ELENA VILLEGAS |
Madrid | Hola | 15/01/2024
¿Es posible facilitar la manera de aprender de un niño si conocemos el funcionamiento de su cerebro?
¿Y si la Ciencia nos indicara cómo ha de ser la enseñanza para optimizar el proceso de aprendizaje de los niños? Es
decir, ¿es posible saber cómo y cuándo ofrecer ciertos conocimientos para asegurarnos de
que el cerebro del niño está realmente preparado para recibirlos, procesarlos y, por tanto, aprenderlos? Es lo que hace la
neuroeducación, que “es una ciencia que aporta evidencias a la educación”,
señala Coral Elizondo, maestra, orientadora y profesora en el Máster de Neuroeducación
Avanzada de la Universidad de Barcelona. La experta nos detalla que,
gracias a esta disciplina científica, es posible saber “qué funciona y cómo en
el aprendizaje de los niños”.
“No solo las investigaciones referidas a la cognición,
al estudio de las neuronas o áreas cerebrales nos ofrecen esta información;
desde hace muy poco tiempo, 3 ó 4 años, se incluye el estudio del cuerpo y las relaciones entre el cerebro y el resto
de los órganos, de forma que se incide en la importancia de la
respiración, de la postura, de la microbiota…”.
Lo que hace unos años parecía ciencia ficción y únicamente se basaba en
la observación y en los conocimientos que la experiencia aportaba a los
maestros es hoy una realidad a la que cada vez se le presta más atención. De
hecho, cada vez es más habitual oír hablar de neuroeducación y
de neuropsicología, términos que hace un lustro eran
desconocidos para la gran mayoría de la población. ¿Por qué se ha producido
este auge?, ¿qué diferencias aporta la neuroeducación respecto a la
educación tradicional?
“La última década del siglo XX es considerada como la década del
cerebro”, nos cuenta Elizondo. “El estudio del cerebro nos
ha permitido conocer no solo cómo aprendemos, sino también cómo enseñar.
Por ejemplo, ahora sabemos el importante papel de las emociones en el aprendizaje como moduladoras del mismo o conocemos el efecto negativo del estrés e, incluso, en investigaciones recientes sabemos la importancia de la respiración y cómo influye en la memoria. Crear entornos acogedores y seguros en el aula, respetar los ritmos de aprendizaje, despertar la curiosidad y la creatividad, aprender del error, trabajar con retos y desafíos, potenciar las funciones ejecutivas, la metacognición, el pensamiento crítico, la mentalidad de crecimiento… son aspectos que diferencian la educación”.
Neuroeducación y neuropsicología o cómo la unión hace la fuerza
Si cada vez se oye hablar más de neuroeducación, no menos
ocurre con la neuropsicología. ¿Para que la primera sea verdaderamente eficaz
ha de ir de la mano con la segunda? “La neuroeducación es una ciencia
transdisciplinar y Tracey Tokuhama-Espinosa (investigadora
y profesora de neurociencia del aprendizaje en la Escuela de Extensión de
Harvard) explica perfectamente la conexión entre las distintas disciplinas y
habla de la Ciencia de la mente, el cerebro, la educación y
añade también la salud”:
·
La psicología aporta
el estudio de la mente, de la cognición, de la motivación
·
La neurociencia estudia
el cerebro, la conciencia, la atención, la memoria
·
La educación se centra en el
aprendizaje a lo largo de la vida, en la didáctica, en la pedagogía
·
La salud estudia el bienestar
físico, la nutrición, el sueño, el ejercicio físico
¿Es posible aplicar la neuroeducación en casa?
Más allá de cómo se estructure y se impartan las distintas
materias y conocimientos en los centros escolares en función de la evidencia que aporta la neurociencia a la educación,
¿es posible aplicar esta evidencia en casa? ¿Podemos los padres ayudar a
nuestros hijos a aprender mejor, tanto desde el punto de vista académico como
desde el emocional? “En la actualidad no existe la figura
del neuroeducador que, como defiende Francisco Mora (doctor en neurociencias por la
Universidad de Oxford que es un referente en neuroeducación), guíe y oriente en
la educación, pero sí que hay pautas sencillas para trabajar en casa con
nuestros hijos que nos pueden ayudar como padres”, asegura Coral Elizondo.
En este sentido, la experta apunta “la importancia del apego”, cuya eficacia en el desarrollo intelectual
y emocional del niño resulta evidente. Así, “generando vínculos positivos con
nuestros hijos”, recomienda actividades tan sencillas como “potenciar el
ejercicio físico en familia, salir al parque, andar en bici, patinar…”.
Añade la estimulación sensorial, pues “está demostrado que, cuantas más modalidades usemos, más
potenciaremos el aprendizaje”, y otros aspectos básicos en el desarrollo
integral de todo individuo, como son “la alimentación, el sueño, la
socialización, el juego…”. Aspectos, todos ellos, esenciales para el
crecimiento físico, emocional e intelectual de los niños.