PSICOLOGÍA
Canalizar la experiencia por escrito podría
ser el remedio.
Si
coges el coche por la mañana te expones a una serie de desencuentros, muchos de
ellos injustificados. Puede que alguien te increpe por tu cautela o que
comentan una negligencia y, además, sus gritos caigan sobre tus oídos. Pues ese
comportamiento negativo dejará una semilla en tu ánimo que
podrá reproducirse a lo largo del día.
Se
trata de un fenómeno denominado como “reciprocidad negativa
generalizada” que ha sido estudiado por la Universidad de Bonn.
En conclusión, la injusticia se transmite hacia terceras personas ajenas al
proceso.
Aunque
la respuesta espontánea es traducir la frustración en otro
comportamiento abusivo aleatorio, los científicos han
descubierto una forma sencilla para romper la cadena.
Efecto dominó
Las
emociones negativas que vivimos en nuestra propia piel, como la injusticia,
pueden tener efectos secundarios sobre otras personas.
Los
investigadores han llegado a una conclusión: los humanos somos tremendamente sensibles a la injusticia. Cuando
la vivimos en la propia piel se producen fuertes emociones negativas que
influyen en las posteriores decisiones.
En
el acto de injusticia va implícita cierta carga
violenta. “La violencia es efectiva a corto plazo, si yo soy más
fuerte que tú y te impongo algo, o consigo más rápido lo que deseo. Quien
ejecuta la acción no se detiene en sus efectos secundarios”, indica Guillermo
Fouce Fernández, doctor en psicología y profesor de la Universidad Complutense
de Madrid.
Y
reaccionamos como un espejo, como una fórmula para conseguir lo que queremos o canalizar la experiencia. “Si alguien se impone y me
obliga a algo de manera injusta tenderé a hacerlo yo también con quien pueda.
Los modelos de violencia, como los de adicciones tienen cierta tendencia así a
repetirse”, continúa el también presidente de la fundación Psicología sin Fronteras.
Emociones en negativo
La
frustración, el malestar y las ganas de agredir son algunos de los sentimientos
que se desencadena la injusticia En cualquier caso las impresiones que se
reciben provocan una corriente de aspectos de signo negativo.
“Frustración, malestar, ganas de agredir” son algunos de los sentimientos que
se desencadenan según Guillermo.
Esto
deriva en una acumulación de tensión que
provoca que se repliquen los comportamientos injustos.
El caso de estudio
En
una primera prueba sometieron a los participantes al 'juego del dictador' en el
que algunos debían encargarse de distribuir una cierta cantidad de dinero sin
tener en cuenta la voluntad del grupo
Este
fue el aspecto sobre el que trabajaron los investigadores de la Universidad de
Bonn. Su objetivo fue detectar el método más efectivo para
frenar el efecto dominó. Para ello seleccionaron a un grupo de 237
personas que se sometieron al “juego del dictador”.
Del
total, 24 fueron nombrados dictadores y su objetivo era distribuir una
cierta cantidad de dinero de la forma que eligiesen sin tener
en cuenta la voluntad del grupo. El 83% de quienes estaban al mando fueron
considerados como injustos.
En
una segunda fase del estudio, el grupo volvió a dividirse en tres para
comprobar las distintas formas de imitación del mecanismo. Al primero se le
concedió un descaso para comprobar si esto podría romper
el desapego con el comportamiento del dictador.
Al
segundo se le pidió que describiesen una imagen no relacionada con el suceso
anterior para distraerlos del comportamiento que les
producía emociones negativas. El último tuvo permiso para escribirle
una carta al cacique con sus frustraciones.
Cómo detener el ciclo
Los
participantes del estudio que enviaron la carta fueron los únicos capaces de
superar su enfado. Es un ejercicio de analizar, digerir y canalizar las
emociones negativas
Tras
analizar todas las situaciones dadas, se percataron de que los que enviaron la
misiva, fueron los únicos capaces de deshacerse de su enfado.
“La
forma de superar las emociones negativas provocadas por estas prácticas es analizarlas, digerirlas y canalizarlas”, señala Fouce.
Asimismo,
el estudio concluyó con una tercera fase en la que los participantes tuvieron
que asignar una cantidad de dinero para ellos mismos y una tercera persona.
Quienes escribieron el mensaje a la persona injusta hicieron mayores asignaciones al tercero.
Por
lo tanto, parece ser que escribir la frustración generada por la experiencia
injusta, como una estrategia para canalizar las emociones, puede interrumpir la cadena de injusticia.
“Es posible
romper la cadena, pero siempre hay que trabajar las
emociones y reeducar lo aprendido en negativo. Por ejemplo,
cuando suceden estos comportamientos en niños hay que trabajar la empatía. Hay
que poner a los niños agresores en el lugar de los agredidos para que adquieran
estos sentimientos y vivencias”, asegura el experto.