PEDRO SEDANO | ABC – Castilla y León | 06/11/2019
Un
elemento peligroso
“La práctica deportiva como elemento
transversal en las aulas puede ser una herramienta contra el acoso escolar,
según un equipo de docentes de la Universidad de Burgos”.
La implantación de proyectos cooperativos que fomenten
la práctica del deporte como elemento transversal es una de las fórmulas para
luchar contra el acoso en las aulas y, sobre todo, contra el ciberacoso, más difícil
de prevenir y detectar. Es el punto de partida de un proyecto que ha realizado
un equipo de docentes del área de formación de profesorado de la universidad de
Burgos. Uno de ellos, David Hortigüela, cree que es una fórmula que permite
mejorar la convivencia. El trabajo se ha basado en un caso real de un centro
educativo de Burgos en el que la víctima fue una niña de 12 años.
El caso real de una niña llevó a diseñar un modelo
para responder a los casos de ciberacoso y prevenir para que no se repitan.
Fueron los padres de la alumna los que acudieron al centro para dar la voz de
alarma cuando la niña llevaba meses recibiendo mensajes muy duros de acoso a
través de una conocida red social.
El objetivo de la respuesta en este caso era
«naturalizar» la situación, actuar contra los autores del acoso y no intentar
enfocar toda la actuación hacia la víctima porque «ponerla en primer plano
podía suponer un problema añadido para ella». El éxito del modelo ha hecho que
se plantee como una fórmula de aplicación general en estos casos y se utilice
de manera sistemática como "herramienta" de prevención, explica
Hortigüela, que es director del Área de Didáctica de Expresión Corporal de la
Universidad de Burgos.
Fueron los propios acosadores los encargados de
organizar actividades durante todo un curso para favorecer la socialización. Se
trata, en buena parte, de fomentar la práctica de la educación física fuera de
las clases específicas. En la programación se incluyen «recreos activos», pero
también actividad deportiva extraescolar con alumnos, profesores y familiares,
e incluso rutas de senderismo de fin de semana abiertas a toda la comunidad
educativa.
Hortigüela reconoce que «el inicio de la respuesta es
duro» porque no se trata de obviar la situación de ciberacoso, sino de tenerla presente
para analizarla y conocer los efectos que puede tener en la víctima. A medio
plazo, se pretende olvidar lo ocurrido, una vez superado, pero mantener el
recuerdo de su gravedad para que no se repita. En este caso concreto, se
crearon grupos de discusión de alumnos para abordar el problema e incluso
charlas y vídeos educativos. Insiste en que la lucha contra el acoso debe
partir de todas las áreas del centro educativo porque «antes de las enseñanzas
de Lengua, Matemáticas o Inglés tiene que haber una base de respeto, empatía y
solidaridad, porque si no, no se puede hablar de educación».
Un
elemento peligroso
Esta transversalidad es aún más importante en el acoso
mediante las nuevas tecnologías, el ciberacoso, que es más difícil de detectar
que el acoso físico, que es más medible y observable.
En el origen de este acoso tecnológico se encuentra en
muchas ocasiones el teléfono móvil que para Hortigüela es «una herramienta de
alto riesgo». Recuerda que es un «instrumento social» cuyo uso requiere educación.
En su opinión, la prohibición de uso en los centros educativos no es una
solución definitiva porque los chavales siguen usando el móvil cuando salen de
las aulas y lo que hay que hacer es enseñarles a prevenir los riesgos que puede
conllevar un uso inadecuado. Considera que los chicos no son conscientes en
muchas ocasiones de que lo que suben a una red social queda allí aunque luego
intenten borrarlo, pero tampoco ven con claridad cómo sus acciones ante la
pantalla pueden afectar a los demás, en ocasiones de forma grave.
El manejo de esta «nueva realidad tecnológica» ya se
está trabajando en las facultades de Educación, donde se forma a los futuros
profesores. También es objeto de cursos de formación del profesorado, dado que
muchos profesores no habían recibido estas pautas en su formación inicial.
Para Hortigüela, se debe aprovechar la mejora de la
autoestima, la cooperación y la solidaridad que puede fomentarse desde la
práctica deportiva bien empleada. Cree que «el uso del cuerpo» más allá del
área de Educación Física debe ser algo transversal en los centros educativos.
Se trata de un nuevo concepto en el que se apoye el éxito de cada alumno, en
lugar de fomentar la competitividad o realizar una «gimnasia tradicional», muy
exigente físicamente y que puede provocar que algunos alumnos no sean capaces y
queden atrás.