EVA RODRÍGUEZ | serpadres.es | 27/03/2024
Con la obra de Saint-Exupéry los más pequeños (y los
adultos) pueden aprender que hay emociones como la rabia y el enfado que,
aunque resulten desagradables, son también válidas y necesarias.
De El Principito se
pueden extraer infinitas lecciones de vida y aprendizajes. La archiconocida
obra de Antoine de Saint-Exupéry es perfecta para que los
niños aprendan, entre otras muchas cosas, a reconocer sus emociones y a
sentirlas y reaccionar ante ellas de la mejor forma posible.
Así, puedes compartir el
relato con tus hijos para ayudarles a comprender emociones como la alegría, el
amor, el placer de disfrutar de las cosas bellas, pero también aquellas
que no resultan tan agradables como, por ejemplo, el enfado. Unas y otras son
todas válidas y necesarias.
Como explican los
psicólogos, el enfado, al igual que el resto de las emociones, es un
sentimiento totalmente válido y si nuestros hijos se enfadan lo primero que
tenemos que hacer los padres es aceptarlo.
Una vez reconocida la
emoción, lo que los expertos recomiendan a los padres es enseñar a los
niños a manejar la reacción que se produce después del enfado: “Lo que hay que
enseñar a nuestros hijos es a cambiar su comportamiento después de enfadarse si
por ejemplo pega, insulta, rompe cosas… Puede y tiene todo el derecho a estar
enfadado. Lo que no puede es pegar o realizar cualquier otro tipo de conducta
negativa”, explica Julia DiGangi, neuropsicóloga de la
Universidad de Harvard.
En este sentido, El Principito puede ayudarte a enseñarle a
tu hijo el significado de una emoción como el enfado lo que, seguramente,
resultará muy positivo para la próxima vez que se enfade o sienta rabia.
De entre las múltiples
versiones y ediciones que existen de la obra de Saint-Exupéry, hay una que
puede resultar muy práctica para este objetivo pues utiliza el Principito como
base para explicar a los más pequeños todas y cada una de las emociones. Se
trata de El Principito. Tu libro de emociones.
En lo que se refiere al
enfado y la rabia, así lo explica Corinne Delporte en ese
libro y así se lo puedes explicar tú a tu hijo o hija: “La rabia es una emoción
desagradable. Cuando sientes rabia, es difícil mantener la calma. Tienes ganas
de gritar y quizá te cueste controlarte. La rabia puede hacer que te quemen las
mejillas y que te sientas como un volcán a punto de entrar en erupción”.
Las mejores frases de El Principito para que los niños comprendan sus
enfados
A lo largo del relato el pequeño personaje siente rabia y
enfado. Se pueden utilizar estos pasajes para reflexionar junto a los niños
sobre los momentos en los que como El Principito ellos también se han sentido
así de enfadados.
·
¡Conozco un planeta donde hay un Señor
rubicundo. Nunca olió una flor. Nunca miró una estrella. Nunca amó a nadie.
Nunca hizo nada más que cuentas. Y todo el día repite como tú: "¡Soy un
hombre serio! ¡Soy un hombre serio !" y eso lo infla de orgullo. Pero no
es un hombre, es un hongo
·
¡Hablas como los adultos! ¡Confundes
todo! ¡Mezclas todo!
·
Hay semillas buenas y semillas malas.
(…) Si se trata de una planta mala, hay que arrancar la planta en cuanto se la
pueda reconocer.
·
¡No! ¡No! ¡No quiero un elefante dentro
de una boa! ¡Necesito un cordero! ¡Dibújame un cordero!
·
La flor lo atormentó bien pronto con su
vanidad un poco sombría.
·
El Principito soltó una magnífica
carcajada que me irritó mucho. Deseo que se tomen en serio mis desgracias.
·
Debí haberla juzgado por sus actos y no
por sus palabras. Me perfumaba y me iluminaba. ¡No debí haber huido jamás!
·
Eres el dueño de tu vida y de tus
emociones. Nunca lo olvides.
·
Cuando uno está verdaderamente triste
son agradables las puestas de sol.
·
Si juzgas a la gente, no tienes tiempo
de amarla.
·
Es una locura odiar a todas las rosas
sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños solo porque uno de
ellos no se cumplió.
·
Debí haber adivinado su ternura, detrás
de sus posibles astucias. ¡Las flores pueden ser tan contradictorias! Pero yo
era demasiado joven para amarla.
Por último, para alejar
la rabia, como el zorro del relato, Corinne Delporte aconseja a los más
pequeños el siguiente ejercicio de respiración: Tumbarse de espaldas, cerrar
los ojos e inhalar profundamente, de modo que el aire llene el estómago. Luego
hay que sacarlo por la boca como si se estuviera soplando y así se puede ir
alejando la rabia.