Estoy
disconforme tanto por parte de algunos periódicos como de los canales
televisivos, porque no cuidan o no piensan cuánto pueden perjudicar con los
textos, las fotografías y las mesas redondas que retransmiten por televisión a
los enfermos con trastornos mentales. Por tanto quiero aportar algunas ideas
sobre este hecho.
Las
palabras que más definen lo que se trata y la manera en que lo hacen algunos son;
“sensacionalismo” y “precipitación dando noticias sin confirmar”, además de “mostrar
muchísimas veces las fotografías más escalofriantes del lugar del accidente, o
cómo han reaccionado los familiares ante la desgracia”, sobre todo los que
están más afectados. Esto último lo considero una falta de respeto hacia los
entrevistados.
Pienso
que es necesario informar de las certezas que van obteniendo los distintos equipos
que trabajan para esclarecer los hechos a los familiares, incluso decirles con
detalle si lo preguntan, qué están haciendo, qué harán a continuación y como ya
hacen gracias a Dios darles soporte emocional y consuelo por parte de equipos
de psicólogos y psiquiatras. Pero desde que ocurrió el accidente, las noticias
de Internacional en la prensa escrita versan la mayoría sobre ello, y en
televisión además de dar muchísima información en los telediarios, se hacen
mesas redondas exhaustivas con todo tipo de preguntas a profesionales, sobretodo
personas que trabajan en compañías aéreas, médicos, jueces, etc.
Pocos
periodistas se habrán parado a pensar cómo perjudica esta manera de trabajar a
los que tienen un trastorno mental a veces muy serio, pues aunque se mediquen
el pensamiento de “somos los malos y qué poco entienden nuestros sufrimientos”,
o más serio todavía, “a mi me hubiera podido pasar igual que al copiloto, según
la opinión de los que saben me medico,” está rondando por muchas cabezas de
estas personas y les perjudica notablemente.
El
accidente ha sido muy serio y la causa que parece lo ha provocado también. Ha
afectado a muchas familias y a las personas más próximas del copiloto
fallecido. Pues, por humanidad y respeto a los 150 difuntos, familiares y
amigos, además del colectivo que padece algún trastorno mental, les pido por
favor sean más cautos y no especulen tanto con una pequeña información que se
filtra y no se sabe ni su certeza ni su procedencia.
Leía hace dos días en un
blog de un sacerdote las siguientes frases: “Recemos por los
fallecidos, acompañemos a las familias en su pena, informemos a la opinión
pública, investiguemos las causas de la tragedia; pero no convirtamos el dolor
y las lágrimas en espectáculo televisivo” y yo añadiría –ni en la prensa
escrita-.
M.
Carme Samaranch.