CAROLINA PINEDO DEL OLMO | www.cuerpomente.com | 03/09/2024
Aceptar la propia ignorancia o estar
dispuesto a equivocarse son solo algunas de las claves para despertar la
intuición y ser más feliz en el día a día, según el investigador en
neurociencia David del Rosario.
El neurocientífico David del Rosario
vuelve a sumergirnos en los secretos sobre el funcionamiento del cerebro con su
nuevo libro Tú has escrito
este libro (Ed. Diana), en el que nos cuenta las bases para aplicar la neurociencia en el
día a día, con el fin de mejorar el bienestar de las personas.
El cerebro es ese gran desconocido
sobre el que la neurociencia ha descubierto que tan solo captamos un 0,5% de la
información que denominados realidad y que nos conecta con nuestra consciencia.
El restante 99,5% se nos escapa de las manos.
-De entrada, me llama la
atención el título del libro. ¿Por qué yo lo he escrito? -La ciencia nos ha enseñado que el mundo no es más que un conjunto de
recipientes vacíos que cada cerebro llena de significado personal. Esta
reflexión, que para nosotros en neurociencia es el pan de cada día, la quise
plasmar en el título para que la gente tomara conciencia de que son ellos
quienes van a encontrar su propio significado y que eso no tiene nada que ver
conmigo. Esto me parece algo liberador.
Desde que aplico la neurociencia en mi
día a día, he podido liberarme de muchas personas, cosas, lugares y situaciones
que tenía en mi cerebro y que sentía como mías. Creo que el mundo se merece que
empecemos a liberarlo de todas las cosas que pensamos de manera individual,
pero que no tienen por qué ser verdades absolutas.
-La dedicatoria también
me llama la atención: «Al bloque rojo por traerme a Aïda. A Aïda por traerme a
Aleu». ¿Se puede desvelar el significado o es algo personal?
-Es algo personal, pero ya que estamos… (sonríe Del Rosario). La dedicatoria
tiene que ver con que conocí a mi pareja en un bloque rojo que hay en una plaza
de Barcelona y, a pesar de que nos habíamos encontrado varias veces antes, no
fue hasta ese momento en el que conectamos. Le doy las gracias a ese bloque
rojo por traerme a Aïda y después a Aleu, nuestro hijo.
-Una historia con mucho
de magia. ¿Qué conexión tiene con el funcionamiento de nuestro cerebro?
-Tiene mucha magia. Yo había interactuado con mi futura pareja; sin embargo, mi
cerebro no prestaba atención. Si yo pongo el foco en algo, el resto del mundo
desaparece para mi cerebro. Muchas veces nos perdemos la magia de la vida por
no prestar atención al estar tan obnubilados con las cosas que pensamos. Es
decir, con pensar la vida en vez de vivirla. Mi cerebro, por todos los
condicionamientos que tiene, se había perdido la posibilidad de conectar con un
ser tan maravilloso como mi pareja actual, solo porque no prestaba atención.
Como reflexión: ¿cuántas cosas mágicas nos perdemos por seguir obnubilados al
seguir la historia que nos cuenta este comentarista que es el pensamiento?
-¿Qué aporta de nuevo a
la neurociencia su libro?
-Este libro no tiene nada diferente a lo que una persona no pueda descubrir por
sí misma, si se para en su vida y comienza a escuchar conscientemente. De
hecho, todas las investigaciones que hago nacen de ahí. El problema, quizás, es
que no paramos. Este libro lo que puede aportar a la gente es obligarla a parar
para poder ver la relación con el pensamiento y con las emociones. No para
hacerlas mejores, más positivas o cambiarlas, sino para asumirlas.
Pero para poder ver hay que mirar y
para mirar, hay que parar, y no lo hacemos, porque vamos como locos. Este libro
puede ayudar a parar y a descubrir la magia que hay en cada situación de la
vida.
-¿Qué propone para
conseguir parar y mirar con calma?
-Por ejemplo, la afirmación: «esta sociedad no nos permite parar» es un
pensamiento. Pero imaginemos que, en lugar de un hecho, solo fuese una
posibilidad. Solo con eso, el cuerpo se relaja y es como si hubieses tenido una
clase de yoga. Nos sienta muy bien la posibilidad de estar equivocados. La
neurociencia aplicada en el día a día nos enseña que es una buena noticia que
no tengamos razón.
Una de las cosas en las que no la
tenemos es en la idea de que nuestros pensamientos son hechos. Nuestro cerebro
no tiene en cuenta el 99,5% de la información que nos rodea a la hora de
generar pensamientos. Por ejemplo, no tenemos sensores para captar las ondas de
infrasonidos que utilizan los elefantes para comunicarse, los ultrasonidos de
los murciélagos o las ondas de radiofrecuencia en las telecomunicaciones. Con
la pequeña porción de realidad restante (el 0,5%), mi cerebro construye los
pensamientos.
-Entonces, la intuición
la utilizamos muy poco. Nos centramos en el pensamiento lógico…
-Hay un tipo de pensamiento muy intuitivo, pero no es el que solemos usar en
nuestro día a día. Puede ser que haya información que todavía no sabemos cómo
medir y que nuestro cerebro sí que pueda sintonizar con ello. De hecho lo hace,
porque ocurre lo que conocemos, pero también lo que desconocemos.
Hay un tipo de pensamientos que son los
esenciales. Cuando llegan, no tienes la sensación de que los ha generado el
cerebro en base a tu experiencia pasada y a tus expectativas de futuro. El
cerebro es como una antena que recibe esa información, que genera un cambio que
te pone los pelos de punta y una amplitud pulmonar bestial. Hay una certeza de
que tú sabes que eso es así. Se le llama pensamiento Eureka o creativo. Por
poner un ejemplo, el perdón es un pensamiento esencial intuitivo. Tú no decides
perdonar, el perdón se da; y cuando ocurre, no sabes cómo ni por qué, pero ya
no tienes un conflicto con eso. La compasión también es un pensamiento
esencial, o la creatividad. Tú no dices voy a ser creativo, simplemente
ocurre.
-¿Qué puede ayudar a
entrar en ese estado intuitivo y creativo?
-Sabemos que hay muchas cosas que promueven ese estado
intuitivo y de creatividad, y una de ellas es el no hacer para dejar que llegue
la inspiración. Cuando activamos la razón, más o menos solo se pone en funcionamiento
un 5 o un 10% del potencial neuronal que tenemos, pero cuando dejamos de hacer
algo, se activa una gran cantidad de energía: el 90% restante. Cuando decides
no hacer y te vas a la naturaleza o a caminar, se promueve que la creatividad
se produzca. Preocuparnos reduce la posibilidad de que la intuición y el
pensamiento creativo se manifiesten.
-Sería positivo que se enseñara desde la infancia a
desarrollar y usar el pensamiento intuitivo. Sin embargo, lo tenemos muy
desvalorizado…
-Estaríamos más contentos, porque daríamos un uso más eficiente al cerebro, que
es altamente creativo. La creatividad tiene la capacidad de revolucionar el
mundo. Sin embargo, nosotros la usamos de una manera racional. Llevamos frito
al cerebro. Le pedimos todo el rato lo mismo. Lo llamamos seguridad, pero en
realidad entramos en una dinámica que nos lleva a pensar la vida en lugar de
vivirla.
Tratamos de protegernos de todo a
través del pensamiento, sin darnos cuenta de que realmente no hay ningún
peligro. El león vive en nuestra imaginación y lo que conseguimos con esta
forma de pensar y sentir es inyectar pequeñas porciones de sufrimiento, que son
las que contribuyen a tener sensaciones, como por ejemplo que es imposible ser
feliz en esta sociedad.
-Ese pensamiento creativo
debe de estar muy asociado al arte…
-El arte para todas las edades desarrolla mucho la actitud de volver a mirar.
Por ejemplo, yo sé perfectamente cómo es un sol o un paisaje, pero si voy a
pintar uno, esa actividad me obliga a volver a mirar, a prestar atención a los
detalles, y descubriré que en realidad no sé cómo es un paisaje. Tú crees que
sabes cómo es tu vida, pero si paras y la vuelves a mirar, te das cuenta de que
no tienes ni idea. Solo piensas que sabes cómo es. Vemos nuestra imagen mental
de la vida. Por ejemplo, si estoy acostumbrado a vivir en un sitio donde el
cielo es más gris, aunque esté pintando un paisaje soleado, tenderé a usar
colores más oscuros. No vemos a las personas que tenemos delante, sino la
imagen mental que nos hemos hecho sobre ellas. Es la relación con nuestro
pensamiento lo que nos limita. La cuestión es: ¿Estás dispuesto a ir más allá
de ese pensamiento?
-¿Qué es lo que más le
sorprende sobre él?
-Lo que más me sorprende del cerebro humano a día de hoy es mi tremenda
ignorancia. Cuanto más estudio, más necesario veo el no olvidar lo ignorante
que soy y el dejar de defender mis pensamientos. Si esta entrevista promueve
seguir pensando la vida en lugar de vivirla, he fracasado. Es tan maravilloso
ser un ignorante… Reconocerlo te lleva a dejar de defender tus pensamientos, a
entrar en un espacio de vida.