SERGIO DE DIOS GONZÁLEZ
| La Mente es Maravillosa |
27/02/2023
Escrito por Edith Sánchez
Los
traumas más graves durante la infancia dejan huellas latentes que siguen
teniendo efecto en la etapa adulta. Simplemente, están en lo profundo de la
mente y del corazón, y se manifiestan como malestar, trastornos o dificultades
para alcanzar una vida plena. ¿Cuáles son?
Los
traumas más graves durante la infancia suelen derivar de situaciones en las que
los pequeños perciben que está en peligro su vida o la de las personas
significativas en su crianza. En particular, de la madre o el padre.
Los traumas de la infancia
pueden dejar huellas que duren toda la vida, en especial si son graves.
¿Qué los hace más intensos? El grado de daño perpetrado, su frecuencia, la edad
a la que se produce, los recursos psicológicos disponibles y el apoyo con el
que se haya contado. Los traumas más graves suelen ser los siguientes.
«Para un niño pequeño, la violencia es una experiencia abrumadora,
incontrolable y terrible, y sus efectos emocionales pueden permanecer durando
toda la vida. El trauma se interioriza y se apodera de nosotros al no poder
empatizar con el prójimo». – Sstephen Groz –
1. Abuso
emocional
El
abuso emocional es uno de los traumas más graves durante la infancia. Tiene que
ver con acciones como violencia verbal continuada, ausencia de muestras de
cariño, episodios de humillación y menosprecio, etc.
Un estudio llevado
a cabo en 2016 evidenció que conductas de ese tipo producen cambios en el
cerebro de los niños.
2. Abuso
físico
El abuso físico tiene lugar cuando se producen lesiones
en el cuerpo del niño como consecuencia de la agresión por parte de un adulto.
Los datos más conservadores indican que una de cada 20
personas ha sufrido este tipo de abusos durante la infancia. Este tipo de maltrato hace que
el niño (y posterior adulto) sea más vulnerable ante agentes externos que
puedan precipitar una enfermedad mental o física.
3. Abuso
sexual
Otro de los traumas más graves durante la infancia
es el abuso sexual. Se
trata de una experiencia traumática que los niños viven como un atentado contra
su integridad física y psicológica. Sus consecuencias suelen perdurar a lo largo de toda la
vida.
Este
tipo de maltrato incluye cualquier conducta sexual forzada que invada la
integridad e intimidad de los menores por parte de un adulto. Además, hay que
tener en cuenta que está penado por la ley cualquier comportamiento sexual
hacia un niño, tanto con contacto físico como sin él.
4. Negligencia
El maltrato por negligencia o
desatención familiar tiene que ver con la falta de protección a los niños,
frente a sus necesidades básicas o los riesgos potenciales para él o
ella. La privación de cuidados ocasiona carencias físicas, psicológicas
y sociales. Las consecuencias de esto dependen de la intensidad
del abandono y de los factores de riesgo presentes en el entorno.
5. Maltrato
violento a la madre
Los niños que son testigos del maltrato violento hacia
la madre tienen un riesgo muy alto de presentar problemas de salud con más
facilidad. También es más probable que ejerzan violencia en la vida adulta y
son más propensos a desarrollar trastornos como ansiedad y depresión.
Es común que aparezcan fuertes sentimientos de culpa por no estar en capacidad
de ayudar o salvar a la madre.
6. Abuso de
sustancias en el hogar
El
abuso de sustancias psicoactivas en el hogar también está dentro de los traumas
más graves durante la infancia.
El Grupo Pompidou, bajo la dirección de la doctora
Corina Giacomello, realizó una investigación al
respecto. En ella se señala que estos niños tienen mayor riesgo de ser consumidores de sustancias
en el futuro, así como de padecer trastornos del estado de
ánimo y problemas de salud mental.
Los
padres que consumen sustancias suelen además desarrollar conductas de negligencia
hacia sus hijos.
7.
Encarcelamiento de uno de los progenitores
Los niños que tienen a alguno de sus padres en la
cárcel no solo pierden la posibilidad de tener contacto habitual con ese
progenitor, sino que además presentan niveles más altos de estrés. Experimentan una sensación de
pérdida continua y casi siempre tienen problemas para formarse un modelo
coherente de autoridad y de familia. Es habitual que esto
conduzca a desórdenes de apego, síntomas de estrés postraumático o déficit de
atención.
¿Qué hacer?
Por regla general, toda persona que haya
experimentado uno o varios de los traumas más graves durante la infancia
necesita de ayuda profesional. Es posible que no lo note, pero
son esas huellas del pasado las que muchas veces les impiden crecer y avanzar
en la vida.
Lo ideal es que toda persona
sometida a ese tipo de experiencias sea tratada tan pronto como sea posible. Entre
más temprano aborde la situación, mayores son las probabilidades de que el
trauma tenga efectos menos determinantes.