sábado, 8 de marzo de 2014

Necesitamos conocer el cerebro para tratar las enfermedades.

THOMAS C. SÜDHOF |PREMIO NOBEL DE MEDICINA
El investigador alemán considera que su trabajo tiene una gran incidencia en enfermedades como el autismo.

GINÉS DONAIRE Baeza | EL PAIS | 07/10/2013 

Al científico Thomas C. Südhof la concesión del Premio Nobel de Fisiología o Medicina le ha sorprendido llegando a Baeza (Jaén), donde ayer impartió una conferencia en un simposio organizado por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA). Poco después de comer, al entrar en la sala del encuentro, Südhof recibió una calurosa ovación de los asistentes, sin que el preciado galardón alterase, apenas, el guión de su charla.

“Es un reconocimiento muy importante no solo para nosotros, sino para todas las personas que trabajan en este campo científico para comprender cómo las neuronas se comunican unas con otras, un terreno fundamental para conocer el cerebro humano”, explicó a EL PAÍS el radiante Nobel.

Südhof, nacido en Göttingen (Alemania) en 1955, descubrió cómo las células nerviosas se comunican en el cerebro y cómo las señales ordenan a las vesículas emitir su carga con precisión, una función que, cuando falla, provoca enfermedades, por ejemplo neurológicas. “Realmente, es un área de auténtica frontera en la biología actual pero tiene mucha importancia porque necesitamos conocer el cerebro para poder tratar las enfermedades”, comentaba el profesor de la Universidad de Stanford (EE UU).

Para el investigador, su trabajo tiene una gran incidencia en enfermedades como el autismo. “Creemos que la base de ese trastorno es que las neuronas no pueden comunicarse bien unas con otras”, decía Südhof, acompañado en todo momento del investigador Rafael Fernández Chacón, del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS), que fue miembro de su equipo durante varios años. Cuando se le pregunta cuáles son los factores que influyen en el funcionamiento anómalo de esas neuronas Südhof recurre a un símil: “Cuando una persona está escuchando a cinco personas que están hablando, esa persona tiene que elegir a una a la que escuchar; pues bien, ese fenómeno está ocurriendo también dentro del cerebro cuando una neurona recibe señales de otras neuronas. Es un fenómeno que si no funciona bien puede dar lugar a este tipo de trastornos”.

Con todo, es consciente del mucho camino que aún queda por recorrer para despejar todas las incógnitas del cerebro: “Responder realmente cómo funciona el cerebro globalmente es una gran pregunta muy complicada, pero me conformaría con ser capaz de que estos avances hagan felices a los niños que tienen autismo o ser capaz de retrasar el inicio de las enfermedades neurogenerativas”, explica.


Sabedor de que la ciencia y la investigación no pasan por buenos momentos en plena crisis económica, Südhof lanza un mensaje a los Gobiernos: “Recortar la inversión en ciencia es un gran error, porque la investigación supone un gran apoyo en las sociedades occidentales. Pero lo importante no es solo no recortar, sino poner esa financiación en la ciencia de alto nivel que realmente merezca la pena”.


Ellos se ocultan, el sistema les olvida

La enfermedad mental, nunca bien atendida, sufre ahora el rigor económico
Los afectados se quejan de abandono institucional

ALEJANDRA AGUDO Madrid | EL PAIS | 08/04/2013

El desmantelamiento de la red de salud mental hace que estos enfermos recaigan más o dejen de tomar la medicación / GETTY

La tijera amenaza la implementación del modelo comunitario, en el que el paciente es atendido por un equipo multidisciplinar (psiquiatras, psicólogos, asistentes sociales, enfermeras), y con prestaciones terapéuticas, psicoterapéuticas y rehabilitadoras individualizadas, bien en centros u hospitales de día o en el domicilio. La red estaba desarrollada de manera desigual en las comunidades autónomas y los recortes también son distintos. No hay datos que puedan cuantificar ni lo uno ni lo otro. “Es imposible saber la relación de camas por habitante o de psiquiatras por enfermo”, se queja Eudoxia Gay, presidenta de la “Asociación Española de Neuropsiquia-tría” (AEN).

Los enfermos, las organizaciones de familiares y de profesionales relacionados con la salud mental alertan, a falta de datos cuantificables, de lo que perciben en las consultas, en los servicios hospitalarios en los que trabajan o en sus casas. Hay merma de recursos, se despide personal eventual de las unidades de salud mental, hay menos camas, se reducen las subvenciones para asociaciones, se paraliza la investigación. En este sentido, Jerónimo Sáiz, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría, señala que “las camas son el punto crítico”. “Las unidades de media y larga estancia en los hospitales generales tienen necesidades no cubiertas”, asegura el también jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.

Las consecuencias son graves, apuntan los expertos, en la calidad de vida de los enfermos y, por extensión, de su entorno. El estigma hace que la enfermedad mental sea prácticamente invisible, pero la “Sociedad Española de Psiquiatría” (SEP) estima, a partir de los datos de la Organización Mundial de Salud, que entre un 3% y un 4% de la población padece enfermedades mentales graves (esquizofrenia, trastorno bipolar y de la personalidad).

La crisis resquebraja el modelo de atención comunitaria que ni siquiera “había terminado de desarrollarse”, según Gay. El presidente de Feafes, José María Sánchez, denuncia que otros recortes están afectando negativamente al tratamiento de la enfermedad mental. Así, Sánchez señala que el copago farmacéutico, la exclusión de los inmigrantes del sistema nacional de salud y los recortes en dependencia ahondan los problemas del colectivo. Si bien, los avances han ido acabando con aquellos centros.

 “La Ley de Dependencia desde el inicio ignoró en gran medida al enfermo psiquiátrico grave. Por ejemplo, a la esquizofrenia. Estaba poco puntuada y los pacientes recibían pocas ayudas”, recalca Miguel Gutiérrez, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría. En este sentido, el doctor Sáiz señala que “algunas enfermedades mentales son invalidantes, con tendencia a recaer e incluso limitan el autocuidado.

El fin del modelo asilar previo a la reforma de 1986, en el que había mezcla de pacientes de diferentes edades y patologías en distintos grados en un solo centro, normalmente apartado de las ciudades, debía dar paso a una red de estructuras asistenciales, desde la unidad de salud mental en el hospital, hasta centros de día, atención domiciliaria o programas más avanzados como el asertivo-comunitario (basado en un seguimiento estrecho del médico, que busca al paciente y no al revés). El desmantelamiento de esta red dejándola en lo básico (las unidades hospitalarias) provoca que los enfermos recaigan con más frecuencia, a veces dejan la medicación y, en definitiva, acuden más a urgencias y aumenta el gasto sanitario, apunta el presidente de Feafes. “Se rompe el tratamiento continuado”, alerta Sánchez.

El rechazo social que sufren los enfermos mentales y sus familias es muy fuerte, dicen los afectados, tanto que en muchas ocasiones el silencio es autoimpuesto. Por eso, dice el doctor Sáiz, “es un colectivo poco reivindicativo e invisible”. Normalmente son las familias las que se asocian para intercambiar información y darse apoyo entre ellas. Pero la virulencia de los recortes lo ha hecho emerger a la esfera pública. “No podemos consentir que nos digan que no hay camas, ni pisos tutelados o que las listas de espera se alarguen tanto”, se enoja Cuevas.

Las organizaciones familiares también han sufrido los recortes
Las asociaciones de familiares y usuarios, que en ocasiones prestan servicios de apoyo allí donde la Administración no llega, también padecen la tijera presupuestaria. Bien lo saben en Valencia. “Se ha recortado drásticamente la atención a la recuperación y rehabilitación que se venía dando de forma casi totalmente privada por las asociaciones de familiares con ayudas parcialmente subvencionadas por Bienestar Social”, alerta Julián Marcelo, miembro de ASIEM. “Por falta de financiación no pueden ni sostenerse las ya escasas plazas de centros de media estancia, de centros de rehabilitación y centros de día. Sin hablar de los prácticamente desaparecidos programas de capacitación u orientación, incluso de los financiados con fondos europeos”, añade.

Nota.- El artículo de prensa es más largo. Si alguien desea leerlo entero lo puede encontrar en EL PAIS del día 08/04/2013.