BERTRAND REGADER | Psicología y Mente
Un psicólogo único y con un particular estilo del humor.
Un conversador infatigable que sabe
generar optimismo y buenas vibraciones a su alrededor Así es Nacho Coller (Valencia,
1969), un psicólogo y profesor que conjuga su faceta profesional de psicólogo
clínico con múltiples inmersiones en la escena mediática española.
Nos hemos reunido con él para
conversar acerca de su vida personal y laboral, para
conocer de cerca su visión sobre la profesión de psicólogo y sobre sus planes
presentes y futuros. Hoy conversamos con el gran Nacho Coller.
Bertrand Regader: Nacho, tu labor como psicólogo clínico cuenta
ya con una trayectoria de más de 20 años. Eres uno de los psicoterapeutas más
reconocidos en España, y sin embargo parece que siempre estás formándote y
embarcándote en nuevos proyectos. ¿Es esta actitud vitalista la que te llevó a
querer dedicarte a la práctica clínica?
Nacho Coller: Si te digo la
verdad, la actitud que tenía hace 20 años hacia la profesión no se parece en
nada a la que presento ahora; en aquellos años la inseguridad y los miedos me
impedían hacer muchas de las cosas que hago ahora. Me angustiaba la crítica y
además pensaba que el resto de psicólogos eran mejores que yo.
Así que imagínate, por un lado las
ganas que tenía de comerme el mundo y hacer cosas, y por otro, el freno que
tenía en mi sesera fruto de mi Darth
Vader y de mi Lado
Oscuro de la Fuerza. En mi caso y a base de trabajo personal,
de experiencias vitales de todo tipo y de lo mucho que he aprendido de mis
pacientes, ha ganado la parte chula, la parte que suma y que se arriesga. Mi
Darth Vader sigue hablando, pero intento no hacerle mucho caso.
B. R.: ¿Cuáles son para ti las tres virtudes necesarias
para tratar casos clínicos? Y, ¿cómo has logrado desarrollar tu talento en cada
una de estas facetas?
Ser un buen bicho humano, estar bien
formado y aceptar las propias limitaciones e imperfecciones. No entiendo ser un
buen psicólogo sin ser buena gente, sin ser una buena persona. Estar a la
última en formación, leer, estudiar, formarse, preguntar cuando no sabes y
esforzarse y perseverar. Adaptando una frase del gran Bertrand Russell, diría que
la psicoterapia tiene que estar guiada por el amor y estar basada en el
conocimiento. Una tercera virtud es reconocer nuestras propias limitaciones
psicológicas y emocionales. Los psicólogos también lloramos, nos deprimimos,
tenemos ansiedad y sufrimos como el resto de personal. Lo importante es aceptar
nuestros errores y trabajar en ellos para mejorar. ¿Cómo podemos pedir a un
paciente que se esfuerce en cambiar si nosotros no somos capaces de hacerlo?
Para desarrollar las virtudes intento tener claro mi proyecto vital; reconocer
mis limitaciones y saber pedir ayuda, aceptar mis muchas imperfecciones,
intentar currarme al máximo lo de ayudar a la gente que tengo alrededor y por
último, rodearme de buenas personas que aporten equilibrio y valor a mi vida.
Las personas tiñosas, las que restan, las que ven el mundo bajo kilos de caspa,
cuanto más lejos, mejor.
Aun así y teniendo más o menos claro
lo que quieres, con un humor positivo, llevando una vida equilibrada o por lo
menos intentarlo y tener buena gente alrededor, uno no está libre de trastornos
psicológicos.
B. R.: Has hablado en alguna ocasión de los malos momentos
que viviste en el pasado.
Sí. Fíjate que yo he tenido una
depresión que lo narro en este
articulo: nachocoller.com/depresion-un-perro-negro-y-un-psicologo-sorprendido/
Si supieras la cantidad de colegas
que me han felicitado públicamente y en privado por este acto de sinceridad y
supuesta valentía.
Con los trastornos
psicológicos hay mucho estigma y los psicólogos unimos los verbos
copulativos ser, estar y parecer con la palabra bien o perfecto, menuda
obligación y menudo rollo no permitirse ser una persona imperfecta. Además, hay
colegas de profesión que venden que son megafelices y que tienen el método para
tener el control de los pensamientos y de las emociones a tiempo completo
(cuánto daño hace vender falacias). Fíjate que cuando tuve depresión lo viví en
silencio y con mucha vergüenza y ahora soy docente en el campo de la depresión,
justamente.
Un psicólogo como yo deprimido ¡uf!
lo pasé fatal no, lo siguiente, además de la tristeza se juntó la culpa.
Escribir el artículo fue balsámico, me ayudó a desterrar el postureo del
‘todo va bien’ y el ‘yo puedo con todo’ y poder decirle a los demás: “¡pues sí,
yo también he tenido depresión! ¿pasa algo?”. Me consta por la cantidad de
mensajes que he recibido en público y por privado que ese post ha ayudado a más
de un colega, especialmente a los más jóvenes a desculpabilizarse por sentirse
mal. ¿Y lo mejor? Tendrías que ver la cara de muchas personas que vienen a la
consulta por primera vez angustiados y deprimidos cuando les digo que yo
también tuve depresión. Les hablo del artículo y les animo a que lo lean, que
se puede salir de ahí, que es normal, que cualquiera puede caer, incluso el
psicólogo que está ahí delante con una medio sonrisa y que parece Superman, también tuvo su
dosis de Kriptonita.
B. R.: Además de tu faceta profesional como terapeuta, eres
uno de los psicólogos más seguidos en redes sociales. De hecho, recientemente
fuiste nombrado por nuestra revista digital como uno de los 12 mayores
‘influencers’ en el ámbito de la salud mental. ¿Cuál es tu principal motivación a la hora de
cuidar tus redes sociales?
¡Guau! Te aseguro que el principal
es disfrutar y pasarlo bien; el día que deje de reírme y de divertirme mi
trabajo como clínico, publicando artículos, participando en algún medio de
comunicación o dando clases, me plantearé qué diantres me pasa; seguramente
significará que he perdido el norte. Y te mentiría si no le añado otro factor
motivacional a seguir haciendo cosas y no es otro que el ego personal y cierta
vanidad.
Saber que mi trabajo gusta y tiene
reconocimiento social, me mola. Me alegra mucho saber que con mis aportes puedo
facilitar que algunas personas puedan hacer de su vida un lugar un poco más
divertido y más seguro. Y si además saco alguna sonrisa al personal, objetivo
cumplido.
B. R.: Recientemente te vimos protagonizando una charla
TEDx en Valencia. ¿Cómo surgió esa posibilidad?
Mi experiencia en TEDx fue fantástica y
desde el punto de vista intelectual uno de los retos que más me ha exprimido
las neuronas. Parece una cuestión fácil una vez que ves el vídeo, pero preparar
algo original, con tu estilo propio y sin copiar, con más de 300 personas en el
aforo y saber que lo que dices va a quedar grabado y puede ser utilizado en tu
contra… (risas). Fue un reto mayúsculo y muy gratificante.
La historia surgió tras una
conversación con la licenciataria de TEDxUPValencia, Belén Arrogante y
con César Gómez Mora (un
excelente preparador). Hablamos de la ira, de las pérdidas de control que
tenemos en el coche, de los vendedores de humo y de los excesos en los mensajes
de los talibanes de la psicología positiva y ahí empezó la historia del
neandertal interior. El vídeo vino después.
B. R.: Los que te conocemos sabemos que conjugas tu
experiencia de muchos años con un notable sentido del humor. ¿Crees que el
humor puede ayudar durante la terapia? ¿Hay que desdramatizar la vida?
Yo no entiendo vivir la vida sin
humor y sin risas. El humor es terapéutico, ayuda a relativizar, a
desdramatizar y a tomar distancia de los problemas. En mi consulta, se llora,
nada más faltaba, y en ocasiones lloramos (en más de una ocasión me han salido
las lágrimas y que me sigan saliendo, esto significará que sigo vivo), pero te
aseguro que si ponemos la balanza, hay más risas que llantos. Es sorprendente
cómo somos capaces de utilizar el humor incluso en situaciones límite.
B. R.: Leímos en tu blog un incisivo artículo en que
reivindicas el papel del psicólogo respecto a otros profesionales, como los
‘coaches’. Este es un asunto polémico y desde los distintos Colegios de
Psicólogos empiezan a hacer frente a estas formas de intrusismo. ¿Cuál crees que
debe ser el posicionamiento de los psicólogos respecto a esto?
Yo estoy muy enfadado con este tema.
Nuestro colectivo profesional es un tanto peculiar, en el momento que vemos a
un colega que despunta, que sale en la tele en un debate o en una entrevista,
nos ponemos a criticarlo y a elucubrar sobre a qué escuela pertenece o que éste
no es de los míos; vamos directamente al error. Yo no me imagino a dos
traumatólogos haciendo lo mismo que nosotros o a dos psiquiatras o a dos
abogados.
En el resto de profesiones hay
respeto hacia el compañero, en la nuestra no lo hay en general. Te comento
esto, porque mientras los psicólogos estamos con la crítica y nos la seguimos
cogiendo con papel de fumar y anclados exclusivamente en la patología, en los
problemas y en que hay cosas que no tenemos que decir o hacer en consulta
porque así lo indica el sesudo manual universitario, ha venido un colectivo sin
formación que nos ha pillado con el paso cambiado. Un colectivo que,
amparándose en la falacia de que todo el mundo puede ser feliz si lo desea, en
el “si quieres puedes” y el infinito poder de la mente para mejorar en la vida;
con el viento a favor de la presión mediática de que hay que ser feliz a toda
costa (la industria de la autoayuda mueve en USA 10.000 millones de dólares
anuales) y aprovechándose de cierto vacío legal, venden felicidad de todo a
cien y venden desarrollo personal sin tener la más mínima base de estudios en
psicología (el Grado, claro está).
Me da mucha pena ver a un montón de
psicólogos preparados, con una formación excelente, con muchas ganas de
trabajar y de aportar su granito de arena a la mejora de la sociedad, que las
ven canutas para hacerse un hueco laboral y que llegue un tipo o tipa que sea
un buen comunicador, con alguna experiencia vital negativa de la cual luego se
va a aprovechar para venderse, que utilice algunas palabras de powerpoint o
lema de azucarillo y que venda humo y se lleve el gato al agua. Algo no estamos
haciendo bien los psicólogos, y creo que hay que hacer un ejercicio de
autocrítica. Estamos en una sociedad de imagen, de fotografías perfectas y hay
que reconocer que muchos coaches, mentores, acompañantes y tarotistas manejan
muy bien la imagen. Los psicólogos no solo vamos a la foto, a lo estático,
vamos a la radiografía, que es más precisa y vamos a la película, que es más
completa. Por cierto, los psicólogos trabajamos el crecimiento personal; yo de
hecho lo hago habitualmente en consulta, no sólo estamos en la patología. Con
la salud mental no se juega y el coaching no es
ni más ni menos que una herramienta de la psicología.
B. R.: ¿Es tan difícil ser feliz? ¿O nos han hecho creer
que la felicidad es un bien de consumo?
Si por felicidad entendemos vivir en
congruencia con tus valores y con tu proyecto vital, ser buena gente, mostrar
actitudes de generosidad con las personas de tu alrededor y aceptar que de vez
en cuando uno va a estar mal; se puede conseguir ser feliz, sí. Pero claro, aceptando
que el sufrimiento no va a desaparecer, que no podemos controlarlo todo, que no
somos supermanes y que en muchas ocasiones vamos a perder batallas por nuestra
propia incapacidad para afrontar retos o conflictos, o porque la vida más
pronto que tarde nos va a regalar noticias que nos van a hacer sufrir, a veces
sufrir mucho.
Cuando oigo a gente que va por la
vida diciendo que es megafeliz o feliz a toda hora, me da dentera, no los
soporto. Igual que me dan cierta grima aquellas personas que hacen de la queja
un arte y un medio para manejarse por la vida.
B. R.: Últimamente estás “de gira” junto a Miguel Ángel
Rizaldos, Iñaki Vázquez y Sònia Cervantes. ¿Qué te está aportando en lo
personal y en lo profesional esta experiencia como conferenciante?
Nuestra profesión es muy individual
y solitaria, y encontrarte con un grupo de colegas con los que compartes
escenario y que ven la vida y la psicología de una manera muy similar a la tuya
te reconforta. En lo profesional, me aporta un aprendizaje continuado de la
mano de los mejores y en lo personal, me llevo nuevos retos, nuevas
experiencias, muchas risas y buenos amigos para seguir de viaje, y por muchos
años que pueda llevar la maleta.