PAZ ÁLVAREZ
| El País
| Madrid |
10/11/2018
Una excesiva y desordenada carga de trabajo puede ser
el origen de numerosas enfermedades
Las empresas deberían adoptar de manera urgente
sistemas de prevención
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como el conjunto de reacciones fisiológicas
que prepara al organismo para la acción. Es la respuesta de un organismo frente
a un cambio en el mundo exterior que le rodea. No es un concepto nuevo, se
padece desde la prehistoria, pero ya en 1029, el fisiólogo estadounidense
Walter Bradford Cannon introdujo el término estrés en su disciplina como una
situación amenazante, una reacción lucha-huida.
También el endocrino húngaro Hans Seyle desarrolló en 1932 el concepto el estrés como la tensión física o emocional que sufre el cuerpo. Y la Real Academia Española (RAE) habla de estrés como la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.
Pero el estrés no siempre
es nocivo y perjudicial, sino que en muchas ocasiones es el motor que impulsa a
la acción o a lograr metas en la vida. Es lo que se llama, afirma el Víctor Vidal, investigador del estrés
laboral e inspector de la Seguridad Social, el estrés, “el bueno, que causa placer y ayuda a la
reactivación del organismo de manera positiva, porque estimula la actividad y
la energía”. Pero el que debería hacer saltar todas las
alarmas, sobre todo en el mundo de la empresa y de momento no lo está haciendo,
es el distrés, “el que disgusta, el que rompe la armonía entre el cuerpo y la
mente, el que altera, este es una amenaza”. Y este tipo de estrés el que los
expertos consideran la pandemia del siglo XXI. “Porque produce enfermedades, y
la que no está la agrava, porque se abusa del tabaco, del alcohol, se sigue una
mala alimentación, no se hace ejercicio...”, afirma este experto, que considera
un error que la sociedad haya normalizado el término estrés.
“Lo utilizamos como algo
habitual, y se ha obviado que hay línea directa relacionada con el cáncer de
mama o de colon, por ejemplo. Es cinco veces peor que el alcohol y el tabaco”,
afirma Vidal, que pone como ejemplo de buenas prácticas a Japón, que ha puesto
el distrés como
el mayor problema de salud de la población, dado que es una patología que
afecta a profesiones con una elevada carga de tensión, como pueden ser
los brokers,
los ejecutivos sometidos a demasiada presión o cualquier profesional agobiado
por la obtención de determinados objetivos. “El estrés aparece cuando valoramos una
situación amenazante y no nos sentimos con recursos para afrontarla. Por
ejemplo, cuando se exigen muchas tareas y no se sabe cómo hacerlas o son muy
difíciles. Es decir, percibimos una descompensación entre las demandas y los
recursos”, explica la psicóloga Elisa
Sánchez, coordinadora del grupo de psicología y salud laboral
del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
De hecho, según Vidal, más
del 80% de las enfermedades actuales está relacionado con el estrés, ya que
afecta a todas las células del organismo y destruye sobre todo las células
cerebrales. Además, el estrés produce ictus, infartos, insomnio, patologías
dermatológicas, pérdida de peso, diabetes, alteraciones hormonales y cardiacas,
disminuye la defensas… La retahíla no acaba ahí, dice Vidal, que también apunta
hacia el elevado número de suicidios, sobre todo entre la gente joven,
“desbordada por las elevadas cargas de trabajo”. Ante todo esto, solo cabe
poner barreras, pero de manera urgente.
Para gestionarlo de una
forma adecuada, apunta la psicóloga Sánchez, el primer paso a seguir es saber
identificarlo, “conocernos a nosotros mismos, qué situaciones nos hacen sentir
amenazados y cómo reaccionamos ante ellas”. Porque las emociones, incluidas el
estrés no son negativas, son un aviso de cómo estamos percibiendo esa
situación. Por tanto “reconocerlo,
no negarlo, sino aceptarlo sería lo primero”. Lo siguiente
sería afrontarlo de forma positiva, buscando soluciones. Por ejemplo,
planificando mejor las tareas, y también los descansos,” no por trabajar más
horas somos más productivos, además nuestra salud se puede ver afectada”.
También es importante buscar recursos, bien aprendiendo lo que necesitamos para
desempeñar adecuadamente el trabajo, además de revisa creencias y
autoexigencias, “como
tengo que hacerlo todo perfecto a la primera, necesito controlarlo y
supervisarlo todo”.
En tercer lugar, señala
la experta del Colegio de Psicólogos de Madrid, es necesario valorar el trabajo
de una manera más ajustada, más equitativa, evitar pensar que es lo único o
todo en la vida. “Hay que darle la importancia que requiere equilibrándolo con
otras facetas de nuestra vida, como es la familia, la salud, el desarrollo
personal o el ocio”.
El papel de la relajación
es fundamental, advierte el doctor Vidal, “la risoterapia es muy importante, controlar la respiración,
leer el periódico porque aplicamos tres sentidos y, según un estudio realizado
en Estados Unidos, hace a la persona olvidarse de los problemas”.
Pero hay algo importante en el mundo laboral que también puede ayudar a mejorar
los niveles de estrés, como es saber delegar, “ver lo importante de lo que no
es, focalizar los problemas”. Y si no se pone coto a este problema, señala el
inspector de la sanidad pública, “estamos abocados a una situación caótica
porque se puede poner en peligro a la especie humana”.
Desde el punto de vista
de la organización, detalla la psicóloga Sánchez, se pueden realizar medidas
preventivas, como realizar evaluaciones de riesgos psicosociales, tal y como lo
requiere la normativa, adecuar la carga de trabajo y realizar un reparto
correcto de las tareas. Conviene, además, adoptar estilos de liderazgo
saludables, fomentando un estilo participativo. “Es importante que los trabajadores se
sientan escuchados y valorados, así como disponer de autonomía para tomar
decisiones sobre cómo hacer sus tareas”, explica, además de
impulsar la flexibilidad temporal, el teletrabajo, los espacios de trabajo
adecuados y ergonómicos. Y sobre todo conviene estar atentos a cuando empiezan
a aparecer los primeros síntomas, como la falta reiterativa de memoria, caída
de pelo, falta de sueño. Es el principio de la cuenta atrás.
PUEDE ARRUINAR UNA VIDA
¿Cómo
puede alguien olvidar a su hijo pequeño en un coche? El trágico suceso conmocionó el mes pasado a la
población, cuando un padre olvidó a su hija en el coche y se marchó a trabajar.
La respuesta la ofrece el doctor Víctor Vidal: “ocurrió por estrés, porque se
ha demostrado que los ejecutivos tienen cada vez una mayor falta de memoria, y
eso al final está haciendo que aumente la siniestrabilidad”.
Para la
psicóloga Pilar Conde, es
vital estar atentos a los primeros indicios de la aparición del estrés. “Los
más conocidos son los problemas alimenticios, como falta de apetito o apetito
desmesurado, trastornos del sueño, pero, sobre todo, un malestar que se va
apropiando de nuestro día a día”, señala, a la vez que detalla posibles
distracciones, irritabilidad, falta de sociabilidad. “La intolerancia hacia el
entorno y los cambios de humor van ganando terreno y, ante este panorama, nos
cuesta tomar decisiones. El estrés suele ser el resultado de la tensión a la
que estamos sometidos en nuestra vida laboral, sentimental o familiar”, afirma
la directora técnica de Clínicas Orígenes.