domingo, 15 de marzo de 2015

Cómo vencer el aburrimiento sin moverse del sofá

PSICOLOGÍA
Hay alternativas: soñar despierto, planear el día de mañana, conectar con uno mismo. No hacer nada fomenta su creatividad, el tedio solo la apaga

ABIGAIL CAMPOS DÍEZ | El País | 22/02/2015                 

El aburrimiento es algo tan cotidiano que pocas veces nos paramos a pensar sobre el mero hecho de aburrirse en sí mismo (porque, de entrada, ¿quizá nos suena aburrido?). Podemos experimentar el tedio en nuestro trabajo, en una sala de espera, en el metro de vuelta a casa, estudiando para un examen o acompañando a una amiga de compras. ¿Por qué sucede? ¿Es bueno o es malo?
Los científicos trabajan desde hace años para entender los efectos del aburrimiento en el cerebro. A la pregunta de si es positivo o negativo, el doctor José Antonio López Rodríguez, vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), se remite a los griegos para recordar la importancia del “nada en exceso”, y distingue la diferencia entre perder el tiempo y aburrirse. “De vez en cuando perder el tiempo es aconsejable, porque supone parar en la vorágine y en el tipo de vida que llevamos, en la que el tiempo es oro. Yo se lo aconsejo a mis pacientes”, cuenta.
¿Y para qué vale abandonarse un poco al no hacer nada? “Permite ser creativo, es una válvula de escape que nos facilita entrar en nuestro interior y dejar la mente libre. Nos anima a soñar despiertos para que fluya esa imaginación. Pero en Occidente lo que se hace es estar ocupados para no pensar y no conocernos a nosotros mismos. No estamos acostumbrados a profundizar en nuestro interior. Nuestra sociedad no ha tenido ese culto a saber estar tranquilos, relajados, reposados, para después volver a la actividad”, dice José Elías, psicólogo del centro Joselias, y miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de España (COP). “En el trabajo es bueno despistarse un poco cada hora y media aproximadamente, para después volver a la normalidad”, añade.
Sirva como ejemplo este reciente estudio de la revista Science, en el que la mayoría de los participantes eligió aplicarse descargas eléctricas suaves durante 15 minutos de calma en una habitación vacía, en lugar de estar simplemente sin hacer nada. "Demostraron, de forma consistente, que rechazan estar con sus propios pensamientos por, incluso, un breve período de tiempo", explicó Timothy Wilson, de la Universidad de Virginia. “Cuando miro lo que hacen los pacientes que esperan en la consulta, los encuentro siempre con el móvil. Permanecer parado es algo que no se hace”, señala, al respecto, el doctor López Rodríguez.
No es lo mismo
Toca distinguir, pues, entre no hacer nada y estar aburrido. Aclarado que pasarse dos horas mirando al techo puede ser altamente satisfactorio, combatamos el sopor que procede del hastío y de la falta de estímulo e ilusión. Se produce entonces un cuadro de apatía, cansancio, anhedonia (incapacidad para experimentar placer) o trastorno del sueño, que se puede confundir con la depresión o, paradójicamente, con el estrés.
Cuando el aburrimiento es crónico, están implicados dos circuitos cerebrales concretos. Los activadores, que son los que nos hacen movernos y conseguir objetivos: los que nos motivan. Y los inhibidores, que nos paran cuando hay un problema o peligro. “Para que el cerebro funcione bien tiene que darse un equilibrio entre ambos. Si vivimos muy activados, ese exceso lleva al estrés. Pero la superabundancia de inhibición, el no tener una motivación, produce un cuadro parecido. Necesitamos causas que nos apasionen”, explica el psiquiatra. Si es circunstancial, también las necesitamos. Y esto es lo que aconsejan los expertos a los aburridos empedernidos: “No se puede vivir sin motivación, es fundamental para el estímulo del cerebro, hay que buscar una. El ejercicio físico es un gran activador y tiene consecuencias muy importantes, también cerebrales. A mis pacientes les planteo un programa a cumplir y les digo que una larga caminata empieza por un primer paso, que es siempre el más difícil. Les pregunto cuándo fue la última vez que se lo pasaron bien, y qué estaban haciendo. Y luego les pido que añadan una motivación intelectual, porque el ser humano es un ser en busca de conocimiento”, indica López Rodríguez. “El problema es cuando alguien se aburre porque no ha aprendido a hacer nada con su tiempo libre. También hay personas más propensas a este sentimiento: las que carecen de creatividad o tienen un estado de ánimo bajo”, añade, por su parte, José Elías.
Así que, ya sabe, invierta las largas tardes de domingo en leer, soñar despierto o recuperar una afición perdida. Todo antes que aburrirse. Puede incluso rellenar este test, creado en 1986 por los científicos R. Farmer y N.D. Sundberg, sobre su escala de propensión al aburrimiento. Entre las primeras preguntas, una a bocajarro: "¿Siempre le parece que el tiempo pasa lento?".


Los pacientes con trastornos mentales plantan cara a su estigma

El colectivo Obertament lanza una campaña contra la discriminación de los afectados

JESSICA MOUZO QUINTÁNS / CAMILO S. BAQUERO Barcelona | El País | 23/02/2015                                                       

Agresivos, incapaces de trabajar o, simplemente, raros, son algunos de los adjetivos que acompañan al imaginario colectivo cuando se habla de personas que padecen un trastorno mental. Pese a las campañas de sensibilización de los últimos años para desarmar esos estigmas, los afectados y colectivos médicos avisan que los trastornos mentales siguen siendo un tabú. De hecho, los últimos datos de la Encuesta de Salud de Cataluña (ESCA) revelan que el 16% de los catalanes no estaría dispuesto a vivir con una persona con esa dolencia y el 31% no sabe si trabajaría con ellas.
Las personas con esta enfermedad afrontan una doble lucha: contra su enfermedad y contra los prejuicios, infundados pero arraigados, que los rodean. “Tener el control de su enfermedad es lo más importante y el estigma lo dificulta. Y se pueden tener dificultades para asumir la dolencia si un paciente se siente rechazado o ve prejuicios”, alerta el presidente de la Sociedad Catalana de Psiquiatría de la Academia de Ciencias Médicas, el doctor Jordi Blanch. Para combatir el estigma, la plataforma Obertament —formada por actores del sector de la salud mental— ha lanzado una campaña contra la discriminación. Bajo el lema No hagas como si nada: da la cara, Obertament invita a encarar los prejuicios contra unas dolencias más comunes de lo que se cree. Salud estima que una cuarta parte de los catalanes de más de 18 años presentará un trastorno mental a lo largo de su vida.
Y es que las enfermedades mentales no son siempre visibles o discapacitantes, dice el vicepresidente de Obertament, Xavier Trabado. La mayoría de casos pueden ser problemas leves o de mediana gravedad. El mayor número de las consultas son por ansiedad o depresión, que a la larga y si no se tratan pueden derivar en trastornos más graves. “Ahora la gente consulta más”, apunta el también presidente de la Federación de Salud Mental de Cataluña. Sin embargo, las personas tardan entre cinco y siete años en pedir ayuda. El imaginario, añade Trabado, se ve aún lastrado por la idea del manicomio: “Un estudio revelaba que en el 85% de las películas de Disney aparece un personaje loco y malo”.
Un estudio revela que el 18% de la población cree que son peligrosos
Pese a que un informe de la Universidad Complutense señala que el 18% de la población considera que las personas con estas enfermedades son agresivas, expertos y afectados niegan la mayor. Ni violentos ni imprevisibles, ni mucho menos incapaces de trabajar o de asumir responsabilidades. Un ejemplo son dos jóvenes, Rosa del Hoyo e Isard Vila, que abanderan la campaña. “Para empezar, en los medios es mejor hablar de personas con un trastorno mental que de enfermos mentales", aconseja Isard, de equipo Alerta Estigma de Obertament. Aparte de sus clases de teatro y baile y de colaborar en Radio Nicosia —la primera radio española gestionada por personas con esta dolencia—, el joven, que padece esquizofrenia, revisa los mensajes que envían los medios y pueden resultar estigmatizantes.
Las cifras
-  Los datos de la Encuesta de Salud de Cataluña (ESCA) revela que el 16% de los catalanes no estaría dispuesto a vivir con una persona con trastornos mentales.
-     El 31% no sabe si trabajaría con ellas.
-  Un informe de la Universidad Complutense de Madrid arroja que el 18% de la población padecerá a lo largo de su vida un trastorno mental
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“Es una campaña interesante. No está institucionalizada ni paternalizada y nos incluye”, señala Rosa. La joven, con síndrome de Asperger —trastorno severo del desarrollo donde se tienen dificultades para la comunicación e interacción social—, reconoce que hubo mucha “confusión” entre ella y los profesionales antes de ser diagnosticada y que sufrió acoso en el colegio por algunas compañeras que la veían “diferente”. “Cuando alguien se topa con alguien con este tipo de trastornos sufre un tumulto emocional. Muchos actos discriminatorios parten de un sentimiento de culpa. Se sienten superiores y como no quieren pensar en ello, se cierran y no quieren saber nada”, cuenta. En momentos de confusión y para “organizar las ideas”, Rosa empezó a escribir un diario a un “lector ideal” sensible a su caso. Ese diario se ha convertido en un libro (Mente, encuéntrame. Dos meses y medio en la vida de un autista). Lo que más le molesta es que la traten “como una niña pequeña”. “Y no lo soy. La etiqueta de persona con una enfermedad mental ni quita ni pone nada. Solo expresar la realidad”.
Rosa e Isard sienten el apoyo y el interés de las instituciones pero admiten que la manera de hacer las cosas “no pasa por regular algo que no se puede”, sino por hacer sentir su voz. “Tienen que escucharnos”, apunta Rosa. Cristina Molina, directora del Plan de Salud Mental y Adicciones de Salud, comparte esa visión: “Nos tenemos que poner a su disposición. La Administración no puede ser tan paternalista. Debemos ayudarlos y acompañarlos pero el liderazgo es suyo, que saben cómo se sienten y cómo lo viven”.
Las claves para combatir el estigma son, según Obertament, escuchar, hablar sin tabús y relacionarse con los afectados. Hacer público el problema y lograr que familiares, amigos y los afectados den la cara es un gran reto para el sector. “A diferencia de otras causas, es difícil dar con un famoso que de visibilidad a su enfermedad”, explica Trabado. Queda mucho camino por recorrer en el ámbito sanitario, en la inserción laboral, en apoyo escolar y en servicios sociales. “Estas campañas son necesarias pero se tiene que dar un cambio social y de paradigma, que no es de un día para otro”, avisa Molina. “A diferencia de otras reivindicaciones sanitarias, la sociedad no se ha organizado para pelear por sus derechos en salud mental”, zanja Trabado.



El potencial oculto de la mente

PSICOLOGÍA
El cerebro tiene muchas más posibilidades y energía de lo que creemos
¿Por qué en vez de dedicarnos a dormirlas, no ponemos empeño en potenciarlas?

JENNY MOIX QUERALTÓ | El País | 20/02/2015

Daniel habla con fluidez 11 lenguas: inglés, francés, finlandés, alemán, español, lituano, rumano, estonio, islandés, galés y esperanto. Pero lo más increíble no es la cantidad, sino la velocidad en aprender idiomas. Channel Five le retó a aprender islandés en una semana. Siete días después apareció en televisión conversando en esta lengua. En cambio, la rapidez de Stephen no se encuentra en el aprendizaje de lenguas, sino en la captación de todos los detalles de un paisaje. Puede dibujar uno con precisión fotográfica después de haberlo visto solo un instante. En una ocasión dibujó la totalidad del centro de Londres después de sobrevolar la ciudad en helicóptero. ¿Son los cerebros de Daniel Tammet y Stephen Wilshire máquinas engrasadas y perfectas? En realidad no: sus cerebros están defectuosos. La epilepsia y el síndrome de Asperger acompañaron a Daniel en su infancia. Y Stephen también es autista.
Quizá uno de los autistas más conocidos fue Kim Peek. El personaje que interpretó Dustin Hoffman en la película Rain Manestá inspirado en él. Nació con macrocefalia, un daño permanente del cerebelo, y con agenesia del cuerpo calloso (carecía de la principal conexión entre los dos hemisferios del cerebro). Peek recordaba el 98% de los 12.000 libros que había leído, leía dos páginas en ocho segundos. Usaba cada ojo para leer una página distinta como si se tratara de un superhéroe de un cómic. Era solo uno de sus “superpoderes”.
Daniel, Stephen y Kim son lo que se denomina savant –o antiguamente idiot savant–, ya que suelen poseer un coeficiente intelectual muy bajo y, paralelamente, unas habilidades sobresalientes. Pero ¿de dónde surgen las facultades extraordinarias de los savants?
Los estudios indican que los savants presentan alguna forma de disfunción en el hemisferio cerebral izquierdo, lo cual facilita la actividad del derecho. El izquierdo es el conceptual, el que filtra con la lógica, el lingüístico (el que nos habla constantemente), el que va hacia el pasado y hacia el futuro. En cambio, el derecho está en el ahora, es creativo. De alguna forma, el izquierdo-lógico está constantemente coartando o limitando las capacidades del derecho-creativo. Por lo que si el izquierdo deja de funcionar correctamente, el derecho se libera, y con él, el genio.
Jill Bolte es una neurocientífica que vivió con su hemisferio izquierdo desconectado a consecuencia de un derrame sanguíneo. Al sufrir el ataque, Jill sintió un terrible dolor detrás del ojo izquierdo, no podía hablar, coordinar, ni siquiera podía pensar con claridad. Vivió un auténtico martirio si nos limitamos a calificarlo “desde fuera”. Paradójicamente, su experiencia vista desde dentro, tal como ella la describe, fue maravillosamente extraordinaria. Sintió una paz no humana, ajena a cualquier asomo de sufrimiento. Al desconectarse su hemisferio izquierdo, el que habla, sintió el silencio. No había estrés, silencio, paz. Incluso se acalló esa voz que nos dice “este soy yo”. Al mirar su cuerpo, no veía los límites. “Miré mi brazo y me di cuenta de que no podía definir dónde empezaba y dónde terminaba. Solo sentía esa energía. Según sus palabras, se sentía enorme y expansiva, fuera de los límites de su cuerpo. Una auténtica experiencia mística vivida por una reputada científica del cerebro humano. Después de ocho años de recuperación, actualmente se dedica a impartir conferencias, escribir libros y realizar investigaciones sobre este tema, por lo que la revista Time la nombró una de las cien personas más influyentes del mundo en 2008.
El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender” (Plutarco)
Para aumentar nuestras capacidades, nuestro rendimiento, los humanos nos hemos dedicado a inventar herramientas tecnológicas. Es como si, poco a poco, el ordenador, el teléfono o el GPS constituyeran una extensión de nuestro cerebro. Si miramos al futuro, parece que cada vez seremos más dependientes de toda esta tecnología. Utilizaremos menos nuestras propias capacidades de orientación, cálculos matemáticos, memoria… Nuestro propio cerebro posee unas facultades inimaginables y, en lugar de despertarlas, nos estamos dedicando a dormirlas.
Mientras los humanos nos hemos centrado en diseñar radares cada vez más potentes, los delfines han evolucionado y en su cerebro han creado un escáner más potente que cualquiera de nuestras invenciones. Nos hemos concentrado en “tener” y hemos descuidado el “ser”. Hemos mirado hacia “fuera”, en lugar de hacia “dentro”, olvidando que nosotros también tenemos radar interno. Las investigaciones de Beatrice de Gelder, neurocientífica de la Universidad de Tilburg, muestran cómo personas con ceguera cortical son capaces de sortear objetos al andar, aunque no los vean, porque nuestras neuronas saben funcionar como un auténtico radar.
No imaginamos el enorme potencial de nuestro inconsciente. En la película Sin límites, el protagonista, gracias a la ingestión de una droga, logra realizar auténticos prodigios. La esencia de esa droga es que le permite acceder a toda la información guardada en su inconsciente. Podemos reconocer muchas cosas como vistas, leídas, vividas, oídas… que no podemos recordar. Están allí, pero nos resulta imposible acceder. Nuestro inconsciente es nuestro sabio interior. Sabe mucho más que nosotros. Si lográramos comunicarnos con él, nos pasaría como al protagonista de la película: nuestras capacidades se verían multiplicadas de forma asombrosa. Nos pasaría como a algunos savants: con leer un libro una vez, ya lo tendríamos allí accesible para siempre.
En nuestro cerebro dormitan capacidades insospechadas” (Allan W. Snyder)

Nos movemos en un océano de información. El cerebro capta a cada instante volúmenes ingentes de datos a través de todos sus sentidos. Esa información, para poder ser operativa y útil, debe ser ordenada y esquematizada. Y a eso se dedica nuestra lógica. Y esa misma lógica que nos ayuda, al mismo tiempo nos bloquea. Nos impide ir a los datos crudos del inconsciente, nos impide mezclarlos de forma irracional y ser más creativos. De alguna forma hemos de aprender a no apoyarnos tanto en nuestro hemisferio izquierdo-lógico. Acallar ese parloteo constante de este hemisferio lingüístico. Y como siempre, acabamos donde empezamos; esto es, en los consejos de los sabios más antiguos: es esencial aprender a silenciar la mente. ¿Vamos a permitir que nuestro sabio interior continúe dormido o vamos a despertarlo?.