SERGIO DE DIOS GONZÁLEZ | La Mente es Maravillosa | 12/12/2022
Una de las formas más comunes de automaltrato tiene que ver con el protagonismo que les damos a los errores, por la excesiva atención que les préstamos a nuestros defectos. Si te pasa, en este artículo te damos algunas estrategias que puedes utilizar.
Fijar la atención en tus propios defectos
no es un acto de honestidad ni una vía para tener más conciencia frente a lo
que eres. La autoevaluación es importante para aprender de tus errores, pero de
ahí a enfocarte en ellos, edificar en sus raíces y criticarte sin piedad hay un
gran trecho.
Dentro de
las grandes capacidades del cerebro humano, está la de ver casi “desde fuera”
una actividad propia en el mismo momento en que se está realizando. Dicho de
otra manera, nos observamos, al tiempo que actuamos, pudiendo juzgar en ese
momento lo que estamos haciendo.
Por desgracia, esta capacidad a veces se torna demasiado incisiva. Es entonces cuando comienzas a fijarte demasiado en tus propios defectos y en lugar de hacerte una autocrítica sana, te fustigas, te reprochas y terminas por menospreciarte. ¿Por qué ocurre esto? ¿Existe alguna forma de superarlo? Veamos.
“No hay que ser tan duro con uno
mismo ni autocastigarse. Hay que ejercitar la autocompasión y creerle a la
ciencia y a los estudios que demuestran que tratarnos bien cuando cometemos un
error no afecta negativamente a nuestros resultados”. – Celia Antonini –
La focalización en los errores y defectos puede llegar a ser muy destructiva.
¿Por
qué te fijas tanto en tus defectos?
Fijarte
demasiado en tus propios defectos es un ejercicio que llevas a cabo, la mayoría
de las veces, sin darte cuenta. Lo más probable es que lo hayas adoptado como
costumbre sin percatarte de ello. De hecho, es posible que lo consideres
positivo, ya que sostienes la creencia de que esta es una vía de para mejorar.
Lo que no tienes en cuenta es que
la autocrítica excesiva está lejos de ser un camino para crecer. Enfocarte con especial interés en tus errores o desaciertos no te
lleva a ser mejor, sino que te hace daño. Es una
forma de autoagresión que termina por limitar la acción, al tiempo que aumenta
tu inseguridad.
¿Por qué
mantienes este hábito mental? Existen dos posibles causas:
·
Patrón educativo. Tuviste
una infancia en
la que la crítica era protagonista. Internalizaste la idea de que es adecuado
estar señalando errores y enrostrando las equivocaciones. Fijarte demasiado en
tus propios defectos es congruente con esta idea.
· Sentimiento de culpa inconsciente. Hay algo en tu vida de lo que te sientes avergonzado o culpable, pero no eres consciente de ello. Es posible que hayas hecho o deseado hacer algo que consideras reprobable y la autocrítica severa es una forma de castigarte continuamente.
Las señales de una autocrítica excesiva
Es
posible que fijarte demasiado en tus propios defectos sea algo que consideras
perfectamente normal. Incluso, no te das cuenta de que lo haces con frecuencia.
¿Cómo saber, entonces, si estás cayendo en un patrón autodestructivo o solo
quieres ser consciente de tus errores?
Las
siguientes son señales de que te criticas en exceso:
·
Culpa latente. Siempre
que ocurre algo negativo, piensas que pudiste haber hecho alguna cosa para
evitarlo.
·
Generalizas tu propia conducta. “No soy
capaz de hacer nada bien” o “siempre se me salen las situaciones de las manos”,
etc.
·
Enorme autoexigencia. Para
que consideres que algo de lo que hiciste está bien, en realidad tiene que
estar perfecto. Si no lo está, lo consideras un fracaso.
·
No te felicitas. Si
cometes un error, te fustigas; pero si haces algo bien, lo dejas pasar como si
no fuese nada.
·
Pensamiento dicotómico. “O
blanco, o negro”. Si no lograste todo, significa que no lograste nada.
·
Te comparas con
los demás para salir perdiendo.
·
Temes a los riesgos.
· Piensas que perdonarte es ser condescendiente contigo mismo y que esto es inaceptable.
La autocrítica excesiva está llena de sesgos, como la ilusión de hacer las cosas perfectas para sentirse mejor.
El
camino de salida: la autocompasión
La autocompasión es
una palabra injustamente estigmatizada, pues suele asociársele con el
victimismo. Nada más errado. Ser compasivo con uno mismo es casi un deber.
Significa solidarizarnos con nosotros mismos, adoptar una actitud comprensiva
frente a nuestros errores y perdonarnos con espontaneidad y alegría.
La autocompasión
no te lleva a ser más permisivo con lo que haces. Todo lo contrario; si
fortaleces la imagen que tienes de ti mismo y en lugar de fijarte demasiado en
tus propios defectos decides simplemente dejarte ser, es muy probable que
obtengas mayores logros en todos los aspectos de tu vida.
La
autocompasión motiva y propicia, de forma espontánea, cambios positivos en ti
mismo. En cambio, la autocrítica severa
y excesiva solo destruye y reduce tus posibilidades de avanzar. Aprendiendo a
ser un buen amigo de ti mismo, ganas mucho más que portándote como tu propio
verdugo.