RAQUEL ALDANA | Mejorconsalud.as.com | 11/09/2020
La
depresión se presenta a menudo como un dolor que se vuelve sombra para quien lo
experimenta. En ese estado, parece como si una bufanda apretara y ahogara al
que se ve atrapado por ella. Cegando las ilusiones y precipitando una gran
oscuridad, los síntomas de este trastorno se hacen notar.
Entre
las señales más evidentes figuran la tristeza, la irritabilidad, la apatía, la
pérdida del interés por el entorno o la incapacidad para obtener placer con algo.
También son habituales la falta de apetito, los sentimientos de culpa,
la dificultad para concentrarse o tomar decisiones, las ideas recurrentes de
muerte o los planes o intentos suicidas...
Esto durante un tiempo prolongado y de forma
repetida cada día es lo que vive una persona con depresión.
Tener depresión no es sinónimo de estar en una cama llorando.
Tendemos
a pensar que las personas que padecen depresión están todo el día en la cama
llorando. Sin embargo, el bajo estado de ánimo es solo una pequeña parte de
cómo se manifiesta este trastorno.
De
hecho, más allá de mostrar tristeza, hay quienes se comportan de manera
autoritaria, con excesiva irritabilidad, insensibilidad, agresividad,
etc. Así, a veces detrás de un malhumor constante e intenso se esconden otras
emociones a las que asimismo es importante prestar
atención.
Sin
embargo, como se indica en el Manual Estadístico y Diagnóstico de los Trastornos
Mentales, la presencia de un episodio de depresión mayor
implica más condiciones que la mera melancolía o el carácter irascible. Eso
quiere decir que, si bien uno de estos dos síntomas es necesario, no es
suficiente por sí solo para realizar un juicio clínico acertado.
A todos nos puede pasar
Un
día comienzas a darte cuenta de que te cuesta levantarte de la cama, de que lo
haces ya no tiene el sentido que antes le atribuías. Empiezas a notar
que nada te anima o te entusiasma y que la desesperanza te
acompaña con frecuencia.
Entonces,
de alguna manera, comienzas a verte vencido por las circunstancias que te
rodean. Todo te agobia y te produce agotamiento. Hasta te
cuesta percibir algo más allá que ese sufrimiento que se ha vuelto una sombra.
Hay
días en los que te levantas peor y otros en los que mejor. Parece que la inestabilidad
emocional tiene tu nombre. No te comprendes, solo
sientes una profunda desgana, una tremenda pena que te precipita a la oscuridad
más profunda.
Tampoco aciertas a saber qué está pasando, no conoces el bienestar, te sientes vacío. No consigues evitar el no encontrarte bien cuando sales de casa, cuando alguien se dirige a ti o cuando tienes que enfrentarte a un nuevo proyecto.
Pero
es posible abordar todo este dolor
Necesitamos
del apoyo de un profesional que nos ayude a entender las propias emociones,
que dé coherencia al estado en el que nos hallamos y que nos oriente para
superarlo. Una herida así precisa de
terapia
psicológica para sanarse, pues se trata de curar los pensamientos que nos
invaden.
Cuando también aparece la ansiedad
En
ocasiones los síntomas depresivos se entremezclan con otros de temor e inquietud,
dando origen a un cuadro mixto que llega a resultar aún más confuso para los
afectados.
Así,
la ansiedad se
caracteriza en sí misma por el miedo, el pánico, el nerviosismo, la evitación,
la sobreactivación, la tensión muscular, la hipervigilancia y la percepción de
amenaza y peligro.
En
este espacio común concurren, entonces, signos como la preocupación, los
problemas de concentración, el insomnio, la fatiga, la agitación psicomotora,
los sentimientos de inferioridad o la baja autoestima.
Comprender el pozo de la depresión
Se
hizo una grabación de esta metáfora, realizada por la Organización Mundial de la Salud, que refleja
de manera gráfica las situaciones tan cotidianas como dolorosas que millones de
personas atraviesan cada día.
Quizás
te veas identificado con lo descrito en este artículo o pienses que necesitas
ayuda. Si es así, el primer paso es consultar con un especialista y
compartirlo con la gente que te quiere.
Un
tratamiento adecuado te permitirá reestructurar los pensamientos con
los que funcionas y hacer cambios en el entorno más próximo en el que te
desenvuelves.
Abordar
los síntomas depresivos puede marcar un antes y un después en
el bienestar de cada individuo.