C.S. MACÍAS | La Razón | 02/11/2021
Psiquiatra y autora del libro “Encuentra tu persona vitamina” (Planeta) asegura que una persona puede estar deprimida y no ser consciente de ello y que con la pandemia se ha terminado el “estigma” que había sobre la salud mental,
Cuando era niña, acompañó a su madre, a la Bolsa, donde trabajaba y ella, en vez de interesarse por los electrocardiogramas bursátiles le preguntó a un señor: “¿Está triste?, ¿le pasa algo?” Su padre, Rojas Marco, le inculcó que la psiquiatría era una rama de la amistad; “el cuarto de máquinas” donde ayudar en lo que no funciona e intentar sacar el máximo partido a una vida.
En “Encuentra tu persona vitamina” (Planeta),
uno de los libros más vendidos, trata de familiarizarnos con el cortisol y la oxitocina y divulgar lo que atañe a la neurociencia. “En
el siglo XXI no puede ser que no haya más conciencia de lo que a uno le pasa.
Por definición, el ser
humano está expuesto a muchísima exigencia y se va a romper”.
Apuesta porque las
emociones y la mente sean una asignatura que se imparta en los colegios. Dice
que bastan 8 segundos de
un abrazo para recargarse de oxitocina y que “muchas crisis de pareja no son tal sino
crisis personales de uno de los dos”.
¿Da
vergüenza admitir que se ha tocado fondo?
La pandemia ha
eliminado el estigma que tenía la salud mental. Antes, hablar de ello daba
vértigo. Sin embargo, si alguien ahora reconoce que está yendo al psiquiatra ya
no se te juzga tan duramente, se entiende que hay algo que te ha podido
suceder.
¿El
exceso de cortisol nos puede llevar a tomar malas decisiones?
Totalmente. Cuando una
persona se intoxica de cortisol, quien toma las riendas de tu mente es la
amígdala, relacionada con el centro del miedo. Y la corteza prefrontal es la
zona que se dedica a darse cuenta de lo que está bien o mal, a profundizar...
Esa zona se desactiva y respondes en base a tus impulsos, a tu esencia, a lo
que eres tú, sin pensar. Son instintos de supervivencia y ahí es donde nace la
agresividad, cosas que no son tan elaboradas mentalmente y por ello nos lleva a
tomar decisiones basadas en impulsos y no en un buen razonamiento.
¿Cómo
sabe uno que está intoxicado de cortisol?
Lo mejor es observar los
síntomas físicos: caída de pelo, te tiembla el párpado, el aparato intestinal
te está cambiando: gases, helico bacter, SIBO; herpes de repetición,
infecciones de repetición, contracturas musculares. A nivel psicológico, lo
primero es irritabilidad. Lo que no te ponía nervioso, ahora sí. El problema
del sueño, descansas peor, fallos de memoria, fallos de atención, problemas de
concentración.... y, a la larga, ataques de ansiedad y depresión. Muchas
depresiones provienen de estados de alerta permanente.
¿Uno
puede estar deprimido sin saberlo?
¡Qué gran pregunta! Uno
puede estar deprimido sin ser consciente de ello. Uno puede estar metido en la
rueda de la vida, como el hámster: te levantas, vas, vienes, las mismas cosas y
no eres consciente que estás completamente apagado emocionalmente. Quizá no es
esa depresión en la que dices: me quiero morir o quitar de en medio, pero es un
estado de tristeza en la que has perdido la ilusión por disfrutar de las cosas,
en la que has dejado de conectar con lo bueno que tiene cada día, en el que
tienes un estado de irritabilidad constante. No eres consciente de todo ello y
piensas que es lo normal
¿Y si el
cortisol está en el trabajo?
Defiendo que no hay
personas tóxicas, si no que nos intoxican y que, por su forma de ser, son
personas que tienden a alterarnos. Y entonces, al alterarnos, activan nuestro
estado de alerta. Lo primero es entender qué efecto produce y, cuando uno lo
tiene diseccionado, hay que intentar saber por qué. No hay una persona que de
repente digas: “me produce cortisol”, sino que algo sucedió. Cuando yo me
comprendo, me siento aliviada y, cuando no me comprendo, soy esclavo de lo que
me va sucediendo, y sufro mucho.
No es tóxica una persona
que ves una vez al año, sino que es alguien muy cercano. En consulta he visto
muchos casos en los que se activan mecanismos de alerta cuando vemos patrones
repetidos de alguien que nos ha hecho sufrir.
¿Una
persona intoxicada de cortisol puede ser vitamina?
Todo el mundo puede ser
vitamina y cortisol para uno y para otros. No somos vitamina para todo el mundo,
ni tampoco cortisol. Hay personas que están intoxicadas de cortisol y, de
repente, conectan con alguien con mucho humor. Aunque, en general la gente que
está intoxicada de cortisol tiende a alejar a las personas de su entorno porque
generas tensión en los que te rodean, aunque no siempre sucede así.
¿Cuándo
sabe una persona que necesita desbloquear un trauma con la técnica del EMDR?
Yo descubrí esta técnica
en Camboya. Una niña a la que habían sacado de un prostíbulo estaba totalmente
bloqueada y no podía hablar, lloraba sin parar, tenía ataques de ansiedad, no
sabía cómo tratarla, me parecía una cosa terrible. Un día, un psicólogo de los
que estaban en la ONG donde yo trabajaba, le iba a hacer una técnica que se
llama EMDR y me dediqué a observar. Con ello, la niña alcanzó un estado de
calma que yo no podía entender. Es algo que se ha utilizado muchísimo en el
11-S, es una de las mejores técnicas para estrés postraumático.
¿En qué
consiste?
Lo que subyace es como si
nosotros tuviéramos un archivo en nuestro cerebro, que es el hipocampo donde
vamos recordando todo lo que nos pasa y, ese hipocampo tiene una conexión
directa con la amígdala que es el centro de gestión emocional. Ahí nace la
ansiedad, la tensión... Si voy un día por París, el hipocampo archiva París y
la amígdala dice París es un sitio agradable. Pero si me atracan, el archivo
París se queda dañado. Lo que hace el EMDR es archivar ese recuerdo para que
deje de generar ese impulso de ansiedad a la amígdala.
¿Queremos
cómo nos quisieron o como vimos que se querían nuestros padres?
Es una mezcla, amamos
como nos amaron y como vimos que se amaban. Hay tres opciones: ¿tendemos a
repetir los patrones de nuestra infancia o nos vamos al campo contrario? Yo
suelo decir que cuando eres pequeño, lo que vives en casa lo asimilas como
conocido y lo conocido como normal. Si en casa la gente no se da un beso al
despedirse, tú asimilas como normal que esa muestra de afecto no existe. Puede
ser que te vayas en sentido contrario por rebote, que te quedes en lo mismo,
porque no eres consciente, que busques sanar esas heridas o te vayas al punto
contrario para no sufrir y alcanzar la mejor relación posible.
¿Qué le
diría al CEO de Tinder?
Le diría que solamente
tres conversaciones a la vez. El cerebro humano siempre piensa que puede haber
otra solución, que puede haber otra posibilidad. Si vas a una tienda y te dicen
que hay 20 pabellones más de ropa y te tienes que quedar con uno, vas cogiendo
uno, luego lo dejas, luego te decides por otro; pero no te decides de forma
particular. Eso genera que haya “ghosting”, que la gente desaparece, no tratas
bien a las personas con las que hablas, que sean relaciones de usar y tirar...
Además, me parece que a mucha gente le merma la autoestima.
Desde el
punto de vista científico, ¿se ha planteado cuál es el sentido de la vida?
Claro, de hecho creo que
la felicidad depende del sentido que le damos cada uno a la vida. Los japoneses
lo denominan “ikigai” que es ese sentido vital. Cuando tu vida no tiene un
sentido, sustituyes el sentido de la vida por sensaciones: masajes, alcohol,
redes sociales, sexualidad, videojuegos... Cosas que no tiene por qué ser malas
pero que te pueden hacer mucho daño cuando sustituyen el verdadero sentido de
tu vida y yo recomiendo mucho a las personas que lo busquen el para qué estoy
aquí. Sin sentido, estamos desorientados y somos esclavos de impulsos y
sensaciones.
¿Cuál es
el suyo?
Mi sentido de la vida es
querer a los demás. Yo quiero muchísimo a mi familia, un poco
desproporcionadamente, quizá. Intento entregarme a todas las personas de mi
entorno de la mejor manera posible, miro la vida desde un punto de vista 3D o
4D. Hay que alcanzarlo con equilibrio interior y, para encontrar un sentido por
la vida, hay que parar.
La soledad, el problema del S. XXI
Después
de la pandemia, ¿la soledad ha sido un gran problema?
Fuera del virus, será la
gran pandemia del s.XXI. Antes asimilábamos soledad con gente mayor, viuda, en
residencias... Pero a día de hoy, la soledad está presente en todos los
estratos de la sociedad: ricos y pobres, jóvenes, mayores. De hecho, el gran
pico de soledad está en los jóvenes y buscan chispazos de dopamina. Las redes
son esos chispazos emocionales. El dolor social, de sentirse solo o humillado
duele en el mismo sitio que el dolor físico: en la corteza cingular del cerebro
y esto se entiende y hace darse cuenta que el dolor social o la soledad puede
enfermar y está súper estudiado para algunas enfermedades inflamativas porque
la persona que se siente sola está en alerta y no disfruta de la vida.
Todos
los políticos hablan de la salud mental. ¿Se han dado cuenta ahora?
Los psiquiatras y
psicólogos llevaban mucho tiempo alertando del problema tan importante que
existe hoy en día. Creo que muchos hoy en día de ellos han sufrido algo en su
familia tanto personal o familiarmente y se han dado cuenta de que es un
problema muy serio del que hay que buscar prevención, tratamientos y recursos.
”Encuentra tu persona vitamina...” ¿Cuáles ha encontrado en el restaurante Pai Pai?
Fer, el chef del restaurante, es lo más. Le conocí porque
fui un día a comer, empecé a buscar restaurantes, me dijeron que no había mesa,
pero me buscaron una. Me gustó tanto, que volví al día siguiente con mi suegra.
Y luego con un amigo mago una semana después. Me parece que el chef es un tío
excepcional, un luchador nato.