Organización Mundial de la
Salud | Abril de 2016
La salud mental abarca una amplia gama de actividades directa o
indirectamente relacionadas con el componente de bienestar mental incluido en
la definición de salud que da la OMS: «un estado de completo bienestar físico,
mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».
Está relacionada con la promoción del
bienestar, la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y
rehabilitación de las personas afectadas por dichos trastornos.
Destacado
Cada US$ 1 invertido en la ampliación
del tratamiento de la depresión y la ansiedad rinde US$ 4 en mejora de la salud
y la capacidad de trabajo, según un nuevo estudio dirigido por la OMS en el que
se estiman por primera vez los beneficios tanto sanitarios como económicos de
la inversión en el tratamiento de las enfermedades mentales más frecuentes en
el mundo.
Trastornos
mentales
Datos y cifras
·
Hay una gran variedad de trastornos
mentales, cada uno de ellos con manifestaciones distintas. En general, se caracterizan
por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las
emociones, la conducta y las relaciones con los demás.
·
Entre ellos se incluyen la depresión, el
trastorno afectivo bipolar, la esquizofrenia y otras psicosis, la demencia, las
discapacidades intelectuales y los trastornos del desarrollo, como el autismo.
La prevalencia de los trastornos mentales
continúa aumentando, causando efectos considerables en la salud de las personas
y graves consecuencias a nivel socioeconómico y en el ámbito de los derechos
humanos en todos los países.
Depresión.-La depresión es un trastorno mental frecuente y una de
las principales causas de discapacidad en todo el mundo. Se calcula que afecta
a más de 350 millones de personas en todo el mundo, con mayor prevalencia en
las mujeres que en los hombres.
El paciente con depresión presenta
tristeza, pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar, sentimientos de
culpa o baja autoestima, trastornos del sueño o del apetito, cansancio y falta
de concentración. También puede presentar diversos síntomas físicos sin causas
orgánicas aparentes. La depresión puede ser de larga duración o recurrente, y
afecta considerablemente a la capacidad de llevar a cabo las actividades
laborales y académicas y de afrontar la vida cotidiana. En su forma más grave,
puede conducir al suicidio.
Se ha demostrado que los programas
preventivos reducen su incidencia tanto en los niños (por ejemplo, mediante la
protección y el apoyo psicológico en casos de maltrato físico o abuso sexual) y
en los adultos (por ejemplo, mediante la asistencia psicosocial después de
catástrofes naturales o conflictos bélicos).
Además, se dispone de tratamientos
eficaces. La depresión de leve a moderada se puede tratar eficazmente con
terapias que utilizan el diálogo, como la terapia cognitivo-conductual o la
psicoterapia. Los antidepresivos pueden ser un tratamiento eficaz para la
depresión de moderada a grave, pero no son el tratamiento de elección para la
depresión leve. Tampoco se deben emplear para tratar la depresión infantil y no
son el tratamiento de elección en los adolescentes, a quienes se deben
prescribir con cautela.
En el tratamiento de la depresión se
tienen en cuenta los aspectos psicosociales y se determinan los factores que
pueden causar estrés, como las dificultades económicas, los problemas en el
trabajo y el maltrato físico o psicológico, así como las fuentes de apoyo, como
los familiares y amigos. El mantenimiento o la recuperación de las redes y las
actividades sociales son también importantes.
Trastorno afectivo bipolar.- Este trastorno afecta a alrededor de 60 millones de
personas en todo el mundo. Se suele caracterizar por la alternancia de
episodios maníacos y depresivos separados por periodos de estado de ánimo
normal. Durante los episodios de manía, el paciente presenta un estado de ánimo
exaltado o irritable, hiperactividad, verborrea, autoestima elevada y una
disminución de la necesidad de dormir. Las personas que presentan solamente
episodios maníacos y no sufren fases depresivas también se clasifican dentro
del diagnóstico de trastorno bipolar.
Se dispone de medicamentos que estabilizan
el estado de ánimo con los que atajar eficazmente las fases agudas del
trastorno bipolar y prevenir las recidivas. Además, el apoyo psicosocial es un
elemento esencial del tratamiento.
Esquizofrenia y otras
psicosis.- La esquizofrenia es un trastorno mental grave que
afecta a alrededor de 21 millones de personas de todo el mundo. Las psicosis,
entre ellas la esquizofrenia, se caracterizan por anomalías del pensamiento, la
percepción, las emociones, el lenguaje, la percepción del yo y la conducta. Las
psicosis suelen ir acompañadas de alucinaciones (oír, ver o percibir algo que
no existe) y delirios (ideas persistentes que no se ajustan a la realidad de
las que el paciente está firmemente convencido, incluso cuando hay pruebas de
lo contrario). Estos trastornos pueden dificultar que la persona trabaje o
estudie con normalidad.
La estigmatización y la discriminación se
pueden traducir en una falta de acceso a los servicios sociosanitarios. Además,
hay un riesgo elevado de que no se respeten los derechos humanos de las
personas afectadas, por ejemplo mediante su internamiento prolongado en centros
psiquiátricos.
La esquizofrenia suele debutar al final de
la adolescencia o el principio de la edad adulta. El tratamiento con fármacos y
apoyo psicosocial es eficaz. Con un tratamiento adecuado y apoyo social, los
pacientes pueden llevar una vida productiva e integrarse en la sociedad. La
facilitación de la vivienda asistida, las subvenciones para la vivienda y las
ayudas para la inserción laboral son medidas de apoyo para que las personas que
padecen trastornos mentales graves, como la esquizofrenia, vayan superando
etapas en su rehabilitación y superen los obstáculos que les dificultan
encontrar y mantener un empleo y una vivienda.
Demencia.- En el mundo hay unos 47,5 millones de personas que
padecen demencia. Este trastorno de naturaleza crónica y progresiva se
caracteriza por el deterioro de la función cognitiva (es decir, la capacidad
para procesar el pensamiento) más allá de lo que podría considerarse
consecuencia del envejecimiento normal. La demencia afecta a la memoria, el
pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje,
el lenguaje y el juicio. El deterioro de la función cognitiva suele ir
acompañado, y en ocasiones es precedido, por el deterioro del control
emocional, el comportamiento social o la motivación.
La demencia es causada por diversas
enfermedades y lesiones que afectan al cerebro, como la enfermedad de Alzheimer
o los accidentes cerebrovasculares.
Aunque no se dispone de tratamientos que
curen la demencia o reviertan su evolución progresiva, se están investigando
varios fármacos nuevos que se encuentran en diversas etapas de los estudios
clínicos. Sí existen, en cambio, numerosas intervenciones para apoyar y mejorar
la vida de las personas con demencia y la de sus cuidadores y familiares.
Trastornos del desarrollo,
incluido el autismo.- El concepto de trastorno del desarrollo es
un término general que abarca la discapacidad intelectual y los trastornos
generalizados del desarrollo, entre ellos el autismo. Los trastornos del
desarrollo suelen debutar en la infancia pero tienden a persistir hasta la edad
adulta, causando una disfunción o un retraso en la maduración del sistema
nervioso central. Por lo general, no se caracterizan por periodos de remisión y
recidivas como muchos otros trastornos mentales, sino que siguen un patrón
constante.
La discapacidad intelectual se manifiesta
por la afectación de facultades de diversas áreas del desarrollo, como las
habilidades cognitivas y la conducta adaptativa. El retraso mental afecta a la
capacidad de adaptarse a las exigencias cotidianas de la vida.
Los síntomas de los trastornos
generalizados del desarrollo, como el autismo, son alteraciones del
comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, así como limitaciones
específicas de cada individuo con respecto a sus intereses y actividades, que
realiza repetidamente. Los trastornos del desarrollo suelen iniciarse en la
infancia o la primera niñez. En ocasiones, las personas afectadas presentan un
cierto grado de discapacidad intelectual.
La participación de la familia en el
cuidado de las personas con trastornos del desarrollo es fundamental. Es
importante conocer las situaciones y actividades que causan tensión o reportan
bienestar al individuo, así como encontrar el entorno más adecuado para el
aprendizaje. El establecimiento de rutinas diarias, fijando momentos concretos
para las comidas, el juego, el aprendizaje, el contacto con los demás y el
sueño, ayuda a evitar el estrés innecesario. También es importante que los
servicios de salud hagan un seguimiento regular a los niños y adultos que
presentan trastornos de desarrollo y que se mantengan en contacto con sus
cuidadores.
Asimismo, la sociedad en general debe
implicarse en velar por que se respeten los derechos y las necesidades de las
personas discapacitadas.
¿Quién puede presentar
trastornos mentales?.- Los determinantes de la salud mental y de
los trastornos mentales incluyen no solo características individuales tales
como la capacidad para gestionar nuestros pensamientos, emociones,
comportamientos e interacciones con los demás, sino también factores sociales,
culturales, económicos, políticos y ambientales, como las políticas nacionales,
la protección social, el nivel de vida, las condiciones laborales o los apoyos
sociales de la comunidad.
Otros factores que pueden causar
trastornos mentales son el estrés, la herencia genética, la alimentación, las
infecciones perinatales y la exposición a riesgos ambientales.