viernes, 10 de noviembre de 2017

Día mundial de la salud mental: entender y convivir con la psicosis juvenil

PSIQUIATRIA

CAROLINA GARCÍA  | Madrid  |  El País  | 10/10/2017

Los padres piden ayuda en situaciones extremas, cuando el joven demuestra una gran desconfianza hacia su entorno, dice cosas extrañas o habla solo.

Los episodios psicóticos, caracterizados por cambios en el comportamiento extremos, suelen exteriorizarse a edad temprana, en la juventud y, sobre todo, cuando se está atravesado una situación vital límite que supera los recursos emocionales y las herramientas cognitivas de las personas que los sufren, entrando en una crisis de angustia insoportable que muchas veces les aleja de la realidad. 

Uno de los síntomas más reconocibles de estos brotes psicóticos son las alucinaciones: hablar, ver, saborear, interrelacionarse con cosas que no existen. Pero, ¿cómo es convivir con un joven que padece este trastorno? Para responder a esta pregunta en este martes 10 de octubre, día en que se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, contamos con la experiencia de Silvia Parrabera, directora de la Unidad de Atención Temprana de Fundación Manantial, psicóloga y terapeuta.

En España se detectan unos 4.500 casos nuevos al año, en su mayoría jóvenes. "Aunque más del 10% de la población escuchará alguna voz en su vida cuando no habla nadie", explica la experta. Los primeros episodios psicóticos suelen aparecer en la franja de edad entre los 14 y los 30 años, pero podría darse a cualquier edad.

“Las personas que sufren episodios psicóticos son personas que pueden mantener fuertes creencias que a los demás les pueden resultar extrañas. Por ejemplo, la creencia de que están siendo controlados sus pensamientos o que existe una conspiración contra ellos. Estas creencias han sido referidas como delirios”, añade Parrabera. Estas experiencias suelen coexistir junto a otras no tan llamativas, como son la falta de energía o el exceso, la depresión, la angustia y la ansiedad, el aislamiento, dejando de ver a los amigos y a la familia, y la falta de rendimiento escolar o laboral. “Todo ello podría anunciar una primera crisis psicótica”, añade Parrabera.

Según la experta, algunas personas experimentan estos episodios en una ocasión y otras de vez en cuando, en períodos de mucha angustia. En la mayor parte de los casos, el sufrimiento es tan grande que los propios jóvenes o las personas más cercanas buscan ayuda profesional. Parrabera nos pone en situación.

PREGUNTA: La primera pregunta es casi obligada: ¿cómo se detecta un episodio psicótico?

RESPUESTA: Obviamente es fundamental una detección temprana y un tratamiento adecuado para que lo que comienza siendo una crisis no se convierta con el tiempo en un trastorno mental grave. Como la mayoría de los primeros episodios se dan en la adolescencia o la primera juventud, son las personas que conviven con ellos los que pueden darse cuenta, principalmente la familia, los amigos, la pareja y los profesores. Estos se pueden percatar del estado de angustia, del aislamiento, de los cambios de hábitos... Pedir ayuda suele coincidir con la percepción de que el joven vive en una desconfianza extrema, dice cosas extrañas, habla solo o parece estar hablando con voces que ellos no escuchan o con presencias que ellos no perciben.

P: ¿Una vez detectado el episodio, cuál suele ser la primera reacción de los padres?   |   R: Se asustan. Una experiencia de este tipo no aparece sin más, suele tener un recorrido anterior en el que los padres o allegados se dan cuenta del cambio en su hijo. Antes de llegar a los delirios y las alucinaciones evidentes, es posible que se hayan dado cuenta de cómo se ha ido aislando o de cómo ha dejado de asistir a clase (...) está triste o perplejo, no duerme o lo hace de día. mientras vive de noche encerrado en la habitación. Hasta aquí se podría parecer a una adolescencia especialmente difícil, pero cuando aparecen los delirios o las alucinaciones es cuando se dan cuenta de que la situación es grave.

P: ¿Está prepara la Red de Salud Mental para actuar con rapidez?   |   R: No. En España sería necesario que la Red de Salud Mental desarrollara estrategias de sensibilización entre la población y diera una formación básica a médicos de atención primaria, profesorado y técnicos de servicios sociales para saber distinguir las señales que indican que una crisis de este tipo está sucediendo.
Actualmente, la atención temprana a los primeros episodios psicóticos, que incluye el desarrollo de la sensibilización y la divulgación de este conocimiento básico entre adultos y jóvenes para detectar los casos de crisis no tiene apenas recorrido, aunque existen algunos servicios especializados, como la Unidad de Atención Temprana que Fundación Manantial puso en marcha en Alcalá de Henares en el año 2014, en colaboración con el Servicio Madrileño de Salud.
Es objetivo de estas unidades demostrar la necesidad de atender a las personas que atraviesan estas primeras experiencias psicóticas y a sus familias, con el fin de desviar el camino que conduce a un trastorno mental grave de larga evolución, con las consecuencias discapacitantes que pueda conllevar en la vida de quienes los padecen y a su entorno.

P: ¿A pesar de los pocos recursos, cuáles son lo que existen para estas personas?   |   R: En nuestro país, hay algunas experiencias puntuales de programas de atención temprana, algunas de ellas con un recorrido más prolongado, como es el caso de comunidades como Cantabria o Andalucía. Pero servicios especializados solo los hay concertados en Cataluña, y desde hace poco en la Comunidad Valenciana y Navarra. En la Comunidad de Madrid existen algunos programas puntuales en algunos hospitales, como el Gregorio Marañón.
Pero en España los profesionales de salud mental no disponen del tiempo necesario para acompañar el sufrimiento particular de estas personas y sus familias, ni de herramientas terapéuticas más allá del tratamiento psicofarmacológico y los ingresos psiquiátricos cuando la situación es muy grave. Y estos recursos no son los ideales para una persona que por primera vez se encuentra en una situación de crisis que le genera tanto miedo, desconfianza, confusión y vergüenza. Generalmente, esta forma de tratar las primeras experiencias psicóticas resulta traumática y, como consecuencia, genera rechazo hacia los profesionales que deberían estar cerca para ofrecer su ayuda en los momentos críticos.

P: ¿Una vez el joven consigue entrar en una de estas unidades o acude a un especialista privado, cómo sería el tratamiento?   |   R: Hay diversas formas de ofrecer tratamiento dentro del marco de la Atención Temprana a los primeros episodios psicóticos. Tradicionalmente en Occidente se atiende en primera instancia a través del uso de psicofármacos y si la experiencia psicótica persiste o se repite con actividades terapéuticas de tipo psicosocial. Nosotros preferimos inspirarnos en el marco de Diálogo Abierto proveniente de Finlandia, en el que se da prioridad a la terapia psicosocial en la que participan las familias, tratando de emplear la medicación en las menores dosis posibles. Además, lo más importante es que la persona pueda pensar porque le vas a ayudar a salir de la crisis y va a poder retomar su proyecto de vida.

P: ¿Entonces el tratamiento también incluye a la familia, cuál sería su trabajo en este proceso terapéutico?  |  R: Hay que entender que cuando se trata de una experiencia psicótica la situación de crisis es compartida por todas las personas que conviven juntas. Su participación nos puede ayudar a comprender las circunstancias que han precipitado la crisis, además de que la red de apoyo es fundamental para que la persona se sienta entendida, pueda pensar en lo que necesita en esos momentos y le apoyen con su intervención en los periodos críticos.

P: ¿Estos jóvenes se llegan a recuperar?  |  R: Querría dejar claro que la recuperación total es posible, que muchos de los jóvenes que se enfrentan a estas experiencias salen reforzados y más maduros sin que se vuelvan a repetir estos episodios. Si la atención temprana no se recibe desde el principio, sabemos por los estudios y por experiencia propia que las repeticiones continuadas de las crisis desembocan en un diagnóstico de trastorno mental grave difícil de revertir.
Además, convivir de forma continuada en esta situación de crisis deriva en otros problemas de salud mental, tales como el riesgo de suicidio, depresión, ansiedad y consumo de tóxicos que afectan tanto a las personas que viven la experiencia psicótica como a sus familiares.

Los cinco primeros años conforman una etapa fundamental para la recuperación. Sabemos que aseguran un futuro mejor si el tratamiento es el adecuado, aunque, reitero, el sistema de salud mental habitual en España no cuenta con recursos para ello. Y obliga a las familias a acudir a centros privados y concertados. Eso sí, como nosotros, están preparados para atenderlos.

¿Acepto lo que hoy me toca vivir?


MARIJOSE CÉSAR  |  La Vanguardia  |  29/10/2017

La intensidad del sufrimiento depende del grado de resistencia al momento presente. Echart Tolle
 Michel Foucault decía “No me pregunten quién soy, ni me pidan que siga siendo el mismo.” Y es que hoy por hoy encuentro mucha sabiduría en él “No  me pidan que siga siendo el mismo.”  Pues estamos en constante cambio en constante  aprendizaje, y eso es la vida.
 Definitivamente hoy me toca vivir tal  vez alguna situación o experiencia de aprendizaje que me genera frustración o enojo, pero sin duda, viene a enseñarme algo y contribuye a mi evolución como persona. 
Un factor clave para vivir con paz ante cualquier situación, es comprender desde la razón y consciencia, que sea como sea el momento presente, hay que aceptarlo.
El verdadero secreto para la salud mental, física y emocional, radica en vivir el presente sabiamente, sin quedarnos en el pasado o anticipar los problemas del futuro. La realidad es que aunque sepamos a ciencia cierta que el presente es lo único que tenemos seguro, no sabemos estar en él. Somos expertos en tapar o evadir las emociones que nos generan incertidumbre o incomodidad. Pero cierto es también que para vivir a consciencia el gozo o dolor que se me atraviesa, sólo puedo hacerlo, si desarrollo la habilidad de “estar” y “sentirme” en el aquí y ahora y me permito sentir y reconocer todo lo que conlleva este suceso y las emo- ciones latentes.
¿Por qué hablo de esto? Porque ciertamente hay etapas en la vida unas veces más pesadas que otras. No quisiera radicalizar ni hacer menos ninguna, pero una dificultad laboral económica, la enfermedad de algún padre, madre, hijo o la separación -desprendimiento -duelo de un ser querido, requieren de un movimiento fuerte: mayor esfuerzo, cuidados, tiempo y dedicación.
¿Cuál es la etapa que estás viviendo en estos momentos? Pudiera ser un duelo difícil un pico en el ámbito laboral que te obliga a sacrificar tiempo propio y con la familiaestudiar alguna carrera o maestría, cuidar y mantener una familia o estar pendiente de ti y tu propia vida. Sea lo que te toque vivir, recuerda que sólo tú puedes vivir y atravesar esta experiencia porque Dios la ha destinado para ti, para pulir el diamante que eres y transmitir esa enseñanza a otros. Nada es casualidad, todo es perfecto, pues es el plan de Dios para ti.
Solemos vivir pensando o deseando que suceda “eso que no tenemos”, ese cambio de puesto, viaje o vacaciones, ya salir de la oficina o dejar de trabajar, que los hijos crezcan, cambiarnos a otra casa, tener tiempo para hacer ejercicio, casarnos, etc. Imaginamos nuestra vida en otro momento o situación. Está bien aspirar y definir motivaciones para luchar con más fuerza, pero sin dejar que las dificultades y contra- riedades del día nos hagan evadir el presente y estar en constante queja por no tener “eso” o no haber logrado “tal proyecto”.
Marianne Williamson decía que no sanamos nuestro pasado quedándonos en él, lo hacemos viviendo al máximo el presente. Pero, ¿qué tanto estamos en él? Tal vez nos encontramos en un momento difícil, tal vez el más difícil de nuestras vidas, pudiera ser doloroso, lo cual es normal y natural, pero hay que tomarlo para sanarlo. Para vivir al máximo hay que vivir esas emociones y permitirnos experimentar esa etapa con todas las fuerzas del alma.
Pregúntate lo siguiente...
¿Qué te está costando de este momento?
¿Qué aprendizaje puedes sacar de esta situación a la que te resistes?
¿Qué bendiciones estás viviendo hoy?
¿Qué está en tus manos aceptar para tener más paz en esta etapa?
¿Cómo pudieras vivir más pleno tu presente?
¿Qué actitudes reflejas a tu alrededor?
¿De qué te quejas constantemente?
¿Cuál es la etapa que más te ha costado en tu vida? ¿Aún la cargas?
La única forma de crecer y saber si estamos tomando nuestro presente es reflexionando sobre nuestros pen- samientos y acciones. Hoy decídete a soltar ese pasado y elije desde tu corazón vivir tu presente y lo que conlleva.
“Yo elijo vivir en el ahora. Cuando mi mente viaja a mi pasado o a la incertidumbre del futuro, atraigo con amor a mi mente mi presente. En el ahora estoy y me siento vivo, y es aquí cuando experimento mi vida a conciencia.
Abrazo toda situación que hoy me toca vivir, y me permito mirar a conciencia lo que tengo que aprender, lo que tengo que soltar, en lo que tengo que fluir. Dejo que esta experiencia me nutra y la acepto como parte de mi historia; y así es.”