVID.
Reconocer
oficialmente la especialidad de Psiquiatría del niño y del adolescente y la de
Psicología Infantil en España, único país de Europa donde no está aprobada, con el
fin de procurar una atención especializada a niños y adolescentes.
Implantar
programas de promoción de la salud mental universales e independientes enfocados en la
prevención, detección temprana y lucha en contra del estigma de la enfermedad
mental.
Aprobar
e implementar la Ley de prevención del suicidio, con apartados específicos para
adolescentes.
Aumentar
el número de especialistas en psiquiatría infantil y psicología infantil por
habitante. Ya
antes de la pandemia se describían grandes diferencias entre comunidades en la
disponibilidad y ratio de especialistas por habitante menor de edad (Libro
Blanco de la Especialidad de Psiquiatría Infantil, 2014). Esta necesidad se
está viendo incrementada durante la pandemia por COVID-19.
La doctora Díez
recuerda que antes de la pandemia por COVID-19 ya se manejaban datos de
importancia en referencia a la salud mental de los niños y adolescentes, como
que casi la mitad de los trastornos mentales se inicia antes de los 14 años o
que el 10 por ciento de los niños menores de 12 años y el 20% de los
adolescentes desarrollan en algún momento algún tipo de trastorno mental. Por
otra parte, «el suicidio es la segunda causa de
muerte en jóvenes entre 15 y 29 años y su principal desencadenante es la
depresión, en especial cuando no se diagnostica y no se trata»,
concluye la especialista.