OPINIÓN | Enfermedades
mentales | Esquizofrenia
La figura del matemático será
imprescindible por lo que simboliza para las personas que conocen su lucha
contra la enfermedad.
[Víctor Sánchez
Abenia, el firmante de este artículo, es un estudiante polifacético que asistió
al último Taller de Entrevistas de la Escuela
de Periodismo UAM/El País en la segunda semana de mayo.
Uno de los ejercicios del citado taller era la realización de entrevistas entre
alumnos; Víctor se ofreció a hacer de entrevistado y escogió personificar en el
estrado al famoso matemático John Nash, cuya mente prodigiosa fue
objeto de un libro que luego fue una muy conocida película. Demostró, ante las
preguntas de la compañera que lo entrevistó, un conocimiento impresionante del
matemático, su ídolo. Nash
murió el domingo en Estados Unidos, víctima de un fatal accidente de
circulación. Aquella entrevista en la que Víctor hizo de Nash es inolvidable
para los que la escuchamos. Por eso le pedimos ayer al joven estudiante que
escribiera un texto explicando por qué le parecía fascinante la personalidad de
su admirado Nash, cuya enfermedad mental dijo compartir.
Víctor Sánchez
estudia FP en Cocina y Gastronomía, ha realizado el servicio de voluntariado
europeo en Francia, ha comenzado el grado en Filosofía, Política y Economía y
tiene otros proyectos para su formación; tiene una discapacidad del 33%.- JUAN
CRUZ]
Estimado
señor John Forbes Nash:
Usted, que
llegó hasta donde nadie antes había atisbado.
Suele decirse
que en la vida hay personas que luchan a ratos y que estos son prescindibles
pero importantes… Que aun siendo prescindibles, son aún más importantes si
luchan mucho tiempo. Otros que luchan toda la vida, —los menos en número, pero
grandes—, son los imprescindibles por su incalculable valor intangible. La
figura de John Forbes Nash, a mi entender, había sido y será una
imprescindible. Lo seguirá siendo por el legado que dejó, por lo que simboliza
para las personas que conocen su lucha contra la enfermedad que padeció toda su
vida, y que le estiman.
Entendámoslo
como lo que es: la esquizofrenia es una de las enfermedades más devastadoras
que existen para el hombre. Y eso si es que esta puede entenderse como tal.
Cuando en una nueva ley se considera delictivo un hecho que en la antigua no se
castigaba, no se puede aplicar teniendo efectos retroactivos. Es decir, un
delincuente no puede ser castigado retroactivamente. Sin embargo, sí hay una
enfermedad o síndrome, que se reproduce en la especie humana entre un 0,85% y
un 1% sobre la población total. Y si entendemos que la naturaleza es sabia…
¿Cómo podría ser que, al igual que una ley no puede juzgar a posteriori de
forma negativa, una enfermedad fuera contra la ley de Darwin? Es posible que la
esquizofrenia o psicosis se pueda llegar a plantear como algo que la ciencia
todavía no ha acertado a denominar, con datos científicos suficientes para
comprenderla del todo.
Por lo que se
sabe la esquizofrenia consiste en un fallo (¿?) químico en el cerebro por el
cual la dopamina, — el líquido que transmite la información entre neurona y
neurona—, se dispara a niveles muy por encima de lo normal. Las ramificaciones
de las neuronas no llegan a tocarse para transmitir los impulsos eléctricos que
llevan la información entre conglomeraciones o circuitos neuronales y necesitan
de la dopamina para transmitir dicha información. Si el nivel de dopamina es
muy alto, la información se produce incluso por encima de lo realmente
cuantificable por los sentidos. Esto es especialmente interesante en el caso de
John Nash. Suele darse la paradoja de que, cuanto mayor sea la inteligencia de
una persona que padece psicosis (esquizofrenia, trastorno esquizo-afectivo, o
trastorno bipolar), mayor es la elaboración y el nivel de perfección respecto a
la realidad o irrealidad de la paranoia en cuestión. Es decir, a mayor
inteligencia del sujeto en cuestión, existe una elaboración fantástica de la
paranoia y su desarrollo, que es prisma de la realidad-irrealidad que nuestro
cerebro vuelca sobre la máscara de nuestros sentidos. ¿Y si John Nash no
descubrió su Teoría de juegos? ¿Qué quiere decir? ¿Qué la copio de otro? ¡No!
¿Qué se la inventó la paranoia de su cerebro? Tampoco…
Más bien pienso
dos cosas. Siento que la agonía vital del gran John Nash podría partir del
sufrimiento por su enfermedad, y que su teoría de juegos, la desarrolló
íntimamente ligada a la solución de “su realidad” versus “irrealidad” o
enfermedad, de su realidad como matemático. Una persona sana puede verse
abocada a comprar por lo que le dicten sus sentidos, sus emociones, o sus
anhelos. Todos tenemos en menor o mayor medida un grado de esquizofrenia, ya
sea en la salud de nuestras mentes, o diagnosticada.
Fíjense, cómo
se va enmarañando la cosa, pues esto también tiene que ver con la teoría de los
juegos… No se puede maximizar el mejor resultado porque es posible perder, y
también hay que maximizar el reparto de coste en caso de déficit… John Forbes
Nash fue un genio. Toda persona que tiene esquizofrenia diagnosticada, y la
suerte de entender que lo que le pasa es una enfermedad y que lo que
verdaderamente le persigue o le acosa no existe, tomará a Nash como estandarte
y abanderado de la lucha por la salud y la vida, y no se verá como algo
negativo en la sociedad. John Nash reconoció abiertamente su enfermedad y fue
un testigo positivo de ella, contrarrestando así el estigma. Toda persona que
se encuentre en el principio de esta enfermedad puede proyectarse sobre el
icono del Genio Nash, e incluso se convencerá de que él o ella también es un
gran o una gran genio.
Las inversiones
son varias: la primera, de optimización del resultado a lo que supone una
rentabilidad posible y no perfecta. La segunda es invertir en ese luchador o
luchadora. La tercera inversión es devolver a esa persona, apoyándose en la
forma como lo hizo John Nash cuando había muchos menos medios para ello. Nash,
como persona que lucha toda la vida, como imprescindible, es un testigo de vida
para otros.
El profesor
John Forbes Nash, ahora fallecido en estas trágicas circunstancias, descubrió
en el afecto (como nos toca a todos en la vida) la ecuación con la que pudo
encajar en su vida la enfermedad, la fórmula que pudo ayudarle a superar su
situación cuando los medios existentes, y medicaciones distaban mucho de las
actuales.
Por todo ello
me fascinará siempre John Forbes Nash. Existen unas ciertas teorías
pseudocientíficas, tanto en la civilización de los mayas, como en la antigua
cultura egipcia sobre que a algunos recién nacidos se les practicaba una tara deformándoles
el cráneo, de forma que crecían sin tener capacidad para hacer tareas básicas.
Sin embargo, tenían una gran capacidad de abstracción (como Nash).
En estas
culturas el neonato con la cabeza deformada desarrollaba la esquizofrenia y era
capaz de ver el futuro cuando crecía si seguía la costumbre o tratamiento
médico, la medicina de los mayas y egipcios, que se distingue de la occidental
en connotaciones éticas. Estas personas con esquizofrenia eran incapaces de
hacer tareas simples, pero podían ver el futuro. Pongamos que así le ocurrió en
su Teoría matemática a John Nash. No desarrolló una Teoría de Juegos al uso,
sino una salida existencial a su problema creado y resuelto con la misma
capacidad de su mente, y que vislumbró al ver el futuro de las Matemáticas.
John Nash destacó en su carrera debido a su hándicap, fue y es modelo de
muchos. Pero, sin duda, fue su capacidad de dar afecto —como reconoció cuando
recogió el Nobel—, la mayor incógnita que cada ser humano debe resolver sepa o
no de matemáticas.