PSIQUIATRÍA | Trastornos
alimenticios
.
Aumentan los trastornos alimenticios en varones
· A
menudo en ellos el diagnóstico se retrasa más
MARÍA VALERIO | Madrid |
El Mundo | 09/04/2014
No se me ocurrió ni por un
momento que fuese anorexia', 'eso es cosa de chicas' o 'no me entraba en la
cabeza' son algunas de las frases que reflejan la perplejidad de varios chicos
con un trastorno alimenticio. En el imaginario popular ha calado tanto la idea
de que problemas como la anorexia y la bulimia son 'cosa de chicas' que a
menudo los varones con este diagnóstico no acuden en busca de ayuda hasta que
la enfermedad está ya muy avanzada.
Un trabajo publicado esta semana en la
revista British Medical Journal admite
que los trastornos de la alimentación en el caso de los varones han sido mucho
menos estudiados que en el caso de las mujeres, pese a que ellos no son inmunes
a padecerlos.
Un buen ejemplo de esa laguna en la
investigación son los propios datos de incidencia. Como explica el doctor
Adrián Cano, del departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Clínica
Universidad de Navarra, es cierto que no se han hecho estudios serios sobre el
número de varones afectados, "aunque es cierto que estamos
asistiendo a un aumento". A su juicio, probablemente, la cifra que se
daba habitualmente de un chico por cada 10 mujeres se quede corta, "pero
tampoco estemos aún en el 25% que indican otras fuentes, sino más bien en algún
punto intermedio entre ambas estadísticas".
Para conocer las percepciones de los
propios afectados y qué factores retrasan la búsqueda de ayuda, Ulla Räisänen y
Kate Hunt, de las universidades de Oxford y Glasgow (Reino Unido), llevaron a
cabo una serie de entrevistas cualitativas a 10 varones con edades
comprendidas entre los 16 y los 25 años y que formaban parte de una
muestra más amplia de 39 pacientes (el resto, mujeres) con trastornos de la
alimentación.
En la mayoría de los casos, los
jóvenes tardaron meses, incluso años, en darse cuenta de que algunos de sus
comportamientos no eran normales. Días sin comer, obsesión con el recuento de
calorías, vómitos después de una comida un poco más copiosa de lo habitual,
obsesión por el ejercicio físico... A pesar de que algunos de ellos llegaron
incluso a autolesionarse, una vez confrontados con su problema de alimentación,
la mayoría de ellos seguía sosteniendo que "eso es cosa de chicas".
Como ocurre también en el caso de
las mujeres, todos ellos escondían sus obsesiones a su entorno cercano (incluida
familia, pareja y amigos) y en algunos casos fue necesario un suceso
traumático, con ingreso en Urgencias, para ponerles frente a lo que estaban
sufriendo. "Es habitual que cuando se diagnostica a un varón se
produzca mucha perplejidad", admite el doctor Cano, porque en el caso
de los hombres también se tienden a ocultar las costumbres contra la comida al
entorno.
Otro de los problemas que surgió
durante las conversaciones con los entrevistadores es su desconfianza del
sistema sanitario por "temor a no ser tomados en serio" o "por
no saber dónde buscar ayuda". De hecho, una primera mala experiencia con
un especialista, por ejemplo su médico de cabecera, podía retrasar que
volviesen a pedir ayuda. El doctor Cano no cree que el problema sea el desconocimiento
en Atención Primaria, pero sí admite que el prototipo masculino suele quedar
exento del reconocimiento prematuro y es habitual que en los chicos el
diagnóstico se retrase.
"Los hombres con trastornos
alimenticios están infradiagnosticados, infratratados e
infrainvestigados", sostienen los autores, que atribuyen en parte este
problema a la insistencia en atribuir el problema (mediática y culturalmente)
como algo exclusivo de mujeres. Un idea que también, critican, parece haber
calado en los clínicos, a quienes recuerdan que el diagnóstico precoz
es imperativo para tratar cuanto antes estas enfermedades y minimizar en lo
posible sus secuelas.
Algunos autores, como el doctor
Pascoal Moleiro, de la Sociedad Portuguesa de Pediatría, explican que entre los
varones la bulimia es más frecuente que la anorexia ("porque está más
relacionada con la personalidad impulsiva y ése es un rasgo que se da más en
varones", añade Cano) y no es extraño que la edad de inicio sea
algo más tardía que en las chicas (18-26 años frente a 15-18 en el
caso de ellas). Precisamente, Moleiro coincide con sus colegas británicas en
que el 'no reconocimiento' de la enfermedad junto a la exclusión de los varones
de los estudios por su aparente bajo número de casos tienen que ver con ese
retraso en el diagnóstico que a menudo se asocia con una enfermedad más severa.
En España, la
tendencia parece ir cambiando lentamente con la inclusión en algunas unidades
especializadas de grupos de tratamiento específicos para chicos. De hecho, admite
Cano, en esta tendencia internacional por incluir también a los chicos en los
trastornos alimenticios ha llevado a que incluso el manual diagnóstico por
excelencia en Psiquiatría (el llamado DSM-V) haya liminado la falta de
menstruación como un síntoma de alerta de la anorexia.