·
GEMA GARCÍA
MARCOS | El Mundo |
03/02/2023
En 'La voz de tu cuerpo', su programa en
la app de meditación Petit BamBou, brinda las claves para reaprender a escuchar
el lenguaje de nuestro yo interno.
Vivimos contracturados. día sí y día también,
nos toca lidiar con ese punzante dolor en la boca del estómago que
'escala' hasta invadir nuestras papilas gustativas con un extraño sabor
metálico. De las lumbares y las cervicales,
mejor ni hablamos. Nos hemos acostumbrado a que el cuerpo nos
duela, pero, sin embargo, nos hemos 'desacostumbrado' a escucharle
para conocer las razones de sus 'quejíos'.
Ese es, precisamente, el apasionante (e
inquietante por su importancia y el poco caso que le hacemos en nuestra vida
cotidiana) tema que aborda la psicóloga Alejandra Vallejo-Nágera en 'La
voz de tu cuerpo', el programa que estrenó a finales del pasado
año en la app de meditación Petit BamBou. Se trata de un
espacio en el que se bucea en "la estrecha relación que
existe entre las emociones y los dolores que se manifiestan en diferentes
partes de nuestro cuerpo"; también en cómo "hemos dejado de
escuchar los mensajes que nos envía nuestro organismo para decirnos
que algo no va bien" y en cómo aprender a utilizar la meditación
como herramienta para arreglar ese 'teléfono interno escacharrado' que tantos
problemas nos está causando.
"No todos los dolores físicos tienen
una causa psicosomática. Sin embargo, habría que pensar que, cuando un dolor se
repite y, a pesar de que intentamos buscar solución tomando relajantes
musculares -siempre prescritos por un facultativo-, por poner un ejemplo, sigue
sin pasarse, convendría pensar que, quizás, pudiera existir una causa
psicológica, porque mente y cuerpo son lo mismo.
Ambos forman parte de la misma persona y accionan por igual", argumenta Vallejo-Nágera.
Pero, ¿qué nos ha pasado? ¿Por qué ya ni
reconocemos, ni escuchamos nuestra voz interior? Su explicación no puede ser
más fácil de entender: "Nos pasamos demasiadas horas sentados, trabajando
ante un ordenador, y esa área del cerebro que se ocupa de la
postura y del movimiento llamada propiocepción deja de trabajar al no tener una
acción en la que fijarse. Un área que, curiosamente, es la más grande
en relación con los demás sentidos y nos cuenta todo sobre cómo se siente
nuestro cuerpo. Si la 'atrofiamos' por falta de uso, llegará un momento en el
que seremos incapaces de entender el lenguaje con el que nos
hablan nuestras emociones y éstas acabarán por manifestarse cada
vez con más intensidad hasta llegar a convertirse, en algunos casos, en una
enfermedad. Yo suelo decir que todos tenemos una bestia que está
ahí para protegernos; cuando nos encontramos ante una situación
complicada, reacciona y, si la alimentemos (desoyendo sus avisos), va a
engordar hasta llegar a secuestrarnos literalmente".
Por desgracia, "no se ha dado al
lenguaje corporal la relevancia que tiene. Desde que somos muy
pequeños, se nos dice -puede que con la mejor de las intenciones-, que
aguantemos en situaciones tan urgentes para nuestro organismo como orinar o
comer. Y algo tan 'cotidiano' como educar a nuestro cuerpo para no
escuchar la llamada de que necesitamos ir al baño, hace que,
incluso, nos lleguemos a olvidar de hacer pis y, como consecuencia, dejemos de
hidratarnos adecuadamente".
Así, sin darnos cuenta, "vamos inhibiendo
el lenguaje natural de nuestro cuerpo". Algo parecido pasa con la
respiración. "Una de las mayores causas de estrés y ansiedad es que las
personas nos hemos olvidado de respirar correctamente. Y,
al no hacerlo, no se oxigena ni la sangre, ni el cerebro de una forma adecuada,
empieza la 'niebla mental' y, a partir de ahí, se produce una reacción en
cadena."
El viaje que, a través de la app de
meditación Petit BamBou, nos propone Vallejo-Nagera para 'reconciliarnos'
con nuestras emociones es absolutamente fascinante y arranca por
algo tan básico cómo saber que "nuestro cuerpo nos habla" y
que, cuando lo hace, cada zona en la que se 'manifiesta' tiene un significado
concreto. "Cuando nos encontramos ante una dificultad, esta va
a manifestarme en la parte de nuestra anatomía que tenemos más vulnerable y,
aunque en esto no hay reglas universales, sí que nos encontramos con enormes
coincidencias".
Si hablamos de la espalda,
desde el punto de vista psicosomático, "hay una diferencia entre cuando
duele la parte superior y la inferior (zona lumbar)", detalla. Así,
"si las molestias se presentan en el cuello, los hombros u
los omoplatos, estas tienen que ver, normalmente, con la asunción
de una responsabilidad que no corresponde. Es el típico
dolor que experimenta, por ejemplo, la persona que se ve obligada a asumir la
carga de trabajo de un compañero o que tiene que recoger, cada día, la
habitación de sus hijos ya mayores. Las lumbares, por su
parte, suelen molestar cuando tenemos problemas de relaciones con
los demás".
En muchos casos, prosigue, "la angustia se
revela en forma de dolor en la boca del estómago o,
incluso, en la aparición de problemas para hablar, ronqueras o
dolor de garganta". Esto suele sucederle "a personas que, de
niños, han tenido mucha dificultad para expresar lo que estaban sintiendo. Esa
inhibición hace que, ante una situación adversa, sientan una especie de nudo
en la garganta que les impide hablar y expresar lo que
sienten".
En las ocasiones en las que sentimos mucho miedo,
"lo que va a resentirse más es la zona del suelo pélvico.
Por eso, a los niños e, incluso, a los adultos, cuando tienen mucho
miedo, se les sueltan los esfínteres".
Cuando lo que duele es la zona
lumbar o de los órganos reproductivos (ovarios, útero),
"muchas veces, si se 'rebusca' desde el punto de vista psicológico, hay
un sentimiento de culpabilidad persistente en el
tiempo".
Si es el plexo solar,
punto en el que las costillas hacen una uve invertida, "si se indaga,
suele haber un cuadro de humillación detrás. Suelen ser
experiencias adversas que se han quedado ancladas. Por eso, es recomendable
revisar qué momentos y qué situaciones exteriores han provocado que sintamos
dolor allí.".
Detrás de molestias en el pecho,
los pulmones o los bronquios, suele haber problemas
afectivos. "Nos encontramos con el síndrome del corazón roto que
es un síndrome clínico que se da en personas que han tenido un desengaño
amoroso brutal".
Esos dolores de cabeza recurrentes también
pueden tener detrás una emoción más encauzada. "Las cefaleas
tensionales de origen difuso a las que no se puede poner remedio
(con independencia de que, en la actualidad, los estudios sobre la microbiota
están ayudando mucho a mitigarlos) tienen mucho que ver con esas situaciones en
las que nos encontramos en una encrucijada y no
sabemos cómo resolverla. Se nos inflaman las meninges para decirnos que
encontremos la salida lo antes posible porque estamos bloqueados".
EJERCICIOS PRÁCTICOS PARA APRENDER
A RECONOCER LAS SEÑALAS DE NUESTRO CUERPO
¿Qué podemos hacer para volver a reconocer y a
atender a la voz de nuestras emociones? La clave, según está psicóloga, radica
en recuperar 'nuestro sexto sentido', el de la propiocepción'.
"Hay cinco sentidos que todos identificamos como tales, pero hay otros dos
más ante los que la sociedad está sorda, ciega y muda. Y, curiosamente, son los
que más espacio ocupan en el cerebro. Uno de ellos es la intracepción
que no podemos controlar, pero sí notar como cuando, por ejemplo,
se nos altera el ritmo cardíaco o el tránsito intestinal. Es la percepción de
que lo nos está pasando por dentro. El otro es la propiocepción y,
como ya he dicho anteriormente, ese sentido se nos está atrofiando debido a
nuestro estilo de vida sedentario porque no tiene que 'estar pendiente' ni de
la postura, ni del movimiento"".
Vallejo-Nágera relata cómo ha observado que, a
sus alumnos de tercero de Medicina, a veces, "les cuesta distinguir, con
la mirada interna, la diferencia entre su parte izquierda y la
derecha. Les resulta complicado darse de cuente de si tienen apoyados
adecuadamente los dedos y la planta de los pies, un detalle muy importante del
que depende el equilibrio de todo el cuerpo (que, al pasar tantas horas
sentados, no nos es tan necesario). Cabe recordar que todas las
cadenas musculares están conectadas entre sí y el hecho de no
tener todos los dedos de los pies bien apoyados sobre el suelo nos puede
afectar a los hombros".
Esto se puede trasladar a todas las partes de
nuestro cuerpo. "Cuando un órgano enferma los otros, y esto lo sabemos
bien los que hemos sufrido una extirpación, se ven
'obligados' a hacer un trabajo extra para suplir su función. Cuando no
tenemos la estructura corporal bien integrada o la postura corporal adecuada,
otras partes tienen que ponerse a disposición para suplir este déficit. Y, si
esta situación se perpetúa en el tiempo, terminan por aparecer los
dolores".
Por eso, uno de los ejercicios que propone en
'La voz de tu cuerpo' es recuperar nuestra 'mirada interna'. "La idea no
es mirarse al espejo para poner a prueba en sentido de la vista, sino percibir
la sensación interna que nos ayude a identificar si estamos en una
postura inadecuada, si tengo un dedo del pie montado sobre el otro.
etc".
Pero antes, nos invita a entrenar la paciencia.
"No estamos acostumbrados, por ejemplo, a dedicar la atención que se
merece a nuestra lengua de la que, más allá del
habla, depende la tensión de la mandíbula, de la boda del estómago o de la
garganta. No nos damos cuenta de la cantidad de músculos que hay en la lengua
y la tensión que se concentra en ese punto. Por eso, yo
invito a los que estén leyendo este reportaje a que destensen la
lengua y noten cómo se expande hacia los lados y se
apoya en las muelas inferiores y detrás los dientes incisivos. En
el momento en el que esto sucede, inmediatamente, vamos a notar un
descanso en la garganta y el inicio del aparato digestivo".
Otro de los retos que nos plantea es
"centrarnos en nuestros globos oculares que
están llenos de músculos que, cuando se tensan, hace que pasen muchas
cosas".
"De las plantas de los pies,
nos recuerda, dependen muchos dolores musculares y,
sobre todo, el equilibrio que, curiosamente,
también se ve condicionado por la tensión en la mandíbula.
Si la relajamos, notaremos como mejora nuestra postura y nuestro equilibrio. De
hecho, otro de los ejercicios que practico en clase con mis alumnos consiste en
ponerse de pie y ver cuánto tiempo aguantan en equilibrio sobre
una pierna para comprobar que, al relajar la mandíbula, les
resulta mucho más sencillo mantener el equilibrio".
En definitiva, Alejandra Vallejo-Nágera hace
hincapié en la importancia de que "entendamos que nuestro
cuerpo es nuestra casa y tenemos que cuidarlo bien, algo a lo que no estamos
acostumbrados y que debería de empezar por reaprender a escuchar
el lenguaje corporal para detectar a tiempo qué es lo que está pasado y ponerle
remedio".