lunes, 8 de junio de 2015

El difícil reto de sacar a la luz el trastorno mental

Reclama un cambio social y cultural y admite que la meta todavía está lejana.
La asociación Obertament mantiene una lucha desigual contra el estigma.

TONI SUST / BARCELONA | El Periódico | 05/05/2015

Obertament, agrupación de agentes privados del sector de la salud mental, nació hace más de cuatro años con el objetivo de combatir el estigma que sufren las personas con un trastorno mental. La causa requerirá un lento caminar, dicen los que la defienden.

Obertament aposta por su propia salida del armario. La mayoría son reacios a dar detalles de su trastorno y consideran que quedarse solo con eso es etiquetar a una persona. Se trata de explicar a la gente que alguien con un trastorno puede trabajar, tener una vida normal y ser de confianza. En ocasiones más que gente que no ha sido diagnosticada y se considera «normal», esa palabra tan terrible.
REDUCCIONISTA
«No soy un diagnóstico con patas», afirma Pedro Antonio Cencerrero, 39 años. «Todos me ven como una persona, no como un diagnóstico», dice Anna Maria Esteve, de 52 años. Ambos son portavoces de Obertament, activistas que conocen el paño y que han tomado la decisión de luchar por propiciar salidas de ese armario menos conocido. Si hay algo que les parezca incómodo es tener que explicar cuál es su trastorno. Lo consideran reduccionista.

A nadie con problemas de estómago se le definiría por esa dolencia, argumenta Esteve, nacida en Molins de Rei (Baix Llobregat) y residente en Arenys de Mar (Maresme). Cuenta que una vez tuvo su primer contacto con el trastorno, en su caso esquizo-afectivo, «una mezcla de esquizofrenia y depresión», quiso saber más y se interesó por un curso organizado para familiares de personas con problemas de salud mental. «Pero yo no quería que fuera nadie de mi familia. Quería ir yo. Me dijeron que el curso era para familiares de personas con problemas de salud mental, no para personas con problemas de salud mental». Y Anna Maria vio que había que hacer algo. Creó la asociación Resorgir, que forma parte de Obertament.

Esteve, que antes llevaba una empresa, estudió posteriormente Trabajo Social y ahora cursa un posgrado especializado en salud mental colectiva, de la URV. Ella tuvo el primer contacto con un trastorno por el de un familiar: «Entonces vi claro que se tenía que tratar como algo normal, como cualquier otra dolencia, con algo más de sensibilidad».
A Cencerrero, nacido en Vilassar de Mar y residente en Mataró (Maresme), le marcó la muerte de un hermano que falleció a los nueve meses, con parálisis cerebral. Él, el mayor de seis hermanos,  consiguió eludir el veto de los mayores y estar unos minutos junto al cuerpo. Por eso y por el problema de salud mental que tuvo mucho después, dice, acabó estudiando Integración Social. Ahora estudia Administración de Empresas en la UB. Él sufre un trastorno bipolar: «Es la primera vez que lo digo en un medio de comunicación». Sufrió el primer brote al irse a la mili, en Ibiza, algo que parece lógico porque para él irse al servicio militar fue «una liberación» después de muchos años trabajando para ayudar a la familia. Flirteaba con la carrera militar, pero la mili se acabó en seguida: lo llevaron al hospital en Palma y de allí le acompañaron a Barcelona: «Me dijeron que me acompañaba un teniente, pero era un enfermero». Intentó volver a la vida militar. Se presentó en el Cuartel del Bruc ofreciéndose. No pudo ser.
Ahora eso es pasado: «Estoy aquí hablando gracias a mis hermanos, incluido el que falleció». Y de lo que Pedro Antonio quiere hablar es de su activismo y de cómo esta sociedad no debería clasificar tan rápido: «Todas las personas tienen oscilaciones emocionales. No son lineales. Y hay mucho rechazo, cuando una persona diagnosticada puede estar mejor que alguien sin diagnosticar».
LUCHA INDIVIDUAL
De eso él tiene pruebas reales: aquella gente que un día se reía de él por el barrio y que luego fue a pedirle consejo porque estaba en una situación similar. «Mi lucha ha sido individual. Cuando he encontrado el equilibrio personal es cuando la he hecho colectiva».
El director de Obertament, Miquel Juncosa, subraya que según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas experimentará un problema de salud mental en algún momento de su vida. Pensar que no le tocará a uno es, por lo tanto, estadísticamente temerario. Pero sigue siendo la constante.
«Hay que tener un poco de locura», dice Esteve con una sonrisa. «La locura no significa falta de sentido común; a veces supone un exceso de sentido común». ¿Qué le pide esta portavoz a los políticos?: «Una mayor implicación, que nos tengan presentes, porque somos los últimos de la fila». Dice que un paso se ha dado en las familias de los que sufren un trastorno, que años atrás a menudo acababan encerrados: «Ahora quieren que sus hijos ocupen su tiempo, salgan de casa».
Pedro Antonio prefiere no pedir nada a las autoridades, se le ve bastante convencido de que lo que logre el colectivo será mérito suyo.
«Todavía no hay condiciones para que la gente salga del armario», asegura Juncosa, que sabe que no podrán lograr sus objetivos sin despeinarse: «Queremos un cambio cultural. Sabemos que ahora estamos poniendo la semilla. La lucha será a largo plazo».

Nota.- Me parece recordar que el artículo era más largo. Como siempre, si os interesa leerlo completo podéis encontrarlo en el periódico y fecha que figura junto al autor del artículo. Saludos.

La risa verdadera es muy beneficiosa para nuestra salud mental y física.

El humor se relaciona con el desarrollo cognitivo, la época y la cultura, el carácter y la forma de procesar la 'chispa'
EUROPAPRESS / Madrid | El Periódico | 28/04/2015

Cuando la risa es verdadera, puede ser muy beneficiosa para la salud tanto desde el punto de vista mental porque reduce el estrés, eleva el estado de ánimo y, en general, fomenta el bienestar psicológico, y desde el punto de vista físico porque reír estimula el sistema inmune, incrementa el umbral del dolor y es muy saludable porque acelera el ritmo cardiaco y aumenta el aporte de oxígeno al cerebro.

RISA PATOLÓGICA
Según explican desde la Sociedad Española de Neurología (SEN), algunos estudios han llegado a afirmar que las personas risueñas tienen un 40 por ciento menos de problemas vasculares y que viven 4 años y medio más de media. Por otra parte, diversos estudios han demostrado que el humor puede ayudar a ser más inteligentes, porque es una forma de ejercitar el cerebro. Habitualmente, la risa es considerada un fenómeno biológico normal y saludable. Sin embargo, la risa en casos excepcionales puede ser debida al síndrome de la risa patológica, en tal caso es debido al estrés, la ansiedad, la tensión o como consecuencia una lesión neurológica.

"La risa puede constituir un síntoma indicativo de patología cerebral, sobre todo si se presenta sin un estímulo específico, no se relaciona con un cambio afectivo o si su intensidad y duración están fueran de control. Es lo que se conoce como síndrome de la risa patológica, que también se puede trasformar en llanto o alternar ambos procesos", señala el doctor Manuel Arias Gómez, coordinador del Grupo de Estudio de Humanidades e Historia de la SEN. Enfermedades como el síndrome de Angelman, esquizofrenia, demencia, pero también epilepsia, ictus, esclerosis múltiple, ELA, Parkinson o tumores cerebrales, entre oros, pueden ser causas del síndrome de la risa patológica que puede manifestarse o bien como un inmotivado sentimiento de regocijo o como una disociación emocional voluntaria.

¿QUÉ OCURRE PARA QUE NOS RIAMOS?
Las nuevas técnicas de neuroimagen ha permitido conocer que el procesado del humor tiene lugar en tres etapas, que implican a varias regiones encefálicas: percepción de la incongruencia sorpresiva por parte de la región prefrontal dorsolateral y la unión temporoparietal del hemisferio dominante; activación del circuito de la recompensa y liberación de dopamina y cese de la desinhibición frontal no dominante que conduce a la risa.
"Cuando en lugar de la racionalidad cognitiva que nuestro cerebro espera percibir, lo realmente percibido es una incongruencia, se origina una controversia que, al ser detectada por el cerebro, éste se auto-recompensa. Y lo hace liberando dopamina, un neurotransmisor que nos produce sensación placentera. Es decir, el humor está íntimamente ligado al sistema de la recompensa que también se activa con la comida, el sexo, las relaciones sociales y en las adicciones", explica Arias Gómez.
Neurológicamente esto es posible porque los músculos de la cara pueden ser movidos por dos partes diferentes del cerebro. "Por un lado las áreas motoras del cerebro, que son capaces de producir gestos conscientes y por otro, las zonas cerebrales responsables de las emociones que, en esta ocasión de forma involuntaria, también conectan con los músculos de la cara para producir expresiones que reflejan una emoción", añade el coordinador del Grupo de Estudio de Neurogeriatría de la SEN, el doctor Marcos Llanero Luque.
EL HUMOR Y LOS FACTORES QUE LO AFECTAN
Por otra parte, el humor está íntimamente ligado al desarrollo cognitivo; por eso, las personas de edades distintas se ríen de cosas distintas. "También está relacionado con la época y la cultura en la que vivamos y, por supuesto, con el carácter de cada individuo en particular. Además, las técnicas de neuroimagen también han visto que hombre y mujeres tienen distintas formas de procesar el sentido del humor", afirma.
Como curiosidad, las mujeres se ríen más y disfrutan más del humor porque la risa activa más en ellas dos áreas concretas del cerebro: las del lenguaje y las de memoria a corto plazo que, a su vez, tiene que ver con la forma en la que se gestionan las emociones; la inteligencia fluida y la capacidad creativa son capacidades que nos ayudan a tener un mayor sentido del humor; y los bebés comienzan a esbozar sonrisas a las cinco semanas de vida.