La vida urbana pone en riesgo la salud mental de
varias maneras, pero hay una buena noticia: existen formas de amortiguar el
impacto
EVA CARNERO | el país |
30/05/2019
Nos gusta vivir en la ciudad. Más de la mitad del
planeta lo hace actualmente. En el caso de España, el 95% de la población habita en menos de la
mitad de la superficie del país, y a finales de siglo, siete de cada diez habitantes del planeta vivirán
en ciudades.
Es comprensible. Las grandes urbes tienen numerosas ventajas, entre las que
destacan que cuentan con los mejores servicios sanitarios, educativos,
culturales y de ocio. Por no hablar de que la gran mayoría del empleo que se
genera lo hace en los entornos urbanos. Pero no todo son ventajas: algunos
expertos señalan que las ciudades aumentan los riesgos para la salud mental.
La idea no es nueva. Los científicos llevan
décadas profundizando en ella, desde que un estudio de 1930 apuntó que vivir en una ciudad aumenta el
riesgo de sufrir psicosis. La
lista de enfermedades mentales relacionadas con la vida en núcleos de población
densos y, con demasiada frecuencia, contaminados y ruidosos, no ha dejado de
crecer desde entonces. La depresión y la ansiedad están entre ellas. Los
científicos aún están buscando las pruebas definitivas que relacionen la
aparición de algunas de estas enfermedades con el ambiente urbano, pero no hay
duda de que quienes viven en la ciudad se exponen a factores que pueden alterar
su equilibrio mental, aunque sea de forma pasajera. Afortunadamente, hay
maneras para sobrevivir al impacto de la jungla de asfalto.
Un gran enemigo del equilibrio emocional del
urbanita es la contaminación, tanto en su versión atmosférica como en la
acústica. Según el psiquiatra del Hospital La Luz José Luis Pedreira, el ruido
"incrementa la irritabilidad y la excitabilidad, lo cual hace que
aumente la tensión y se produzca lo que habitualmente se denomina estrés. La
respuesta del individuo puede ir desde descargas agresivas hasta situaciones de
hiperactividad psicomotora o reacciones de ansiedad, acompañadas de trastornos del sueño", Esto último origina "una alteración
tanto en la conciliación como en la calidad, haciendo que sea más ligero, con
despertares nocturnos más frecuentes", sostiene Pedreira. Por supuesto, el
ruido puede provocar daños en el oído interno.
Con estos riesgos en mente, el psiquiatra señala
algunas de las herramientas disponibles para protegernos de estas amenazas. Por
ejemplo, en el caso de la contaminación acústica
sugiere insonorizar las viviendas, y usar tapones para los oídos o auriculares
que aíslen del ruido. Eso sí, pretender usar auriculares que enmascaren sonidos
molestos con música puede costar caro, ya que el volumen de ruido al que nos
sometemos acaba siendo mayor. Lo mejor en estos casos es seguir las recomendaciones de la OMS para
escuchar música sin perder oído.
En cuanto a cómo hacer frente a los efectos de la polución, el experto propone limpiar con mopas humedecidas, reducir el uso de las calefacciones, aumentar las salidas periódicas a lugares menos contaminados y usar mascarillas para transitar por las calles. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el uso de máscaras para filtrar el aire que respiramos no evitará la exposición a la contaminación ambiental; según un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment, la mejor de las mascarillas comerciales para ciclistas apenas llega a proteger frente al 50% de las partículas contaminantes.
En cuanto a cómo hacer frente a los efectos de la polución, el experto propone limpiar con mopas humedecidas, reducir el uso de las calefacciones, aumentar las salidas periódicas a lugares menos contaminados y usar mascarillas para transitar por las calles. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el uso de máscaras para filtrar el aire que respiramos no evitará la exposición a la contaminación ambiental; según un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment, la mejor de las mascarillas comerciales para ciclistas apenas llega a proteger frente al 50% de las partículas contaminantes.
El profesor de psicología de la Universidad Europea de Madrid Rubén García ve en el compromiso social la
clave para crear un entorno proclive a la salud mental. Para García, "nuestro entorno es el
lugar donde nos criamos, educamos a nuestros hijos, crecemos y nos
desarrollamos. La tarea, en este sentido, sería tejer relaciones de
cuidado mutuo en el que se priorice el bienestar, el respeto y el crecimiento de
una manera sostenible e igualitaria. Nuestro equilibrio emocional depende, en
gran medida, de si llevamos a cabo esta idea". Para conseguirlo, García
anima a participar en nuestra comunidad para hacer de los espacios de
convivencia lugares más saludables.
Una interesante prueba de que comprometerse
con los demás es beneficioso para la salud mental está en las
iniciativas relacionadas con las personas mayores. Basta conocer algunos testimonios
para comprender que cultivar las relaciones sociales mejora el bienestar
emocional,
es un propósito que puede hacerte más feliz. Es importante esforzarse en ello
porque, irónicamente, la vida en la ciudad puede ponértelo difícil por mucho
que las urbes sean los mayores puntos de encuentro de las personas.
Frente al cuidado mutuo que propone García
Sánchez, la psicóloga y socia directora de Somos Psicólogos y Formación, Beatriz González, sugiere buscar tiempo para uno mismo y hacer
actividades de ocio con las que disfrutar, ya que "eso ayuda a desconectar
de la tensión diaria y a encontrarnos más fuertes ante los estresores y
generadores de la ansiedad y la depresión". La idea principal del mensaje
es aprovechar esos momentos para recuperar la energía y conocerse a uno mismo.
Entre las actividades más adecuadas, la psicóloga destaca el
senderismo, el yoga y el baile.
Este último es especialmente interesante en el
caso de las personas mayores, ya que, "con este tipo de actividad, además
de distraerse, ejercitan los músculos. Y si no se quiere ir a clases de baile,
una alternativa puede ser realizar movimientos o ejercicios en casa, poniendo
música para hacerlo más ameno", apunta Sánchez. Ahora bien, completar
nuestra agenda con actividades puede llegar a saturarla, convirtiendo una
actividad que debía ser placentera en un desencadenante de ansiedad, una palabra que no deberíamos usar a
la ligera. Por
eso García Sánchez insta a "aprender a decir que no, y a seleccionar
los eventos sociales, profesionales y familiares que se nos presenten en el día
a día. Es mejor no programarse muchas actividades y dejar tiempo para
uno mismo".
Otra actividad fundamental para liberar el cuerpo
de la tensión de la vida en la ciudad es tan sencilla como dar un paseo. No
siempre tiene por qué ser por una zona verde, pero la influencia de la
vegetación en la salud es innegable, tanto que vivir a menos de 300 metros de un
parque se ha relacionado con una reducción del riesgo de cáncer de mama. Las conclusiones un reciente estudio del
Instituto de Salud Global de Barcelona invita a pensar que, si la costumbre es buena en los adultos, todavía
lo es más entre los niños. Según
el trabajo, los niños que crecen en contacto con espacios verdes
muestran de adultos niveles más bajos de nerviosismo y depresión, así
como una mayor vitalidad.
Después de un descanso de no menos de 7 horas,
González recomienda hacer una pequeña meditación nada más despertarse. Aunque
no te llevará más de 10 minutos, procura levantarte con tiempo, para no ir con
prisas. Si no eres practicante habitual, no te preocupes, puedes encontrar
técnicas de meditación "exprés" en internet para guiarte en el
ejercicio. Puedes alternar esta práctica con ejercicios de respiración
consciente. Eso sí, ten en cuenta que el mindfulness tiene sus sombras.
El mindfulness no va a
solucionarte los problemas pero sí puede enseñarte técnicas útiles para
gestionar situaciones difíciles. Y la psicología ofrece otras maneras de
rebajar el estrés. Por ejemplo, las que se basan en la aceptación y el
compromiso. Estos recursos se emplean para conseguir detectar cuándo el estrés
comienza a pasarnos factura y ser capaces de alejarnos de nuestras emociones y
pensamientos, al menos lo suficiente como para ser conscientes de que podemos
controlarlos... y llegar a controlarlos. Eso sí, tal y como explicó a BUENAVIDA
el catedrático emérito del departamento de Psicología Biológica y de la Salud
de la Universidad Autónoma de Madrid, Bernardo Moreno, "no pueden resolver continuamente los
problemas. Si
hay que recurrir a ellas constantemente es que el estrés de fondo no está
resuelto".
En todo caso, cuando acabes la jornada el objetivo
es bajar pulsaciones. Para ello, la psicóloga Beatriz González sugiere, en
primer lugar, dedicar unos minutos a rememorar las vivencias felices. "Si
las hemos tenido durante el día podemos recrearnos en ellas, si no, podemos
evocar experiencias pasadas. Recordar estos momentos hará que nos renovemos",
asegura la experta, quien añade una propuesta última para
"vacunarnos" frente al estrés urbanita: "Al terminar el día, una
buena opción es darse un baño en un ambiente de relajación. Para ello,
use aceites esenciales y velas aromáticas. Los olores
agradables generan recuerdos y sensaciones placenteras que producen
relajación", concluye.