PSICOLOGÍA - SALUD
Qué hay que hacer para cumplir tus
propósitos y acabar las tareas pendientes
NATALIA MARTÍN CANTERO | El País |
19/04/2015
¿Por
qué la mayoría de las personas que hacen dieta recuperan el peso, con creces,
pasado el tiempo? ¿Cómo dejar de procrastinar? ¿Por qué es tan importante
mantener buenos hábitos y tan difícil deshacerse de los malos? “Cambiar nuestros
hábitos nos permite alterar nuestro destino”, dice Gretchen
Rubin. La autora del exitoso Objetivo felicidad la emprende
ahora con los hábitos, ya que “conforman la arquitectura invisible de la vida
cotidiana”.
¿No
está exagerando un poquito? “Las investigaciones sugieren que el 40 por ciento
de nuestra vida cotidiana está gobernada por hábitos”. “Si los hábitos te
funcionan, es más probable que seas feliz y productivo. Si te fijas únicamente
en lo relacionado con la salud, verás que muchos hábitos que conducen a la
enfermedad (o, en última instancia, la muerte) están relacionados con cómo
comemos, bebemos, etc. Así que creo que son un gran elemento en nuestro
futuro”. En su nuevo libro Better Than Before (Mejor que
antes), Rubin sostiene que los hábitos nos libran de la tortura de tener que
tomar decisiones a cada momento, algo muy útil en este mundo plagado de
encrucijadas. “Los hábitos eliminan la necesidad de autocontrol”, indica.
Ya
nos gustaría a algunos, pero no hay una fórmula mágica apropiada para todo el
mundo. “Cómo formes tus hábitos varía mucho dependiendo de tu personalidad”,
apunta Rubin. “Si eres una persona diurna o nocturna, si te va más la
simplicidad o la abundancia, el maratón o el sprint”. “Me llevó tiempo entender
que hay gente que no es capaz de formar un hábito que le gustaría tener. ¿Por
qué? Porque es contradictorio con su verdadera identidad. Tienes que conocerte
bien y trabajar a partir de ahí. Para empezar, puedes hacer el test (sólo en inglés) en el que
Rubin clasifica a las personas en cuatro grandes grupos en función de cómo reaccionan
ante los hábitos:
1. Mantenedores. Son
aquellos que están siempre listos para responder a las expectativas. Cuando se
levantan por la mañana piensan: ¿qué tengo en mi lista de asuntos para resolver
hoy?
2. Inquisidores o preguntones. Ponen en tela de juicio todas las
expectativas y cumplirán con ellas solo si creen que están suficientemente
justificadas. Cuando se levantan por la mañana se preguntan: ¿qué necesito
hacer hoy, y por qué?
3. Complacientes.
Responden rápidamente a las expectativas que vienen de fuera, pero tienen más
dificultades en cumplir con las expectativas internas. Cuando se levantan
piensan: ¿qué debo hacer hoy?
4. Rebeldes.
Se empeñan en resistirse a todas las expectativas. Rechazan cualquier forma de
control y disfrutan saltándose las reglas. Cuando se levantan por la mañana se
preguntan: ¿qué quiero hacer hoy?.
El
trabajo de conocerse a uno mismo es extraordinariamente difícil, reconoce la
autora, y dura toda la vida. Pero no hay otro remedio. Lo que no cambia tanto,
sostiene Rubin, son los pilares en que se apoyan los buenos hábitos, que vienen
a ser los cuatro siguientes:
1. Monitorizar. La
monitorización (de lo que comemos, el ejercicio que hacemos y la cantidad de
horas que vemos la televisión, por ejemplo) conlleva más conciencia, y la
conciencia permite el control y reduce el autoengaño, frecuente con la comida y
el deporte.
2. Sentar las bases. Con frecuencia comenzamos la casa por el tejado.
Los aspectos básicos que sientan las bases de una vida mejor son, de acuerdo
con Rubin: el sueño; el ejercicio; la alimentación saludable y, en cuarto
lugar, el orden. A partir de ahí llega todo lo demás.
3. Planificar. La
planificación automatiza las actividades, lo que contribuye a solidificar los
hábitos (a menos que seas un rebelde, en cuyo caso la planificación no es lo
tuyo).
4. Tomar responsabilidad. Para que sea efectiva, la
planificación ha de estar acompañada de un cierto control. No basta con colocar
en nuestra agenda “levantarse pronto y salir a correr”. También hay que
cumplirlo.
Rubin,
que se convierte en sujeto de pruebas para escribir sus libros, recopila un
sinfín de trampas que, quien más quien menos, utiliza para echar al traste un
buen hábito. Entre ellos se encuentra “alcanzar la meta “Una razón poderosa y,
a primera vista, ilógica”, apunta Rubin, “es que muchas veces tenemos un objetivo
y esto es precisamente lo que puede estropearlo. Una vez que llego al peso
ideal, ya he alcanzado mi objetivo. Entonces volvemos a comer normalmente, y
engordamos. Se trata de cambiar para siempre, indefinidamente". A veces
hay que abstenerse para siempre de algo.
“Sólo
se vive una vez”, "esto no cuenta”; "estoy de vacaciones”; “para eso
están los fines de semana”. Una excusa casi tan utilizada como la llamada
“trampa de la licencia moral”, por la que justificamos las cervecitas y la
pizza después del gimnasio.
Tampoco hay que
fustigarse. Somos humanos. (¿Serán estas vulgares excusas también?). Resumamos
la cuestión con las palabras de William James (1842), probablemente el
psicólogo más citado de todos los tiempos: “El principal descubrimiento de mi
generación es que los seres humanos pueden alterar sus vidas modificando las
actitudes de la mente”.