domingo, 27 de octubre de 2019

5 competencias de Inteligencia Emocional para aplicar en el trabajo

OLGA CAÑIZARES GIL   |   UNIR (Universidad Internacional de La Rioja)   |   03/07/2019

Pasamos más de la mitad de nuestra vida adulta en el trabajo. La actividad laboral nos ocupa más horas que la suma de todas las demás que realizamos. Y si el tiempo dedicado a trabajar es “tiempo perdido”, “tiempo muerto” o “tiempo inconsciente”, la mayor parte de nuestra vida habrá sido desperdiciada, inactiva o inconsciente.
El trabajo puede presentar desafíos y oportunidades para alcanzar logros. Para ello, el mejor entorno es aquel en el que las personas se sientan respetadas, escuchadas, valoradas, apoyadas y dignas, donde se les confíe una tarea importante y estimulante que les permita actuar en alineamiento con sus valores y al mismo tiempo contribuir al cumplimiento de la misión de la organización.
Sin embargo, la clave está en la actitud, aquella con la que se vaya cada día a trabajar. La realización personal será más fácil de lograr si somos conscientes de la responsabilidad que tenemos con nosotros mismos y observamos un propósito significativo que vaya más allá de la satisfacción inmediata. De esta forma el dinero llegará como consecuencia.

Cómo aplicar la Inteligencia Emocional en nuestra vida laboral
Cualquier iniciativa implica un riesgo, y es ahí donde entra la confianza. La integridad nos permite afrontar esos riesgos, ella nos ofrece la seguridad de saber que hemos puesto todo por nuestra parte, y que aun cuando nuestras acciones no fueron suficientes para lograr el resultado deseado, han sido las necesarias para conservar la dignidad y la autoestima. Y esta seguridad nos permite disfrutar la vida en plenitud y paz.
La Inteligencia Emocional nos brinda las actitudes y las herramientas que harán posible que desarrollemos las competencias para sentirnos plenos y contributivos. Todas ellas ya existen en nosotros, se trata tan solo de activarlas conscientemente:

1-Autoconsciencia: Para poder estar en contacto con las emociones, reconocerlas, aceptarlas y que sirvan de guía para conseguir nuestros objetivos. La autoconsciencia nos permite tener una valoración adecuada de nosotros mismos (autoestima) y eso favorece la transparencia y la autoconfianza que, a su vez, propiciará la asunción de la responsabilidad y de logro.

2-Autorregulación: Para ser capaces de modular nuestras emociones, modificar nuestros comportamientos y conseguir nuestras metas, adaptándonos al contexto y promoviendo el bienestar tanto individual como social. La regulación es necesaria para poder expresar las emociones equilibradamente, sin inhibirlas y sin desbordarse. Esto implica examinar con atención las ventajas e inconvenientes de alinearse o no con el estado emocional.
Algunas preguntas claves para trabajar esta habilidad:
• ¿Qué tengo que hacer/decir, para alcanzar el resultado esperado?
• ¿Cuál sería la estrategia a seguir para obtener el efecto que necesito?
• ¿Cómo plantearía mi actuación para manejar los estados emocionales de la otra persona?

3-Automotivación: Para generar estímulos que nos lleven a una meta que queremos lograr. Conseguir desarrollar la automotivación requiere de un trabajo personal importante para poder afrontar dificultades como el fracaso, la pereza, el cansancio, y ser capaces de elegir los pensamientos adecuados a fin de sentir el éxito que esperamos.
Hay tres tipos de automotivación basados en recompensas diferentes: intrínseca, extrínseca y trascendente. De esto hablaremos otro día.
4- Gestión de las relaciones: Relacionarnos es parte de nuestra naturaleza. Para ello necesitamos dos claves fundamentales:
Actitudes:
– Empatía, ponernos en el lugar del otro.
– Escucha activa, atender en 360 grados: lenguaje, cuerpo y emoción.
– Proactividad, pasar a la acción.
– Autenticidad, ser lo que somos desde el corazón.
Técnicas:
– Comunicación productiva, capacidad fundamental para dar a conocer a los demás lo que pensamos, lo que sentimos y lo que somos.
– Asertividad, respeto y valoración por nosotros y por los demás.
– Feedback, una habilidad fundamental en la gestión y construcción de nuestras relaciones.
– Preguntas, porque son estimulantes, provocan movimiento interno y pueden generar creatividad y por consiguiente cambio. Hacer preguntas poderosas es una técnica que se aprende. Si queremos ayudar a una persona a que se desarrolle, será muy útil utilizarlas. En cuanto a nuestras relaciones, las preguntas nos permiten saber cuál es el estado de ánimo de los demás, evitar interpretaciones al obtener las respuestas.

5- Gestión del cambio: Muchas veces, los procesos de cambio generan estados emocionales de desequilibrio, que a su vez provocan tensión, enfado, incertidumbre, desconfianza.
Una reacción normal es la resistencia, la queja e incluso la negación. Nuestra mente rechaza la posibilidad de relacionarnos con dos realidades opuestas que entran en conflicto, y esto nos permite mantenernos coherentes con nosotros mismos.
Necesitamos proteger nuestra identidad y nuestra seguridad, y por eso, cuando se produce una resistencia al cambio, se está produciendo una etapa normal de transición entre la realidad que vivimos y la que está por llegar.
Estos son algunos de los escenarios más comunes durante un proceso de cambio:
• Negociaciones.
• Resolución de conflictos.
• Alineamiento de puntos de vista.
• Logro de objetivos.
En un contexto de este tipo, la inteligencia emocional se hace imprescindible para reconocer sentimientos propios y ajenos, generar automotivación, distinguir las diferentes etapas del cambio y generar relaciones de calidad con los compañeros y con los alumnos.
Ello hará que las personas sean capaces de activar la empatía y vean las cosas desde la perspectiva ajena, rompiendo así bloqueos, alimentando la tolerancia y ayudando a gestionar las diferencias para asegurar un cambio efectivo.

La Inteligencia Emocional es un factor elemental a la hora de interactuar con otras personas. Aplicando los principios teóricos, el alumno aprende en la práctica a conocerse y a gestionar sus propias emociones primero, y luego a tratar las diferentes situaciones que se generan gracias a las emociones que actúan en las decisiones de cualquier ser humano.


¿Qué es la vigorexia? | Síntomas, causas y cómo tratar la enfermedad


LA VANGUARDIA -SALUD   |  01/09/2019

La vigorexia es un trastorno psicológico, también conocido como dismorfia muscular o complejo de Adonis, cuya principal característica es una manía enfermiza por ganar masa muscular porque el enfermo tiene una imagen no realista de su cuerpo. (Shutterstock).
Los enfermos se ven a sí mismos como personas débiles y poco musculadas, lo que les impulsa a pasar muchas horas en el gimnasio y a estar obsesionados con su dieta. La vigorexia se da más en hombres, sobre todo entre los 18 y los 35 años, que en mujeres.
Causas de la vigorexia.- No hay causas definidas con exactitud, pero se dan muchos casos en los que el desencadenante son otros trastornos psicológicos como tener personalidad compulsiva o sufrir otro trastorno alimentario como anorexia o bulimia. Se apunta como un factor de riesgo haber sufrido acoso escolar.
Síntomas de la vigorexia.- Los más habituales son:
- Tener una preocupación desmesurada por su propio cuerpo, lo que lleva, por ejemplo, a estar diariamente analizando el peso, el estado de los músculos y la cantidad de grasa.
- Tener excesiva dependencia del ejercicio físico.
- Tener una imagen totalmente distorsionada del propio cuerpo.
- Estar obsesionado con la dieta. Llega a afectar a las relaciones sociales puesto que se llega a evitar comer fuera de casa.
- Estar dispuesto a cualquier sacrificio para potenciar físicamente el cuerpo.
- Autoestima baja.
- Tendencia a mirarse en el espejo frecuentemente.
- Sensación de fatiga.
Diagnóstico de la vigorexia.- El médico ordenará la realización de un examen psicológico completo para comprobar si el paciente tiene vigorexia y qué nivel presenta de la enfermedad.
Tratamiento de la vigorexia.- El objetivo fundamental del tratamiento es conseguir variar la percepción equivocada que el enfermo tiene de su cuerpo. El tratamiento es parecido al empleado para combatir cualquier adicción y se necesita la intervención del médico, acompañado por fisioterapeutas, psicólogos y nutricionistas.
Hay que usar la psicoterapia y también preparar un programa completo de nutrición y de ejercicios.
Prevención de la vigorexia.- Al igual que sucede con enfermedades similares, no existe un método eficaz de prevención.