María José García Crespo
| Aleteia |
25/01/2021
Durante el año
del COVID y los confinamientos, la crisis económica ha generado estragos. El
suicidio de empresarios en diferentes países europeos ha dado la voz de alarma.
Roma contó 25 suicidios y 21 intentos entre marzo y mayo de 2020. Ante la ola
de suicidios, en Francia han creado un programa de ayuda psicológica a
empresarios y comerciantes. En España no hay cifras oficiales, pero sabemos que
los ha habido, porque algunos suicidios de empresarios han salido en los medios
de comunicación.
La
desesperación ha llegado a empresarios que han perdido su empresa, se ven
incapaces de pagar sus deudas, no pueden mantener a sus empleados y no ven un
futuro cierto.
Suelen ser
personas que transmiten sus dificultades, pero no comunican su desesperación a
su entorno más cercano. Aunque no lo sean, suelen tener sentimiento de
culpabilidad por su impotencia ante la situación.
La crisis del empresario
Estos
empresarios abrumados piensan en ocasiones que, como líder, no “puedes
transmitir debilidad”. Se es un empresario de éxito o un fracasado, y se espera
que siga luchando pase lo que pase.
En efecto,
durante los últimos años se ha vendido la idea de que “si quieres, puedes” de
lo que se podría deducir que un empresario fracasa porque no “ha querido luchar
lo suficiente”.
Los familiares
afirman que “no se ve venir”, “no tenía problemas psicológicos”, “podía haber
pedido ayuda a muchísima gente, pero se lo comió él solo”.
El suicida no es que no quiera vivir, lo que no quiere es sufrir.
La
incertidumbre ha venido para quedarse y queremos buscar una seguridad que no encontramos.
Tenemos que recuperar la calma. Se trata de buscar un equilibrio entre lo que
podemos controlar y lo que no.
Vivimos en una
sociedad que pensaba que lo podía controlar todo. Sobre esta falacia hemos
vivido y esta crisis sanitaria y económica nos ha enseñado que no podemos tener
el control sobre todas las cosas.
Manejar la
incertidumbre resulta incómodo. Estamos más tranquilos cuando sabemos qué
pasará. La incertidumbre hace que busquemos una seguridad que no encontramos.
Confiar
La ventaja del
cristiano es que sabe que su Señor conoce hasta el número de cabellos de su
cabeza; Si viste a los lirios del campo, Él no nos abandona; Mirad las aves del
cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?; Las ovejas
reconocen su voz; y a sus ovejas las llama una por una»,
Con todos estos
argumentos ¿Por qué desesperar?
Cuando estas
palabras están grabadas a fuego en el corazón es difícil caer en la
desesperanza.
Prevenir
No obstante,
cualquiera puede caer en la depresión. Por ello, resulta de interés conocer
algunas medidas de prevención.
Puntos clave
para superar situaciones críticas:
- Apoyarse en las personas más
cercanas como familiares, director espiritual, amigos… para evitar
encerrarnos en nosotros mismos, ya que la inmovilidad y el aislamiento
sólo dañan el estado de ánimo.
- No tomar decisiones drásticas. Darse un
tiempo para asimilar la situación.
- El objetivo es generar la
sensación de percepción de control sobre la situación para
aumentar la confianza y ser conscientes de las alternativas reales.
Conseguiremos sensación de paz.
- Preguntarse por qué ha
sucedido, no dejar de lamentarse por ello, buscar a los culpables o
preguntarse cuándo va a finalizar… Los pensamientos de ira y frustración
sólo sirven para mantener la sensación de malestar. Es urgente
descartar los pensamientos tristes y negativos.
- Poner en marcha soluciones
realistas y focalizarse en ellas. Ver más allá del problema del momento.
- Activar la imaginación para
elaborar un plan de alternativas con ayuda de profesionales cualificados en
materia empresarial. Acompañar con el asesoramiento médico y espiritual.
- Percibir el problema como algo
que acabará tarde o temprano. Aparecerá la satisfacción. Se tolerarán mejor
las contrariedades si se actúa según el plan organizado de acuerdo a las
prioridades de cada persona o familia.
La pérdida
económica puede acercarnos a los demás, generar sentimiento de grupo y hacer
más llevadero el problema.