ALEJANDRO VERA | grullapsicologiaynutricion.com | 07/11/2020
Ana sufre
un trastorno de ansiedad social. Todo comenzó en la
adolescencia cuando sentía que en clase el miedo la paralizaba. Sentía
auténtico pavor cuando sus profesores le hacían alguna pregunta. Tenía miedo a
quedar en ridículo delante de sus compañeros.
Este hecho
no solo tenía lugar en el ámbito académico. En su día a día Ana comenzó a
evitar salir con sus amigos. Intentó no darle mayor importancia. La gente creía
que simplemente se trataba de una chica muy tímida. Con el paso del tiempo fue
interiorizando y normalizando sus conductas de evitación sin ser consciente de
la fobia a la gente que había desarrollado.
En este artículo vamos a hablar a ver algunos consejos para la fobia social.
¿Qué es la ansiedad social?
Según el
DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), el trastorno
de ansiedad social (o fobia social) es “el miedo o ansiedad intensa
en una o más situaciones sociales en las que el individuo está expuesto al
posible examen por parte de otras personas”.
Sin embargo, también podemos hablar simplemente de ansiedad social como un síntoma común a muchos otros trastornos psicológicos referentes a la salud mental.
¿En qué consiste la fobia social?
Cuando hablamos de fobia social nos referimos al miedo intenso que se sufre
ante las interacciones sociales. Aunque algunas personas lo confunden con
la timidez, se trata de un tipo muy común de trastorno de ansiedad. Es
sumamente incapacitante ya que interfiere en el día a día de las personas que
lo padecen.
La ansiedad es
uno de los principales males del siglo XXI. Se estima que en torno a un 40% de
población sufre algún trastorno relacionado con la ansiedad. Además parece que
alrededor de un 3% de la población sufre ansiedad social y alrededor de un 30%
le produce miedo hablar en público.
El trastorno de fobia social es un trastorno que puede llegar a ser bastante incapacitante y que se encuentra estigmatizado en nuestra sociedad.
La fobia a la gente
Este tipo de “fobia a la gente” se suele desarrollar en el periodo de la adolescencia. Las experiencias traumáticas sufridas en la juventud o una sobreprotección de los padres son dos de las causas que pueden provocar este tipo de ansiedad.
¿Tengo un trastorno de ansiedad social?
Sigamos con el ejemplo de Ana para comprenderlo mejor y poder responder a
la pregunta sobre si tengo ansiedad social.
Conforme
Ana fue cumpliendo años se dio cuenta de que la situación lejos de mejorar,
empeoraba. Le costaba mucho esfuerzo enfrentarse a
situaciones como hablar con su jefe, conocer gente nueva o incluso salir con
sus amigos de toda la vida.
Nada de
ella le gustaba y siempre recreaba en su mente situaciones en las que
anteriormente había hecho el ridículo o había pasado vergüenza.
Estaba totalmente segura de que volvería a pasar. Se pondría roja y no sería
capaz de articular palabra. Intentaría evitarlo y se pondría a sudar y estaría
aún más nerviosa. Eso con sus amigos.
Lo de
hablar con su jefe para decirle que la semana que viene tiene médico y necesita
el día libre, ¡ni pensarlo! ¿Qué podría pensar de ella? Por ello
intentaba evitar por todos los medios este tipo de
situaciones.
Síntomas de ansiedad social
La fobia o
ansiedad social se compone de síntomas físicos (taquicardias,
temblores, sudoración, enrojecimiento, pérdida de control,…) y
síntomas cognitivos (ansiedad anticipatoria, baja autoestima,
pensamientos negativos, evitación de situaciones, preocupaciones no
fundamentadas, miedo irracional, nerviosismo…). Pero de todos si por algo se
caracteriza la fobia social es por el miedo a
ser juzgados.
La fobia a sudar
Un caso muy
concreto de trastornos de ansiedad social, es la que se genera por la fobia
a sudar. Algunas personas, por motivos hormonales, tienden a sudar mucho y
temen que esto se note.
La
paradoja, es que cuanto más intentan controlarlo y que no se note, más
nerviosos se ponen y más sudan.
¿Existe un síndrome de ansiedad social?
Pues no cómo tal, más que síndrome hablamos de un trastorno psicológico. Sin embargo, este también puede ser un síntoma común a varios cuadros psicológicos, como ocurre en lo que conocemos como Síndrome del Impostor.
Ejemplos de ansiedad social
Existen
cantidad de situaciones cotidianas donde podemos ver ejemplos de este
“síndrome” o trastorno de ansiedad social. Lo más frecuente es que ocurra
en relaciones en grupo. La razón de esto tiene que ver con el control, es más
complicado ser capaz de analizar las reacciones de una multitud de gente.
También
porque las relaciones en grupo son menos personales y de alguna manera
conllevan hacerse notar, algo que a la persona con ansiedad social le cuesta
mucho.
Sin
embargo, cuando el trastorno de ansiedad social ha cicatrizado más fuerte, el
simple hecho de tener que entrar a un establecimiento y pedir un producto puede
generar ansiedad.
Tratamiento de la fobia social
El primer
paso para superar la ansiedad social es aceptar que tenemos un problema
y dar el paso de pedir ayuda. Acudir a un psicólogo (clínico
o sanitario) especializado en trastornos de ansiedad y llevar a cabo un tratamiento
cognitivo-conductual es primordial para conseguir tener una mejor
calidad de vida.
Y te
preguntarás… “Si tengo ansiedad social y mi principal temor es sentirme
juzgado, ¿cómo demonios voy a acudir a un psicólogo?”.
¿Cómo superar la ansiedad social?
Un
psicólogo especializado está preparado para enfrentarse a este tipo de
situaciones y en ningún momento te juzgará. Todo lo contrario. Te ayudará a lo
largo del proceso para que de manera paulatina puedas ir
enfrentándote a las situaciones que temes. Siempre de manera gradual y
siendo tú la persona que controle los ritmos de las sesiones.
A través de
métodos como la exposición a las situaciones temidas y
el aprendizaje de habilidades sociales se comienzan a observar
mejorías. De suma importancia son las técnicas de tipo cognitivo como la reestructuración
de pensamientos, la resolución de problemas, la inoculación
del estrés o la adquisición de técnicas de respiración y
relajación.
No obstante
y ante las dificultades de acudir a un psicólogo de manera presencial existe la
opción de acudir a terapia de manera online. Quizás de esa manera
sea más sencillo en un primer momento dar el paso de recibir ayuda.
¿Cómo superar la fobia social sin psicólogo?
Algunas
veces, la fobia social ocupa un periodo de nuestras vidas porque nos sentimos
inseguros o porque aún no hemos madurado del todo, sin embargo, tan importante
es salir de la fobia social, como lo que hemos aprendido a hacer para poder
acabar con ella.
¿Es posible superar la fobia sin ir al psicólogo? Pues quizás
lo sea, pero yo me plantearía si evitar ir no es parte del problema de la misma
fobia. Considero que en este tipo de casos, el mero hecho de acudir a terapia,
ya es muy terapéutico.
Consejos para superar la fobia social
Una vez
reconocido el problema es adecuado buscar el apoyo de las personas más
cercanas. Hablar de lo que ocurre, temores y dificultades,
es positivo para fomentar el desahogo emocional. Por supuesto, sin
prisa pero sin pausa. Sin agobios y a tu ritmo.
Si hablar
con los más allegados cuesta algo de esfuerzo otra opción para liberarnos
es escribir un diario. El objetivo es sacar todo aquello que nos
causa malestar y nos impide ser nosotros mismos. De esta manera podemos apuntar
los pequeños avances que vamos consiguiendo y reforzarnos por cada pequeño paso
que vamos dando. ¡Premia tus esfuerzos!
Quien sufre
ansiedad social cree que la evitación es la solución y al revés, esto
contribuye a reforzar el miedo social. Nada más lejos de la
realidad. Los problemas se solucionan cuando nos enfrentamos a ellos.
Busca
alguna actividad que te guste que implique estar con gente (por ejemplo,
bailar, hacer algún tipo de deporte o formar parte de un grupo de lectura).
Cuando comiences a enfrentarte a las situaciones que te generan malestar, irás
ganando confianza poco a poco.
Recuerda lo
que dijo Kurt Goldstein: “El temor agudiza los sentidos. La ansiedad los
paraliza”.
¿Cómo superar el miedo a la gente?
En cierto
modo se trata de relativizar y darnos cuenta que no podemos ser perfectos.
Aprender a ser vulnerables supone aprender a entregarse y que si nos hacen
daño, podamos comunicarlo o digerirlo de manera madura.
Superar el miedo a la gente implica poder aceptar la crítica y
aprender a expresar lo que sentimos sin tratar de ser perfectos.