LAURA
RODRIGÁÑEZ |
Telva | 17/12/2023
Junto a su hermana
Ana, Rosa Molina llegó al término "red-siliencia". Ambas
entienden que la capacidad de rehacernos se da en un contexto concreto, es
decir, que no podemos aislar lo que nos sucede y cómo lo afrontamos de lo que
nos rodea en ese momento, tanto a nivel interno como externo. "A menudo se
habla de resiliencia y autoestima sin más, lo que deja en manos del individuo aislado la
responsabilidad de cuanto le acontece cuando, en realidad, deberíamos hablar de
red-siliencia", escribe la psiquiatra en su nuevo
libro Tus microtraumas. Cómo identificar tus heridas emocionales para
que tu pasado no condicione el futuro (Paidós).
Escribir este libro le ha costado más que Una mente con mucho cuerpo. Dar forma a una guía de conceptos de salud mental que ayude a averiguar lo que está
pasando dentro de uno mismo termina removiendo, también a una psiquiatra
experimentada como Rosa Molina. "Es tema muy delicado, muy sensible, de vivencias muy
individuales. Un campo lleno de matices donde lo que es traumático para uno
puede no serlo para otro", comenta durante la entrevista a propósito
de Tus microtraumas, un espacio en el que se da una
importancia primordial al contexto y a lo colectivo.
El pasado, ¿pasado está?
Yo creo que lo mejor no es dejarlo
atrás, ni taparlo, ni suprimirlo. El objetivo del libro es volver a ocupar el
asiento del conductor de nuestra vida, recuperar el control y la autonomía tras
haber experimentado experiencias que nos han desbordado entendiendo lo que nos
ha pasado. De lo contrario, esos traumas que tapamos y ocultamos sobre los que
no tenemos control, terminan manifestándose nuestro día a día. A veces ni
siquiera los tenemos en cuenta y esos traumas que no somos capaces de detectar
nos va contrayendo, nos restringe y nos limita.
¿Qué riesgos tiene volver al pasado?
Si lo hacemos de manera inadecuada,
simplemente involucrando lo negativo y sin una finalidad, puede tener riesgos
de retraumatizar. Volver al pasado de una manera compulsiva sin intención
ninguna de de actuar activamente sobre lo que ha pasado es arriesgado. Hay que
hacerlo de manera coherente, de manera que se pueda entender y poner en
palabras, porque al ponerlo en palabras se delimita y se puede avanzar. De lo
contrario, nos quedamos en la lucha y la frustración. Rememorar por rememorar
no recupera.
¿Eso significa que tenemos que aceptar
cualquier suceso que nos ocurra?
No hay que banalizar la palabra
aceptar, porque no es en el sentido de aceptar cualquier cosa. No es
"acepto que me hicieron este daño", sino aceptar en el sentido de
entender lo sucedido, no de estar de acuerdo con lo sucedido. O sea, no
quedarnos resignados y permanecer en ese estado de malestar, aceptar para poder
avanzar, aceptar para entender y para poder tomar medidas adecuadas para pedir
ayuda, para dar pasos hacia adelante, con un propósito de cambio, que es
distinto que resignarse.
Desde tu experiencia como psiquiatra,
¿Qué microtraumas son más recurrentes?
Divorcios, infidelidades, procesos de
adopción o de migración... Pero quizás el que más me llama la atención son las
situaciones de acoso escolar y laboral. Creo que sobre todo el bullying, en una
etapa tan clave como es la infancia y la adolescencia, donde la esencia es ir
desarrollando la identidad y de repente hay rechazo del grupo, se produce una
herida muy profunda y difícil de aceptar. Evolutivamente hablando se ha visto
que una herida por acoso escolar, cuando te sientes rechazado, activa las
mismas regiones cerebrales que cuando nos hacen daño físico. Es decir, que
nuestro cerebro está cableado de tal manera que el rechazo provoca dolor. No
hay nada más traumático que otro ser humano, porque el hecho de que se
involucren otras personas es lo que más daño hace.
¿Tienen más peso lo que nos sucede en
la infancia?
Lo que nos sucede en etapas tempranas
es que como nuestro cerebro está en desarrollo, nos marca una fractura en
nuestra historia vital. A los 40 , si tienes una experiencia traumática provoca
una fractura en la psique. En la infancia no solo marca sino que configura el
cerebro que se está desarrollando. Por tanto, configura como interpretar el
mundo. También es verdad que hay muchos otros actores que pueden aparecer en la
vida y pueden ayudar a reparar. No todo niño que ha sufrido trauma a los 3 años
está condenado a vivir una vida insatisfactoria.
¿Cuál es el actor más influyente en la
recuperación del individuo?
Es clave (y lo reivindico en el libro)
no hablar tanto de resiliencia como si de red-silencia, porque en el fondo no
somos resilientes solo a título individual, es que nuestra resiliencia, nuestra
capacidad para superar la adversidad y para afrontar situaciones difíciles
también depende de quién tengamos a nuestro lado. Es decir, tener un buen apoyo
familiar, una buena red, una comunidad que dé soporte y ayude va a ser
determinante en el proceso de recuperación. Imagina una joven que le cuenta a
sus padres una experiencia traumática y en vez de validar y entender le dicen
que eso es mentira y es una niñata, es doblemente traumatizante.
¿Y si no conseguimos sanar nuestras
heridas?
No necesariamente vamos a tener un mal
vivir, pero quizás sí una vida más restringida. Creo que es necesario
identificar las emociones con palabras, nos permite delimitarlas y nos hace
sentirnos más empoderados. La idea no es remover ni sacar todo lo que hay
debajo de la alfombra, sino simplemente ir adquiriendo un lenguaje más amplio
emocionalmente porque al poner palabras entendemos por qué nos comportamos de
una manera.