EDUARDO MARTÍNEZ RICO | EL DIADIGITAL.ES |
12/02/2019
Jerónimo Sáiz Ruiz es uno de los
psiquiatras más destacados de nuestro país, gran especialista en el trastorno
bipolar, aunque también se le considera experto en otras especialidades como la
ludopatía. Jerónimo Sáiz me recibió en su despacho del Hospital Ramón y Cajal de
Madrid donde actualmente es profesor emérito. El Dr. Sáiz se encuentra
plenamente activo, participando en congresos y seminarios, escribiendo
artículos científicos, enseñando en este Hospital Ramón y Cajal y viendo
enfermos prácticamente todas las tardes en su consulta privada.
El Dr. Sáiz es un médico humanista en la línea de
nuestros mejores médicos. Es más, ya desde el principio tuvo esta inquietud,
pues cursó los dos bachilleratos, según me cuenta, el de ciencias y el de
letras, porque a él siempre le gustaron más las Humanidades, pero ya al final,
en el último año, cursó sólo el de Ciencias para ingresar en la carrera de
Medicina.
Antes de dialogar con él me documenté en Internet y leí
varias entrevistas suyas. Me llamó la atención que siempre, o casi siempre,
hablaba del “estigma de la enfermedad mental”. Se lo comenté.
Respuesta.- Por supuesto, es que es muy importante. La
persona a la que le diagnostican una enfermedad mental no sólo tiene que
enfrentarse con la enfermedad, que ya es mucho, también tiene que hacer frente
al prejuicio social. La gente suele tener una visión racional de este asunto,
suele admitir que un enfermo mental es como cualquier otro y que tiene las
mismas posibilidades de curarse que cualquier otro enfermo, pero si se trata,
por ejemplo, de que su hija tenga un novio enfermo mental o que ese enfermo
mental aspire a un trabajo relacionado con esa persona, entonces ahí se percibe
el estigma.
Pregunta.--¿Y cree que ese estigma está mejorando? |
R.- No, yo creo que no, que tiene toda su fuerza.
El Dr. Sáiz ha tenido una larga trayectoria. Ha
dirigido más de treinta tesis doctorales, y me habla de los tiempos en los que
colaboró en el programa de “La mañana” de Jesús Hermida o en “La Clave” de José
Luis Balbín. -Como soy muy viejo –sonríe- he estado en muchos
sitios.
Lo cierto es que el Dr. Sáiz está muy en forma y con
una actividad de vértigo, amplia y muy productiva por todo lo que me cuenta.
P.-¿Por qué se especializó en el trastorno
bipolar? | R.-Por las circunstancias de la vida, como
ocurre casi siempre. El que fue mi maestro-maestro, Juan José López Ibor –el
primer psiquiatra de la saga López Ibor, me explica-, introdujo las sales de
litio como fármaco en el Hospital San Carlos para los enfermos bipolares, la
primera vez que se hacía en España. Por este motivo vinieron muchos enfermos
bipolares al Hospital y yo tuve la ocasión de verlos. Fue de esta manera que me
especialicé en este trastorno.
P.- He leído que no le gusta nada la sangre. | R.-Más
que no gustarme, me mareaba con ella. Cuando era muy jovencito, mi padre, que
era cirujano, me llevó a ver una operación de tiroides, en la zona del cuello.
Para no dañar las cuerdas vocales entonces se hacía hablar a los enfermos,
despiertos, durante la operación. El cuello sangra muchísimo y cuando yo llegué
me encontré con una persona sangrando una barbaridad y hablando. Entonces me
desmayé. Incluso me hice una brecha, cicatriz que aún conservo.
P.-Entonces la elección de su especialidad como
psiquiatra era la adecuada. | R.-Sí, además a mí siempre me han interesado
más las Humanidades que las Ciencias, aunque terminé el Bachillerato de
Ciencias para luego ingresar en Medicina. Por otra parte, yo no soy nada
mañoso, no tengo mucha habilidad con las manos, algo que mi padre sí tenía; en
cambio siempre he sido muy bueno para lo conceptual y siempre he tenido notas
muy buenas.
Sé que siempre ha sido un gran estudiante, con
notas brillantísimas, algo que le debió de abrir muchas puertas en su carrera
desde muy joven, por ejemplo cuando fue a estudiar a Francia o a Inglaterra.
Precisamente por aquellas fechas estudiaba también, aparte de Medicina, por
afición, la carrera de Periodismo.
| R.-Me gustaba –sonríe-,
pero no llegué a examinarme, no pude, por mi dedicación a la Medicina. Sin
embargo luego me casé con una periodista.
El Dr. Sáiz es un hombre muy pulcro, perfectamente
ataviado, que tiene la costumbre de hablar bajo. Esto me llama la atención
porque me parece que la gente que habla bajo es porque tiene la seguridad de
que la escuchan, y creo que el que habla bajo también dice más cosas que el que
habla alto, o llega más. El que escucha tiene que aguzar el oído para escuchar
y consecuentemente presta más atención.
Jerónimo Sáiz habla sin ningún énfasis, bajo y
con lentitud, pero en sus palabras está todo un caudal ingente de experiencia y
estudio.
P.-¿Se están produciendo muchos avances en la
farmacología de la Psiquiatría? | R.-Se han producido grandes avances, pero no
en la esencia de los fármacos. Los fármacos que tenemos ahora casi todos
provienen de una década prodigiosa, la de los cincuenta, donde se produjeron
grandes avances. Ahora se producen avances que facilitan los tratamientos, pero
no en la esencia. Es decir, por ejemplo, ahora se puede inyectar un fármaco a
un enfermo para que no tenga que tomar las pastillas durante dos o tres meses.
P-Y en el futuro, pongamos en los próximos cuarenta
años, cree que se producirán avances importantes. | R.-Sin duda que lo creo. Ahora tenemos muchos más medios y habrá grandes
avances.
El Dr. Sáiz es un hombre que ama su trabajo
–“éste es un trabajo muy gratificante”-, un hombre que en una entrevista
anterior me dijo –y fue el titular que puse- que los psiquiatras tenían tasas
de curación comparables a cualquier otra especialidad.
P-¿Qué le queda por hacer? ¿Qué espera del
futuro? | R.-Desde ese punto de vista estoy muy
tranquilo porque creo que lo he hecho todo.
Sin embargo sus palabras desmienten lo que dice.
El Dr. Sáiz lo ha hecho todo en el sentido de que profesionalmente ha
alcanzado toda clase de éxitos y reconocimientos. Pero su futuro, según me
cuenta, está lleno de congresos, seminarios, editoriales científicos por
escribir, muchos retos que sin duda llenarán de satisfacción a este vocacional
de la Psiquiatría que ha hecho mucho bien a muchos enfermos y a muchos
estudiantes de Medicina.
Yo desde aquí le deseo mucha salud y larga vida para
que siga ayudando tanto a sus enfermos y a sus discípulos y alumnos. Y para que
disfrute de todo lo que hasta ahora ha sembrado, en lo personal y en lo
profesional.