GABRIELA MAESTRE | La Vanguardia |
06/02/2020
El arte tiene la fuerza para cambiar y mejorar
nuestras vidas. Disfrutar de la cultura, en cualquiera de sus formas, a cualquier
edad, puede ser muy beneficioso para nuestra salud. Y con esto no hablamos
solo de nuestro estado físico. Nos referimos sobre todo a la importancia que
tiene el arte para la salud mental.
Hace poco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un estudio en el que se
analizaron 900 publicaciones científicas sobre este tema. Trabajando con una
muestra tan amplia, concluyeron que
había muchas evidencias de que las artes promueven un estilo de vida
saludable y previenen la aparición o el agravamiento de algunas dolencias
-fisicas y mentales-. Además, se está convirtiendo en una parte
fundamental en el tratamiento de ciertas enfermedades, humanizando los
procedimientos hospitalarios.
Dentro de este estudio, son muy destacables las observaciones que
se hacen sobre el gran poder de la cultura en la prevención de enfermedades.
Esto ocurre, por un lado, porque participar en actividades culturales afecta a
los factores sociales que influyen en la salud. El arte ayuda por ejemplo
a cohesionar al grupo, y acercarlo a aquellas personas que por distintos
motivos han quedado excluidas puede mejorar de alguna manera su entorno.
Por otra parte, las actividades relacionadas con el mundo
artístico facilitan que la gente esté más pendiente de cuidar su salud. Son
actividades con efectos muy positivos, especialmente para la salud mental, y
algunas de ellas, como bailar, ya son un ejercicio físico en sí mismo . Disfrutar
de la cultura es algo que nos gusta y que hacemos casi inconscientemente, por
eso ahora la OMS señala la necesidad de incentivar estas prácticas.
“Llevar el arte a la vida de la gente a través de actividades
como bailar, cantar, ir a museos y conciertos ofrece una dimensión
adicional sobre cómo podemos mejorar la salud física y mental. Los ejemplos
citados en este innovador informe muestran las formas en que las artes
pueden abordar complejos problemas de salud como la diabetes, la obesidad
y la mala salud mental”, aseguró al presentar el informe el director
regional de la OMS para Europa, Piroska Östlin.
Enfocándose más en el sentido práctico del arte dentro de la
medicina, poco a poco se están investigando terapias relacionadas con este
tema. De momento, parece que la cultura tiene efectos positivos en
personas con enfermedades crónicas, especialmente aquellas relacionadas con
los desórdenes neurológicos y con la salud mental.
Por ejemplo, indican que escuchar música o hacer arte reduce
los efectos secundarios del tratamiento contra el cáncer, incluyendo
somnolencia, falta de apetito, falta de aliento y náuseas. Además,
la música o los payasos reducen la ansiedad, el dolor y la
presión arterial en situaciones de urgencia.
A finales de 2019 los médicos canadienses ya comenzaron a recetar
visitas a museos para tratar diversas enfermedades físicas y mentales
apoyándose en las investigaciones que concluyen que visionar obras de arte incrementa los niveles de hormonas
responsables del bienestar, igual que hace el ejercicio físico.
Consideran que de esta manera la visita a un museo puede ayudar a las personas
deprimidas, con problemas psicológicos, con cáncer de mama, desórdenes
alimenticios, diabetes u otras enfermedades crónicas a sentirse mejor.
Lo mejor del arte como herramienta para mejorar nuestro bienestar
es que puede influirnos en todas las etapas de nuestra vida. En los niños,
escuchar música, bailar o que les lean antes de ir a dormir, mejora su
desarrollo cognitivo y educativo. Con estas cosas, tienen más energía por el
día y se concentran más en la escuela. Y otra cosa muy importante: hacer estas
actividades en familia ayuda a crear una buena relación entre padres e hijos.
El problema es que, con la edad, perdemos la costumbre de hacer
algunas cosas, como explica Fina Alert, presidenta de la organización Suso
Espai. “De pequeños nadie nos
cuestiona que dibujemos o bailemos, porque es una necesidad vital que
tenemos. Pero de mayores
nos autocensuramos, dejamos de hacer muchas cosas que nos gustan
porque parece que solo podemos hacer cosas que nos
salgan bien”.
Perdemos por el camino las ganas de hacer cosas que nos hacen
sentir bien porque parece que no son apropiadas para nosotros. Por eso, cuando
surgen proyectos como el que ella dirige, a la OMS y a nosotros mismos nos
parece algo realmente innovador. “Nosotros no hacemos terapia”, recalca Alert.
“Lo que buscamos es acercar la cultura y el arte a personas que sufren
trastornos y apostar por la inclusión en la vida social y cultural.
Creamos un espacio de normalidad alejado del ámbito médico, para que estas personas
puedan ampliar su círculo.”
Y para conseguir esto, organizan una serie de talleres que
comprenden actividades culturales de muchos tipos. Visitas a museos y
exposiciones, escritura creativa, escultura con barro, espacio abierto de
pintura, talleres de expresión a través del cuerpo. Así, llevan cubriendo desde
hace años los distintos ámbitos en los que la OMS ahora divide las actividades
artísticas beneficiosas: artes escénicas, como la música, la danza o el teatro;
artes visuales y artesanía, como la escultura y la pintura; literatura; visitas
culturales a museos o conciertos; y artes online y digitales.
Por suerte, no son los
únicos que han apostado por el arte como método de inclusión y de mejora del
bienestar. No solo hay numerosas asociaciones que apuestan por la cultura en
este sentido, sino que cada vez está también más presente en el sector público.
A principios de 2019, el Hospital Vall d’Hebron y
el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) presentaron un
programa conjunto para trabajar con grupos de terapia fuera del
ámbito hospitalario.
Alert ve iniciativas como ésta muy positivas, ya que “hay que
reforzar las facetas de la vida que no sean la enfermedad. Por lo que yo he
podido ver, cuando respiras un ambiente distinto, donde tu entorno no se centra
en tu condición, tienes más probabilidades de mejorar”. Desde el propio
hospital han defendido esta postura, y han apostado por acercar la cultura a
minorías sociales, para romper desde el ámbito médico barreras sociales,
económicas y culturales. Como señaló en su momento el doctor Ramos-Quiroga,
jefe del servicio de psiquiatría, el museo debe entenderse “como un
espacio terapéutico, comunitario e integrador”.
Además, se espera poder demostrar en un futuro los resultados
positivos que se empiezan a intuir en las actividades artísticas. En Catalunya,
el Institut Català de la Salut ya cuenta con un programa que explora esta línea
de cuidados, y muchos museos y entidades culturales están siendo consideradas
ya “activos de salud” por la Agència de Salut Pública.
La OMS, como todos estos expertos, señala en la misma dirección.
Hace falta invertir en los mecanismos de colaboración entre los sectores
cultural, de asistencia social y médico. Y a nivel individual,
debemos cuidar nuestra salud saliendo de casa, asistiendo a un
concierto o a ver una película, visitando una exposición o comprando libros.
Disfrutando, en general, del arte.