La Voz de Galicia |
Virginia – Madrid | 16/10/2022
La principal clave para alcanzar el bienestar, dice el
experto, es la tranquilidad: «Cuando nos sentimos serenos y sosegados pasamos
los problemas a un segundo plano y no nos estresan»
A
sus 79 años, el prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos (Sevilla,
1943), no piensa en jubilarse: «Me gusta estar activo, y además me apasiona mi
trabajo», asegura con una sonrisa mientras sostiene en sus manos su último
libro, Estar bien aquí y ahora (HarperCollins). Un
manual donde nos enseña a sentirnos bien en este momento, porque dice que la
incertidumbre que ha provocado la pandemia ha trastocado la idea de ser felices:
«La importancia que le dábamos al futuro, a la felicidad a largo plazo, ha sido
sustituida por estar bien y disfrutar aquí y ahora». Sencillo y cercano,
reconoce que los atentados contra las Torres Gemelas le «marcaron profesional y
emocionalmente» (ya que como máximo responsable de los Servicios de Salud
Mental de Nueva York, se encargó de dirigir los equipos que prestaron atención
médica y psicológica a las víctimas y a sus familiares). Durante la entrevista,
recuerda a su madre con emoción en varias ocasiones. «Me siento bien
escuchando», indica el psiquiatra, que confiesa: «Tengo pendiente aprender a
meditar».
—Estar
bien, aquí y ahora. ¿Por dónde empezamos para lograrlo?
—Primero,
debemos ser conscientes del momento en el que nos encontramos, cómo nos
sentimos por dentro, y descubrir también cuándo nos sentimos bien y cómo, en
qué momentos o situaciones, pues la sensación de bienestar es subjetiva.
Después, debemos poner el foco en las estrategias y en una serie de pautas de
conducta que al llevarlas a cabo, harán que poco a poco nos sintamos mejor.
Todos podemos sentirnos bien, pero para ello hay que querer lograrlo.
—¿Y
cuáles son las claves del bienestar?
—La
principal es la tranquilidad. Esa sensación de calma, sosiego, serenidad y paz
interior que sentimos en un momento determinado. Cuando nos sentimos serenos y
sosegados no negamos los problemas que podemos tener, pero los pasamos a un
segundo plano y no nos estresan. Así, podemos evaluar nuestras circunstancias,
tomar mejores decisiones y emprender nuevos caminos. Otros ingredientes
importantes son sentirnos bien con las personas a las que queremos y disfrutar
de lo que hacemos.
—También
abordas la importancia de la gratitud y la solidaridad.
—Cada
día hay más evidencias que demuestran que las personas agradecidas tienden a
experimentar emociones positivas, y además se desenvuelven socialmente con
calidez y alegría, algo que produce mucho bienestar. Y respecto a la
solidaridad, cuando preguntamos a voluntarios acerca de sus labores
humanitarias, responden que el placer de sentirse útiles ayudando a otras
personas les proporciona satisfacción con la vida, y es un antídoto contra
muchos malestares.
—
Dices que no nos podemos olvidar de la fuerza del optimismo.
—¡Claro!
El optimista vive más y vive mejor, porque la fuerza del optimismo es enorme.
Pensar en positivo nos ayuda a gestionar mejor los desafíos que nos plantea la
vida. Está demostrado que antes de tomar decisiones importantes, las personas
con alto optimismo sopesan tanto los aspectos favorables como los negativos
(mientras que las que tienen bajo optimismo solo consideran estos últimos),
tienden a considerar posible lo que desean y confían en su capacidad para
alcanzar las metas que se proponen. El optimismo es algo que podemos trabajar y
cultivar, cualquiera que se lo proponga puede lograrlo.
—En
el libro, dedicas un capítulo a los venenos del bienestar. ¿Cuáles son?
—La
incertidumbre, el miedo, la angustia y el estrés nos hacen mucho daño y
provocan sensaciones incómodas, difíciles y dolorosas, alejadas de la sensación
de bienestar. Pero, sobre todo, la sensación de no poder hacer nada, de
sentirse rendido, nos hiere profundamente, porque sin esperanza no podemos
vivir. En el día a día, nos ayuda a soportar mejor las frustraciones del hoy el
pensar que mañana será otro día, y que será mejor. La esperanza es esa fuerza
natural que sustenta en nosotros la motivación para neutralizar el fatalismo,
resistir, disfrutar crear y progresar.
—¿Podrías
resumir en unas cuantas pautas cómo podemos empezar a cambiar nuestra vida para
sentirnos bien aquí y ahora?
—Lo
primero, poner el foco en el centro de control dentro de nosotros mismos. Es
decir, sentirnos el capitán que lleva el timón de forma que sabemos hacia dónde
vamos sin dejarnos arrastrar por las mareas. Después, es fundamental cuidar y
alimentar las relaciones afectivas (de pareja, amistad y familiar), pues nos
protegen del aislamiento y nos proporcionan confianza y seguridad. También
debemos hablarnos bien interiormente, sin criticarnos ni juzgarnos, siempre con
cariño y con mensajes positivos. No podemos olvidarnos de echarle sentido del
humor a nuestra vida, pues nos ayuda a distanciarnos emocionalmente de la
situación que nos estresa. Y, por supuesto, cuando el malestar tanto físico
como mental perdura en el tiempo, debemos ser conscientes de que algo nos pasa
y debemos buscar la ayuda de profesionales para encontrarnos mejor.
—¿Cómo
se siente bien Luis Rojas Marcos?
—Sobre
todo, escuchando, porque aprendo mucho de los demás y me enriquece, algo que mi
trabajo como médico me permite y me satisface especialmente. También, saber que
los míos, a los que quiero, están bien. Y además, tener un nuevo proyecto
siempre me ilusiona a seguir adelante. Lo mío es hacer, estar activo, para
focalizar mi hiperactividad.
—Quizá
ya tienes en mente un nuevo reto. ¿Nos lo puedes desvelar?
—Hacer
meditación, parar. Necesitaría que alguien me ayudase a aprender a relajar mi
mente. Es mi siguiente objetivo.
—Un
recuerdo recurrente.
—Mi
madre contándome fascinantes historias de mi abuelo Miguel como médico rural en
Santander, yendo por las casas y ayudando a las personas a sentirse mejor por
unas monedas de entonces. Aquellas vivencias despertaron en mí las ganas de ser
médico para ayudar a sentirse bien a aquellos que estaban enfermos.
—Una
afición terapéutica.
—La
música. Durante mi adolescencia tocar la batería en un conjunto musical que
formé con un grupo de amigos me ayudó a reconstruir mi autoestima y a canalizar
la agitación que me desbordaba por dentro. Ya me decía mi madre: «Luis, la
música amansa las fieras». Y qué razón tenía.
—Un
placer confesable.
—Comer. Disfruto mucho con la comida. Las croquetas me gustan especialmente. Las de mi madre las recuerdo muy ricas.