ALEXANDRA BENITO |
Vanitatis-El Confidencial
| 14/09/2023
El minimalismo
mental se ha convertido en el aliado de los que buscan deshacerse de las
cavilaciones menos útiles, en pro de la paz y la armonía de las emociones
El minimalismo se ha convertido en una de esas
palabras que, de una forma u otra, surge en la mayoría de las conversaciones.
Un término con múltiples acepciones que transcurre en terrenos como la decoración,
con cocinas minimalistas o el minimalismo cálido, la belleza o la moda con propuestas como los looks de Jennifer Lawrence. Aunándose en un concepto de vida que nos lleva hacia el
'menos es más'.
Así, buscando un estilo de vida más consciente y lento, el
minimalismo es una corriente donde eliminar todo aquello que nos sobra, no
necesitamos o no nos hace felices. Una meta que se suma al movimiento slow life, que se puede aplicar
a la decoración, pero también a nuestros
pensamientos, con el minimalismo mental. Miles de ellos se acumulan en nuestro
cerebro a diario. Aquí el quid de la cuestión radica en lograr que nuestra mente esté centrada y sin
distracciones.
Viviendo el aquí y el ahora, alejándonos del estrés y sobre todo
de la ansiedad y de la anticipación. Una búsqueda de lo
esencial para nuestra armonía, que parece sencilla, pero que resulta mucho más
complicada de lo que parece, especialmente en la era de la sobreinformación que vivimos actualmente.
De hecho, un equipo de psicólogos de la Universidad de
Queen, en Canadá, estableció que solo en un día podemos acumular 6.200 'gusanos del
pensamiento', como denominaron a los bloques o
'divagaciones' sobre un tema. Una carga mental que es excesiva en la mayoría de
los casos, ya que buena parte de esos 'gusanos del pensamiento' son innecesarios y maliciosos para
nosotros.
¿Qué es el
minimalismo mental?
Por eso, el minimalismo mental puede ser la clave para
ayudarnos de deshacernos
de esos pensamientos de más. Su objetivo es dejar espacio
para lo verdaderamente importante, creando un entorno en orden y calma.
Despidiéndonos de aquellos elementos que nos distraen o nos hacen daño.
Buscando una higiene
emocional que, comparándolo con un minimalismo material,
es cómo eliminar parte de tu ropa.
Es decir, si te gusta practicar deporte, no tienes por
qué dejar de tener ropa deportiva en tu armario minimalista. Sin embargo, si te
causa ansiedad o frustración ver esas zapatillas de correr sin estrenar, es el
momento de dejarlas marchar. Dando
espacio a lo que de verdad te importa, que quizás es una
esterilla de yoga. Unas claves que se
pueden extrapolar al minimalismo mental
Las claves para conseguir iniciarse en esta práctica
se resumen en tres grandes bloques, según expertos como el escritor Aston
Sanderson. La primera tarea es observar
qué pasa por nuestra mente. Recordando el famoso '¿Qué
tengo en el coco?', hagamos literal este juego de mesa para pararnos a reconocer qué estamos
pensando.
Dado que en nuestro día a día, los pensamientos pasan desordenados, agolpándose
y sin ser detectados por nuestro cerebro. Aunque, es importante destacar que
debemos hacerlo sin juzgar, solo fijándonos en qué está pasando en nuestro
interior. La segunda clave es intentar deshacernos de los pensamientos innecesarios. Muy
relacionado con las técnicas de mindfulness, el minimalismo mental nos pide que paremos, escuchemos qué pensamientos son útiles y
que al resto les dejemos marchar.
¿Cómo centrar la
mente?
Por ello, es muy interesante categorizar nuestros pensamientos. Priorizando
cuáles son más o menos valiosos y cuáles son positivos o negativos para
nosotros en ese momento. Una tarea para la que es muy útil la escritura,
poniendo en papel cómo te
sientes o qué pensamiento te ronda sin descanso.
Una vez sepamos qué ocurre en nuestra mente y estemos simplificando nuestras cavilaciones, llega el momento de practicar la atención plena. Si ya has detectado y reducido tus pensamientos, podemos pasar al nivel de centrarnos al máximo en un pensamiento o una actividad. Si tu cerebro se enfoca en algo que te interesa, el nivel de estrés disminuye, mejora la concentración y notarás menos cansancio.