LUCÍA CANCELALA VOZ DE LA SALUD | 19/09/2023
Uno de los mitos
existentes sobre las personas que hablan de suicidarse, y aquellos que
realmente lo intentan, es que se trata simplemente de una llamada de atención o
un “grito de ayuda”. Los niños que hablan o escriben acerca de matarse no son
tomados en serio y se les considera excesivamente melodramáticos (¡obviamente
no lo dicen en serio!). Pero una amenaza de suicidio no debería nunca ser
ignorada, incluso cuando provenga de un niño que ha amenazado con suicidarse ya
tantas veces que estamos tentados a dejar de tomarlo en serio. Es importante
responder seria y cuidadosamente a dichas amenazas y a otras señales de
advertencia. Estas no significan necesariamente que un niño vaya a intentar
suicidarse. Pero es una posibilidad que no se debe descartar.
Cuando se
reflexiona sobre este tema, resulta útil conocer los factores que hacen que las
personas más jóvenes sean más (o menos) propensas a considerar o intentar
suicidarse. ¿Qué sabemos de los jóvenes que intentan quitarse la vida o de
aquellos que finalmente mueren por suicidio? Analicemos los factores de riesgo
(aquellos que aumentan las probabilidades de que un niño manifieste conductas
suicidas), así como los factores protectores, es decir, aquellos que reducen el
riesgo.
Si un niño tiene
muchos factores de riesgo y prácticamente ningún factor protector, es razón
suficiente para preocuparse por él. Por otro lado, si tiene una cantidad
razonable de factores de riesgo pero tiene muchos factores protectores, usted
puede preocuparse un poco menos, aunque aun así, por supuesto, debe mantener la
preocupación.
Estos son algunos
factores de riesgo de suicidio:
·
Una pérdida reciente o seria. Esto puede incluir la muerte de un miembro
de la familia, un amigo o una mascota. Los niños pueden sentir que la
separación o el divorcio de los padres, o una ruptura con el novio o la novia
es como una profunda pérdida, además de la pérdida del empleo de uno de los
padres, o que la familia pierda su casa.
·
Untrastorno psiquiátrico, particularmente
un trastorno del estado de ánimo, como depresión, trauma o un trastorno relacionado con el estrés.
·
Intentos de suicidio anteriores aumentan el riesgo de otro intento de
suicidio.
·
Trastorno por consumo de alcohol u otras sustancias, así como también
meterse en muchos problemas, tener problemas disciplinarios e involucrarse en
comportamientos de alto riesgo.
·
Tener dificultades relacionadas con su orientación sexual en un ambiente que no sea
respetuoso o que no acepte dicha orientación. El problema no es si el niño es
homosexual o la niña es lesbiana, sino si tiene dificultades en un entorno
donde no los apoyan.
·
Un historial familiar de suicidio es algo que puede ser realmente
significativo y preocupante, como lo es también un historial de violencia
doméstica, abuso o negligencia infantil.
·
La falta de apoyo social. Un niño que no siente el apoyo de un adulto
importante en su vida, así como tampoco de sus amistades, puede aislarse tanto
que el suicidio le puede parecer la única salida a sus problemas.
·
Bullying. Sabemos que ser víctima de bullying es un factor de riesgo, pero también
hay cierta evidencia de que los niños que son los bullies o acosadores pueden tener un riesgo de
comportamiento suicida más alto.
·
Tener acceso a productos y/o artículos letales, como armas de fuego y
medicamentos.
·
El estigma asociado a pedir ayuda. Una de las cosas que sabemos es que
mientras más desesperadas y desamparadas se sienten las personas, tienen más
probabilidad de elegir hacerse daño a sí mismas y terminar con su vida. Del
mismo modo, si sienten mucha culpa o vergüenza, si sienten que no valen nada o
tienen baja autoestima.
·
Barreras para acceder a servicios. Las dificultades para recibir los
servicios necesarios incluyen la falta de proveedores de servicio bilingües,
medios de transporte no confiables y el alto costo de los servicios.
·
Las creencias culturales y religiosas de que el suicidio es una manera
noble de resolver un dilema personal.
¿Pero qué hay de
los factores protectores? ¿Qué cosas pueden reducir el riesgo de involucrarse
en un comportamiento suicida?
Estos son algunos
factores protectores claves:
·
Buenas habilidades para resolver problemas. Los niños que pueden ver un problema y buscar maneras efectivas de manejarlo, así como resolver conflictos de
manera no violenta, tienen un riesgo menor.
·
Vínculos fuertes. Mientras más fuertes son los vínculos que tienen los niños con sus
familias, amigos y con las personas de la comunidad, tienen menor probabilidad
de hacerse daño a sí mismos. En parte, eso es porque se sienten queridos y
apoyados, y en parte porque tienen personas a quienes acudir cuando están
teniendo dificultades y se sienten realmente atrapados.
·
Acceso restringido a productos y/o artículos letales, como armas de fuego
y medicamentos.
·
Creencias culturales y religiosas que desalientan el suicidio y apoyan la
autopreservación.
·
Acceso relativamente fácil a atención médica apropiada, ya sea a
psicoterapia, terapia individual, grupal, familiar, o medicación cuando es
indicada.
·
Atención efectiva para trastornos mentales, físicos, así como para el uso
de sustancias. Una buena atención a la salud mental y la salud general tiene
que ver con mantener relaciones continuas y con hacer que los niños se sientan
vinculados a profesionales que los atienden y están disponibles para ellos.
Entonces, ¿qué debe
hacer si su hijo encaja en el perfil de alguien que está en riesgo de suicidio?
Las señales de alerta que se deben considerar incluyen cambios en la
personalidad o del comportamiento que pueden no estar relacionados de manera
evidente con el suicidio. Cuando un adolescente se siente triste, está más
introvertido, irritable, ansioso, cansado o apático, y cuando las cosas que
antes les parecían divertidas ya no lo son, entonces usted debe preocuparse.
Cambios en los hábitos de sueño o hábitos alimentarios, también pueden ser
indicios.
Actuar de manera
errática o arriesgada también es una señal de alerta. Si un adolescente
comienza a tomar malas decisiones, o si comienza a hacer cosas que son dañinas
para sí mismo o para otras personas, como bullying o involucrarse en peleas,
puede ser una señal de que está perdiendo el control.
Y, finalmente, si
un niño está hablando sobre morirse, siempre se debe prestar atención.
“Quisiera estar muerto”. “Solo quiero desaparecer”. “Quizás debo saltar de ese
edificio”. “Tal vez debería darme un tiro”. “Todos estarían mejor si yo no
estuviera aquí”. Cuando escuche este tipo de comentarios, es importante que los
tome en serio, incluso cuando sienta que su hijo no puede estar diciéndolo en
serio.
¿Qué hacer? La
primera cosa que debe hacer es hablar.
Para más
información y recursos sobre el suicidio, consulte la página de ayuda contra el
suicidio de la American Psychological Association (en inglés).