TABAQUISMO | Nuevos datos
Más del 20% de los europeos ha probado
el cigarrillo electrónico.
Se decantan por este hábito sobre todo
los jóvenes entre 15 y 24 años.
España es uno de los estados con una
tasa más baja de vapeadores, con un 10,9%.
MARÍA VALERIO | Madrid | El Mundo | 17/06/2014
En 2012, casi 30 millones de europeos probaron el
cigarrillo electrónico. La mayoría de ellos tenía entre 15 y 24 años, eran
fumadores de más de 20 cigarrillos (tradicionales) al día y habían intentando
dejarlo al menos una vez en el último año. Ése es el perfil del usuario del
'e-cigar' que dibuja un artículo en la revista Tobacco Control después
de analizar los datos de más de 26.000 ciudadanos de 27 países europeos,
entre ellos España.
Con los datos del Eurobarómetro 2102, un equipo acaba
de elaborar uno de los mapas más detallados del vapeo en
el continente.
Desglosando los datos por países, España es uno de los
estados con una tasa más baja de vapeadores, con un 10,9%, muy por debajo de
los países con más usuarios de los e-cigarrillos .
Debido al alto porcentaje de estos dispositivos de
nicotina inhalada que son fumadores de tabaco tradicional (20%, frente al 1% de
no fumadores), los especialistas en salud pública consideran que muchos europeos
están experimentando con el vapeo como un camino para intentar dejar de fumar,
pese a que el uso de los cigarrillos electrónicos con este fin no está
demostrado científicamente. De hecho, aquellos fumadores que habían
intentado dejar su hábito en el último año tenían el doble de probabilidades de
haber probado la nicotina líquida que los que no habían intentado dejarlo.
Según Francisco Rodríguez Lozano, presidente del
Comité Nacional de Prevención de Tabaquismo (CNPT), este uso de los vapeadores
por parte de quienes están intentando dejar de fumar no es sorprendente,
"porque muchos pensaron inicialmente que podía servir, y que era menos
tóxico que el tabaco".
Sin embargo, asegura, la información que han divulgado
los médicos y la falta de estudios que demuestre que el vapeo es
superior a otros métodos, como los parches o los chicles de nicotina, "ha
hecho que no cuaje" en nuestro país.
A esto se suma que la OMS sigue aconsejando que no se
usen los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar y la legislación que
prohíbe su uso a menores y en sitios públicos, así como las limitaciones a la
publicidad, "por lo que después de unos años de boom, en
España estamos viviendo un cierto decrecimiento, lo que coincide con los datos
que da este estudio” .
La normalización de fumar que está logrando el vapeo puede
ser especialmente dañina entre los jóvenes, principal nicho de mercado del
vapeo.
De hecho, otro estudio estadounidense en la misma
revista alerta de la facilidad con la que nuevas marcas y tipos de cigarrillos
electrónicos se venden por Internet cada mes, y que eleva hasta más de
200 el número de sabores disponibles. Este segundo trabajo -publicado
también en Tobacco Control- calcula que 10 nuevas marcas y 240
sabores nuevos llegan a la Red cada mes. Y aunque la agencia estadounidense del
medicamento prohíbe la venta de estos productos a menores (como en Europa), los
e-cigarrillos de venta on line
pueden escapar fácilmente a esta prohibición.
En este sentido, Carlos Jiménez,
director del programa de investigación de tabaquismo de la Sociedad Española de
Neumología y Cirugía Torácica, lamenta que "la regulación haya excluido la
consideración de los cigarrillos electrónicos como medicamentos". Esa
posibilidad, explica, hubiera permitido la posibilidad de realizar ensayos
clínicos que realmente aclararan el debate y hubiera exigido a los fabricantes
que en todos los procesos implicados "se cumplieran las estrictas normas
que deben cumplir los medicamentos".
Para Jiménez, las compañías fabricantes
están siguiendo la senda marcada por las tabaqueras hace décadas, con el
objetivo de que "el cigarrillo electrónico sea el negocio del futuro"
en el primer mundo, mientras que "los cigarrillos manufacturados lo sigan
siendo en los países en vías de desarrollo".
Como pasó con el tabaco convencional,
señala, "los efectos no se verán más que a largo plazo", por lo que
"es fundamental el control de estos productos desde un punto de vista
sanitario", concluye.