miércoles, 5 de junio de 2019

¿Antidepresivos en la nevera?. La ciencia estudia como afecta la dieta a la salud mental.

Los alimentos no son medicinas, pero una nutrición equilibrada puede disminuir la probabilidad de sufrir males como la ansiedad y la depresión

SARAH PALANQUES TOST   |  EL PAÍS  |  29/05/2019 

Recostado en el diván, un hombre cualquiera describe un sentimiento de ansiedad que le atenaza cada día. La describe como si fuera un invitado hambriento que no quiere marcharse, una visita indeseada que le obliga a poner más y más aperitivos sobre la mesa, y no es solo una metáfora. También le habla de otros temas y relata estados pasajeros de tristeza que no puede explicar fácilmente. De repente, el psiquiatra se quita las gafas, las deja lentamente sobre la mesita accesoria y hace una extraña pregunta a su paciente... "¿Qué tiene dentro de su nevera?", dice. La mirada del hombre revela una comprensible extrañeza ante el rumbo que ha tomado el interrogatorio, pero la cuestión de la calidad nutricional de los alimentos parece no ser baladí en lo que se refiere a la salud mental.

Hace décadas que los científicos conocen los beneficios que una dieta y nutrición adecuadas tienen en el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares, digestivas y endocrinas. Y no solo los médicos son conscientes de que la salud entra por la boca; la información dirigida al común de los mortales para cuidar su dieta es de todo menos escasa. La situación es muy distinta en el campo de la psiquiatría, aunque en los últimos años un creciente número de investigaciones apuntan que la alimentación no solo tiene un papel crucial en nuestra salud física sino también en la mental. Si uno tiene en cuenta que la depresión es una de las enfermedades que se han relacionado con la calidad nutricional de la dieta, la idea de que la felicidad está en el plato no es tan descabellada.

Inflamación, un nexo de unión entre dieta y enfermedad
Es obvio que las emociones y la comida están relacionadas; todos hemos sufrido alguna vez un fuerte empujón a la despensa en momentos de ansiedad, y la terapia para superar los momentos de bajón a base de helado es un clásico en las películas que giran en torno al desamor Las evidencias son mucho más esquivas desde una óptica empírica, pero la comunidad científica ha empezado a preguntarse por qué la enfermedad mental no se trata también desde la perspectiva nutricional, y los expertos se han encontrado una paradoja muy interesante.

"Las enfermedades psiquiátricas, como la depresión o la esquizofrenia, no son muy diferentes de la diabetes si nos fijamos en los cambios que se producen en el organismo a un nivel molecular. Las personas con diabetes y con depresión se encuentran en un estado de inflamación sistémica, leve pero crónica", dice el profesor de psiquiatría y psicología médica de la Universidad de Valencia y miembro del comité ejecutivo de la Sociedad Internacional para la Investigación en Psiquiatría Nutricional Vicent Balanzá. "Asumiendo esto, las intervenciones con dieta y nutrición podrían ser eficaces para corregir la inflamación también en las enfermedades psiquiátricas y, en general, para mejorar el pronóstico de las personas que las sufren. Al fin y al cabo, la división entre cerebro-mente y cuerpo no tiene fundamento científico", añade el también investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental.

Por eso médicos e investigadores de todo el mundo han empezado a trabajar sinérgicamente para averiguar más sobre las relaciones entre los nutrientes y la mente, y han englobado el conocimiento adquirido bajo el término de psiquiatría nutricional. Uno de los máximos exponentes de la disciplina emergente, el agricultor y psiquiatra de la Universidad de Columbia, en Nueva York (EE UU), Drew Ramsey, defiende que una dieta deficiente es uno de los mayores factores que contribuyen a la depresión. En este sentido, uno de los metaanálisis más recientes que se han publicado sobre los efectos de la nutrición en la salud mental, en el que participaron científicos de todo el mundo (incluidos un par de grupos de investigación españoles), encontró que "adherirse a una dieta saludable, en particular una dieta mediterránea tradicional, o evitar una dieta proinflamatoria parece conferir cierta protección contra la depresión en estudios observacionales. Esto proporciona una base de evidencia razonable para evaluar el papel de las intervenciones dietéticas para prevenir la depresión", afirma el texto.

"El creciente campo de la psiquiatría nutricional evidencia muchas consecuencias y correlaciones entre lo que comemos con la forma en que nos sentimos y cómo nos comportamos. Es un tema que cada vez toma más fuerza", defiende la psiquiatra especialista en trastornos de adicciones y medicina legal Paula Vernimmen. Pero, ¿podemos mejorar nuestra salud mental cambiando nuestra alimentación? ¿Hay comida que nos hace felices y viceversa?

No busques un alimento milagro, lo importante es la dieta
Balanzá advierte de que la relación entre los nutrientes y la depresión es muy compleja, y que no es tan directa como puede parecer. Entre otras cosas, porque en el desarrollo de la enfermedad mental intervienen numerosos factores además de este. "Por ejemplo, las diferencias genéticas entre los individuos hacen que los déficits nutricionales repercutan más o menos en el riesgo de enfermar. Y en los últimos años hemos aprendido que lo más relevante para la salud mental es el patrón dietético, la dieta, más que un alimento o un nutriente concreto. Lo que le importa a nuestro cerebro es la diversidad y la armonía entre ellos. La dieta es como una orquesta que puede emitir una música hermosa, la salud, si la cultivamos", explica el investigador.

Y si la mediterránea puede tener efectos terapéuticos sobre la depresión, ¿podría una dieta inadecuada empeorar sus síntomas? La respuesta es sí, especialmente en el caso de "las dietas hipercalóricas pero pobres en nutrientes, basadas en productos ultraprocesados y comida rápida", confirma Balanzá. Una dieta saludable, como la mediterránea, "aporta nutrientes clave para el cerebro, como son diversos minerales, vitaminas, aminoácidos esenciales y ácidos grasos esenciales. Son importantes porque tienen efectos antioxidantes, antiinflamatorios y neuroprotectores, que ayudan a combatir mejor las consecuencias negativas del estrés. Pero la carencia de nutrientes esenciales tiene repercusiones para el cerebro de las personas en general. Así, un déficit de algunas vitaminas, como el folato o la vitamina B12, se ha relacionado con un estado de ánimo depresivo y también con el deterioro cognitivo", prosigue el experto.

De hechoen un trabajo de 2015 publicado en BMC Medicine los científicos observaron que una menor ingesta de alimentos densos en nutrientes y una mayor de comida poco saludable se asocia con un menor volumen del hipocampo izquierdo. "Esta fue la primera demostración en humanos de que la calidad de la dieta puede repercutir en estructuras cerebrales", valora Balanzá.

Rebajar el riesgo de depresión hasta un 35%
Según la doctora Vernimmen, este campo de investigación está proporcionando hallazgos halagüeños. Por ejemplo, se sabe que "las personas que siguen dietas ricas en verduras, frutas, granos sin procesar, pescados y mariscos, que contienen pocas cantidades de carnes magras y lácteos, tienen un riesgo de depresión de un 25% a un 35% más bajo. Además, una mala hidratación, el consumo de alcohol, de cafeína y el hábito de fumar pueden precipitar o simular los síntomas de ansiedad". La experta añade que los picos altos de azúcar "pueden imitar desde una crisis de ansiedad hasta un ataque de pánico". Por último, "los periodos prolongados de ayuno, donde se generen estados hipoglucemiantes -caracterizados por la disminución de los niveles de azúcar en sangre-, pueden simular síntomas de depresión".

Pero aunque todos estos descubrimientos son, sin lugar a dudas, emocionantes, hay que tomarlos con un rigor académico como el que demuestra Balanzá, quien se toma esta nueva tendencia con un optimismo moderado. "No es suficiente presuponer que las vitaminas o los probióticos favorecen la salud mental porque son naturales y saludables. En los ensayos clínicos hay que exigir el mismo rigor metodológico que se pide a los fármacos. Un mensaje importantísimo para la ciudadanía es que mejorar la dieta por sí solo no va a curar los trastornos mentales y saber esto es vacunarse contra las promesas de los charlatanes y las pseudociencias".

Pronto sabremos más. Desde 2013 un grupo de unos 300 profesionales psiquiatras, epidemiólogos, nutricionistas, dietistas, psicólogos e investigadores básicos se reúnen anualmente para generar y difundir conocimiento científico. Este año lo harán en Londres para hablar, precisamente, de psiquiatría nutricional. Será una buena oportunidad para tomarle el pulso a esta disciplina que ya está ocupando espacios y generando una nueva narrativa sobre la salud mental.


Identificadas dos bacterias intestinales que influyen en la salud mental

Big Vang – Redacción |  La Vanguardia |  4-02-2019  

Hasta ahora la relación entre microbiota y comportamiento solo se había demostrado en animales

Científicos de la Universidad belga de Leuven han logrado demostrar por primera vez en humanos cómo la microbiota intestinal está implicada en la salud mental, algo que hasta el momento se sospechaba y que solo se había logrado probar en animales. En un estudio que publican en Nature Microbiology, los investigadores consiguen identificar dos bacterias que son clave en la depresión y, en general, en la calidad de la salud mental. Este hallazgo abre la puerta a diseñar, en un futuro, nuevos tratamientos que tengan como diana estas dos comunidades de bacterias.

Asimismo, también han comprobado cómo algunos de los miles de millones de microorganismos que conforman la microbiota intestinal son capaces de producir compuestos neuroactivos.

Desde hace poco más de una década los científicos estudian el complejo intercambio de mensajes, tanto químicos como eléctricos, entre el cerebro y el intestino a través, sobre todo del nervio vago, que se extiende desde la base del cerebro hasta el abdomen. En 2011 se publicaron los primeros resultados que demostraban cómo la microbiota influía en el comportamiento; científicos de la Universidad de Cork, en Irlanda, de la McMaster, en Canadá, y del Instituto Karolinska, en Suecia, realizaron tres experimentos en los que lograban modificar el comportamiento de ratones tan solo alterando la composición de su microbiota intestinal.

Es más, recientemente, uno de esos equipos de investigadores, el de Premysl Bercik, de la Universidad McMaster, uno de los pioneros en el estudio del eje cerebro-intestino, en un estudio en Nature Comunications demostraba en ratones cómo las bacterias intestinales desempeñaban un papel crucial para producir ansiedad y depresión.

Ahora los investigadores flamencos han logrado demostrar eso mismo pero en humanos, que cuentan con una microbiota intestinal, formada por una comunidad de miles de millones de organismos, mucho más rica, variada y compleja que la de los roedores. Para ello, han cruzado datos acerca de la composición microbiana intestinal y de diagnósticos médicos de depresión de 1054 individuos de la cohorte del Proyecto flamenco de microbiota intestinal. De esta forma lograron identificar que las bacterias Coprococcus y Dialisterestán en cantidades ínfimas en la microbiota intestinal de las personas que sufren depresión, independientemente de que tomen tratamiento, en comparación con personas sin la enfermedad.

A continuación, validaron esos resultados en otra cohorte de más de 1000 personas clínicamente deprimidas, del Hospital Universitario de Leuven.

“La relación entre el metabolismo de la microbiota intestinal y la salud mental es un tema controvertido en ciencia”, apunta en un comunicado Jeroen Raes, coautor del trabajo e investigador del Centro de microbiología de la Universidad de Leuven. Para este científico, a pesar de los interesantes resultados de estudios previos en animales que han arrojado luz a la relación entre metabolitos -o productos de desecho que generan las bacterias después de digerir los alimentos- y comportamiento y sentimientos, la investigación en humanos, a su juicio, se ha quedado completamente rezagada.

“En nuestro estudio hemos logrado identificar diversos grupos de bacterias que varían en función de si la persona tiene o no depresión y también de la calidad de su salud mental”, añade.

De hecho, en trabajos previos este mismo grupo de investigadores ya habían establecido qué enterotipos, esto es qué composición -en variedad y cantidad- de la microbiota intestinal, se asociaban a personas con síndrome de Crohn, una enfermedad inflamatoria autoinmune que afecta al tracto intestinal. Y en este nuevo estudio han visto que la composición microbiana de las personas con depresión o una salud mental pobre era similar a la de aquellos con Crohn.

En este sentido, se sabía que casi 9 de cada 10 personas que padecen síndrome de intestino inflamado, colitis ulcerosa o Crohn suelen sufrir con mayor frecuencia que personas sin estas enfermedades intestinales depresión, ansiedad y otros trastornos psicológicos. Y también se ha visto que ocurre al revés, que determinadas patologías mentales provocan alteraciones intestinales.

Asimismo, los investigadores han creado un catálogo de microbios intestinales en función de su capacidad de producir o degradar moléculas que pueden potencialmente interactuar con el sistema nervioso. Para ello han empleado una técnica computacional para estudiar el genoma de 500 bacterias aisladas del tracto intestinal de personas con depresión. Han obtenido información acerca de la capacidad de producir compuestos neuroactivos.

“No solo hemos podido identificar las distintas bacterias que podrían desempeñar un papel clave en las enfermedades mentales sino también los mecanismos involucrados potencialmente en esa interacción con el huésped”, señala en un comunicado Mireia Valles-Colomer, coautora del trabajo. “Por ejemplo, hemos visto que la capacidad de los microorganismos de producir DOPAC, un tipo de metabolito del neutrotransmisor dopamina, se asociaba con una mejor calidad mental”, resalta.