ESTILOS - SOCIALES
Hay algunos casos en los que los
niños han llegado a perder la dimensión de la realidad y del tiempo como
consecuencia de tener los mandos en sus manos más de lo debido
La Vanguardia | 21/01/2014
Los niños han dejado de lado la ilusión de tener una bicicleta nueva y se han pasado
a las pantallas. Concepción Ruipérez Cebrián, pediatra del Hospital Quirón de
Torrevieja, explica cómo afecta el uso excesivo de los videojuegos en la salud
infantil, aunque un consumo prudente y moderado tiene ventajas.
El chip electrónico viene ya perfectamente instalado
en las nuevas generaciones y
eso hace que los niños tengan mayor capacidad que los adultos para manejar las
nuevas tecnologías. La televisión, Internet y, sobre todo, los videojuegos, son
los culpables de que, cada vez más, haya una enorme pasión por las pequeñas
pantallas.
“Es cierto que las consolas pueden convertirse en una
forma de entrenamiento para la mente, pero su uso excesivo puede conducir a graves problemas de salud que son fáciles de prevenir”, afirma la
doctora Ruipérez.
Las compañías diseñadoras de
videojuegos son conscientes de que, al crear algo que contenga un elemento
adictivo, sus ventas aumentan considerablemente. Los niños se dedican a
intentar pasar de nivel y esto les hace interactuar de manera desmesurada con
estos dispositivos.
Hay algunos casos en los que los niños han llegado a
perder la dimensión de la realidad y del tiempo como consecuencia de tener los
mandos en sus manos más de lo debido.
Todos sabemos que este tipo de entretenimiento genera
grandes problemas en la salud infantil, pero, si se utiliza con precaución,
podemos obtener también beneficios.
“Las ventajas no son lo que más destacan en los
videojuegos, pero es verdad que los niños pueden llegar a agudizar la actividad
deductiva. Se estimula la lógica, la agudeza visual y se desarrolla también una
mayor rapidez en los actos reflejos”, señala la especialista en pediatría.
Hay que decir que las facultades que se consiguen
gracias a un uso controlado de los aparatos electrónicos son, sobre todo, de
coordinación ojo mano, de razonamiento lógico y de capacidad de decisión.
Además, el niño podría también ser capaz de trabajar mejor en equipo y de
enfrentarse a los retos.
A pesar de estas posibles ventajas, lo que da más que
hablar son los riesgos que pueden provocar los videojuegos.
Según Concepción Ruipérez, “la adicción a los juegos
virtuales hace que los niños desechen otro tipo de actividades, como es la
actividad física, lo que más escasea entre la población infantil de la sociedad
actual. Hay poca actividad física en los colegios, y menos aún en las casas.
Ahora los niños no juegan en los parques y ya no hacen más de dos o tres horas
semanales de ejercicio.”
La tendencia al sedentarismo y a la obesidad en la
infancia es uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los niños
adictos a los videojuegos. Ellos evitan al máximo cualquier tipo de actividad
al aire libre por su permanente interés en el juego.
Pueden estar constantemente frente a la pantalla y
encontrar en la comida rápida una solución para no dejar de jugar. El riesgo de
sufrir enfermedades de corazón como los altos niveles de colesterol o la
hipertensión es latente en aquellos niños que tienen mayor afición por los
videojuegos.
“Se están dando numerosos casos de obesidad infantil y
esto produce alteraciones cardiovasculares que, inicialmente, pueden no verse,
pero que pueden llegar a provocar infartos de miocardio en la edad adulta
joven”
En muchas ocasiones, los niños tienen insomnio porque
utilizan de forma exagerada las videoconsolas. Además, si son utilizadas antes
de la hora de dormir, producen alteraciones en el sueño, tanto en su estructura
como en la conciliación del mismo.
Esto suele afectar al rendimiento escolar, a la
habilidad emocional y a las relaciones familiares. “La Asociación Española de
Pediatría recomienda menos de dos horas de videojuegos al día y nunca antes de
ir a dormir”, apunta la doctora Ruipérez Cebrián.
La salud mental también se deteriora por el uso
desmedido de este tipo de tecnología, pues, si no existen unos límites, puede
intensificarse la posibilidad de que los niños se enfrenten a un mayor
aislamiento social.
La ansiedad, la irritabilidad y la ira son otros de
los síntomas que señalan una posible adicción al uso de los dispositivos
electrónicos.
“Al tener un estímulo permanente que crea una gran
adicción, se pierde el contacto social. Hay niños que no tienen facilidad para
relacionarse con los demás y encuentran en este tipo de entretenimiento un
incentivo para ello”
Siempre es bueno conocer los riesgos de salud que
corren los pequeños de la casa y, sobre todo, a la hora de jugar, un momento
clave en su día a día.